Dos activistas climáticos vandalizan a martillazos ‘La Venus del Espejo’ de Velázquez

El cuadro del pintor español está ubicado en la National Gallery de la ciudad británica y ha sido atacado en torno a las 11 de la mañana de este lunes por dos jóvenes del colectivo ‘Just Stop Oil’

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Activistas climáticos atacan a martillazos 'La Venus del Espejo' de Velázquez en Londres.
Activistas climáticos atacan a martillazos 'La Venus del Espejo' de Velázquez en Londres.

Dos activistas climáticos del colectivo Just Stop Oil, un grupo “de resistencia civil no violenta” que exige al Gobierno británico que deje de conceder licencias para nuevos proyectos de petróleo, gas y carbón, han vandalizado a martillazos el cuadro de La Venus del Espejo, de Diego Velázquez. El lienzo se encuentra situado en la National Gallery de Londres y está valorado en 83 millones de euros.

El suceso se ha producido en torno a las 11 de la mañana, cuando los dos jóvenes han entrado en la sala 30 de la prestigiosa pinacoteca británica para dar golpes, con los martillos de emergencia ubicados en el museo, al cristal que cubre la obra del pintor español. Los trabajadores lo han retirado inmediatamente de su ubicación original para valorar los posibles daños que haya podido sufrir en el ataque.

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En los últimos años, varios colectivos concienciados, y preocupados, con la deriva climática del planeta han atacado diversos emblemas artísticos en diferentes ciudades de Europa. El primero fue Los Girasoles de Van Gogh, rociado con botes de tomate, también en la National Gallery de Londres. “No dañamos la pintura. Estuve en el tribunal y me dijeron que había habido daños mínimos en el marco, que es reparable y reemplazable, y que el cuadro estaba detrás de un vidrio. Nunca lo habríamos hecho si no hubiera cristal. La mancha salió con un poco de papel de cocina”, relató en su momento Phoebe Plummer, una de las dos jóvenes que formó parte de la acción.

Activistas de Just Stop Oil rompen la cubierta de vidrio de 'La Venus del Espejo' en la National Gallery de Londres.

Los activistas climáticos han empleado el arte como elemento de protesta. El pasado mayo, La Gioconda de Leonardo Da Vinci era víctima de un pastelazo con un Louvre hasta la bandera. Uno de los emblemas culturales de la capital francesa se convirtió, durante unos minutos, en un escenario de reivindicación. Los perfiles más jóvenes (los que suelen formar parte de estas actividades) rechazan la etiqueta de violentos, pues consideran que, si los cuadros no estuviesen bien protegidos con cristales, no harían este tipo de acciones para poner el foco en las nocivas prácticas medioambientales coyunturales.

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Otros lienzos que han sido diana de los activistas climáticos fueron La Primavera de Sandro Botticelli, La joven de la perla de Johannes Vermeer (también atacada por el colectivo Just Stop Oil), Las Majas de Francisco de Goya en el Museo del Prado para protestar sobre la subida generalizada de la temperatura global, Les Meules de Claude Monet o Latas de sopa Campbell de Andy Warhol.

Furia colectiva

“Si esa ira fuese equivalente a visitas en museos, éstos estarían tan llenos como el Bernabéu”, relató Rafael Ordóñez en una entrevista a Infobae España con motivo del lanzamiento de Amor y Furia, una obra en la que recopilaba numerosas declaraciones de las asociaciones climáticas lideradas por las nuevas generaciones.

“Sólo hacemos caso cuando hacen estas cosas, no cuando se presentan informes científicos, y eso les lleva a seguir por esta línea”, puntualizó entonces en relación a las negativas reacciones que reciben con su vandalismo a cuadros históricos. “Ellos hacen ruido y meten presión porque los años que vienen son claves para esta lucha”, concluyó el periodista.

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