FOMO: el trastorno relacionado con las redes sociales que provoca un aumento del estrés, la ansiedad y la frustración

“Cuando estamos haciendo un análisis de cada cosa que vemos, de dónde se toma una foto, qué personas estaban en ella, qué ha visitado, qué prendas lleva, qué peinado lleva puede surgir este problema”, explica un experto

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(Shutterstock)
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Es viernes. O sábado o martes. El día da igual. Estás en casa agotado después del trabajo. Saldrías un rato, pero no tienes plan. Así que estás en pijama, con la manta en el sofá. Abres Instagram y parece que todo el mundo está fuera de casa, con amigos, divirtiéndose. Todos menos tú. Empiezas a sentir ansiedad y a pensar que algo no está bien, que tú también deberías estar allí, donde sea, pero allí, con el resto, compartiendo lo bien que lo estás pasando en tus redes, probando ese restaurante que está de moda y subiendo fotos para que los demás puedan verlo. Pero no, estás en tu casa y la angustia puede contigo, solo por unas fotos (y por todo lo que conllevan). Ya está, decidido, no volverá a pasar: el próximo día saldrás, da igual lo cansado que estés o las ganas que tengas de quedarte en casa. No te lo vas a volver a perder, aunque ni siquiera te apetezca.

Esa sensación se denomina FOMO, el acrónimo de Fear Of Missing Out, es decir, el temor a perderse algo. “Es un tipo de ansiedad social cuyo componente principal es el miedo”, explica Ismael Dorado, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). “Es algo novedoso porque tiene una enorme relación con el uso de las redes sociales. Es el miedo que hay hoy en día a perdernos algo, al no estar presente en determinados eventos”, matiza.

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Para Dorado hay un factor clave en el desarrollo de este problema: el mal uso de las redes sociales. Las personas que padecen FOMO tienen un comportamiento compulsivo que les obliga a mantener estas conexiones sociales constantemente. “Las redes nos permiten estar al tanto de una infinidad de acciones de determinadas personas, pero al mismo tiempo nos provocan el miedo a no estar en ellas, a no participar”, indica. La ansiedad que genera esta situación va en aumento y provoca que aquellos que lo padecen estén atentos a cada movimiento, lo que les genera más ansiedad. “Con cada búsqueda vez se nos va a abrir un nuevo personaje y vamos a necesitar cada vez más tiempo, cada vez más esfuerzo”, explica.

Este trastorno provoca un aumento del estrés, de la ansiedad y de la frustración, que además se va a multiplicar permanentemente, porque las redes sociales son infinitas. A eso se suma el esfuerzo de estar en todas partes, de salir con muchos grupos de personas, de subir cada momento cuando se está con ellos. Puede resultar agotador, y salir del bucle no es sencillo.

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Qué personas son más propensas a sufrir FOMO

Los más jóvenes tienen una mayor predisposición a sufrir este trastorno, son más vulnerables porque están más expuestos a las redes sociales. A esto, Dorado añade que, por lo general, se expresa en personas que tienden al perfeccionismo y a la autoexigencia, “personas que siempre hagan lo que hagan, van a tener la sensación de que les falta algo”.

Qué provoca el FOMO en las personas que lo padecen

La revisión constante y compulsiva de las vidas de otras personas a través de las redes produce frustración y una sensación de insatisfacción aquellos que padecen FOMO. Las vidas de los demás siempre parecen perfectas, sobre todo, si en la ecuación incluimos a los infuencers, cuyo contenido solo muestra la cara más amable de la vida, marcada por caros viajes, cenas en restaurantes inalcanzables y relaciones amorosas y de amistad sin fisuras. La vida del resto, en comparación, puede parecer aburrida y llena de problemas, así que algunos optan por tratar de imitarles, buscan vestir como ellos, viajar donde ellos y subir el mismo contenido que ellos. Para Dorado es en este momento en el que surge “la parte oscura de la de las redes sociales que nunca queremos ver” y que muestra “ese miedo a no ser populares, a no contar para el resto de las personas”.

El experto apunta que vivir imitando impide el desarrollo personal normal, es decir, la decisión de los gustos, las amistadas, de aquello que nos da placer y nos hace felices. De este modo, cuando nos dejamos guiar por las redes, buscando aquellos que es “instagrameable” perdemos lo que a nosotros nos gusta. “Cuando el tiempo vaya pasando nos vamos a dar cuenta de que tenemos un gran vacío en nosotros, porque hemos pasado una vida viviendo en un escaparate sin tener nada en la tienda”, advierte.

Cómo saber si tengo FOMO

Las redes sociales deben tener un principal uso, en líneas generales, de diversión pura y dura, de entretenimiento. “Cuando estamos haciendo un análisis de cada cosa que vemos, de dónde se toma una foto, qué personas estaban en ella, qué ha visitado, qué prendas lleva, qué peinado lleva puede surgir este problema”, explica Dorado, a lo que añade la sensación de insatisfacción que aparece cuando se compara la realidad propia con la de los demás en base a lo que suben a sus redes.

Otro factor para identificarlo es el comportamiento compulsivo, la necesidad constante de ver qué hace todo el mundo y de compartir todo lo que se hace para que el resto lo vea, para estar con los demás y no bajarse de esa ola.

Cómo se trata el FOMO en terapia

Dorado opina que el FOMO, que se caracteriza por la ansiedad y la compulsión, debe tratarse en terapia. El experto explica cuáles son las fases que se atraviesan a la hora de afrontar este problema junto a un psicólogo. “Lo primero es recuperar el sentido de la valía, el sentido de lo que valgo”, señala, pues la autoestima es muy importante y suele encontrarse muy baja cuando aparecen este tipo de problemas. Para Dorado, las personas con FOMO deben interiorizar un discurso de amor propio: “Yo no necesito estarme mimetizando con otra persona, yo no necesito parecerme a otro para ser una persona completa”.

En segundo lugar, habla de aprender a manejar esa ansiedad que provoca este trastorno, y para ello, incluye el punto más importante de la terapia, el de regular la compulsión y el uso de las redes sociales, y pone un ejemplo para aclararlo: “El problema no está en beberse un vaso de vino, el problema es depender del vino”. “En el momento en el que conseguimos regular esos tres pilares, estaríamos ajustando el FOMO a lo normal, que es el uso de las redes sociales como una forma de divertirse”, concluye.

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