La resurrección de Dimitrov: de sufrir la comparación con Federer y el ostracismo a una final de Masters 1.000 seis años después

El tenista búlgaro, que llegó a ser número tres del mundo en 2017, se enfrenta a Djokovic en la final de París-Bercy tras reencontrarse con su mejor tenis. “He aprendido a no pensar en las oportunidades perdidas”, asegura

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Dimitrov celebra su clasificación a la final de París-Bercy (REUTERS).
Dimitrov celebra su clasificación a la final de París-Bercy (REUTERS).

A finales de 2017, cuando se llevó las ATP Finals tras haber sido campeón en Brisbane, Sofía y Cincinnati, el futuro de Grigor Dimitrov se auguraba brillante. Ese mismo año obligó a Rafa Nadal a sacar su mejor versión para vencerlo en semifinales del Open de Australia y cerró la temporada en dentro del Top-3 del ranking ATP. Tan solo superado por el español y por un Roger Federer con el que era comparado por su técnica y, especialmente, por el revés a una mano. “Fue una de las comparaciones más irrelevantes en mi opinión. Al principio me gustaba, era divertido, pero luego se me ha hecho pesado. La comparación me ha machacado un poco”, explica el búlgaro, molesto con el símil.

La progresión de Dimitrov en aquellos años le convertía como el tenista capaz de amenazar la hegemonía del Big Three, sin embargo, su crecimiento se cortó de raíz. La presión y las altas expectativas generadas en torno a su figura pudieron con él. Los resultados no llegaron. Tan solo dos finales desde entonces, Róterdam en 2018 y Ginebra este año, y una caída en el ranking ATP hasta el puesto número 78. Cambió de entrenador en varias ocasiones con el fin de dar con la tecla y este año, ha dado con ella.

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Dimitrov se reencuentra en París y reta a su bestia negra

Después de seis meses de aquellos éxitos, el búlgaro volverá a disputar una final de Masters 1.000 tras superar a Stefanos Tsitsipas y citarse con Djokovic en París-Bercy. “He aprendido a no pensar en las oportunidades perdidas. Ya no tengo que demostrarle nada a nadie, lo hago todo exclusivamente para mí. No puedo expresar lo que significa esto. No he vuelto, simplemente nunca me fui. Acepto todo lo que me ha sucedido y por todo aquello que he tenido que pasar, sin pensar en si he desperdiciado oportunidades”, afirma el búlgaro, que a sus 32 años compite para disfrutar y no por la obligación de responder a las enormes expectativas generadas en 2017. Cuando levantó su primer y único Masters 1.000, se llevó las ATP Finals y coló en el Top-3 del ranking ATP.

“Mi sensación es que he dado un cambio mental en la gira asiática”, agrega, instalado en el 14º puesto mundial y habiendo superado a lo largo del último mes a jugadores de la talla de Carlos Alcaraz, Daniil Medvedev y el propio Tsitsipas. “Llevo todo el año jugando bien, pero en la gira asiática disfruté mucho. He vuelto a ser un tenista que busca las cosas con sus propias armas, no esperando los errores de los demás. Mi objetivo es ganar o perder por mí mismo. Últimamente estoy controlando mis emociones y he tenido la actitud correcta. Sé qué ha pasado en mi carrera, pero no siento lástima de mí mismo”, asegura.

Una figura clave en su recuperación ha sido Daniel Vallverdú, técnico con el que se reencontró en 2022 y que ha sabido reanimar al búlgaro. “Ahora cree de nuevo en él y en su juego. Su confianza el año pasado era baja, consiguió 26 triunfos por los 24 de 2021 y 18 en 2022. Solo hay una cosa que pueda ayudarle a recuperarla: las victorias. Ha conseguido 41 este año y eso es un gran impulso”, destaca el técnico capaz de reactivar a un tenista encerrado en una cuestión de fe. Dimitrov es creer sabiendo que probablemente no suceda lo imaginado. Tan solo un obstáculo le separa de la gloria en París: Novak Djokovic, su bestia negra que se ha impuesto en once de sus doce enfrentamientos.

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