El Real Madrid se atasca con el Rayo y se queda sin el liderato de LaLiga

Los de Ancelotti, huérfanos de ideas claras en el área rival, se dejan dos puntos y el liderato ante el cuadro vallecano que realizó un excelente trabajo defensivo

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Óscar Valentín y Vinicius durante el partido entre Rayo Vallecano y Real Madrid (REUTERS).
Óscar Valentín y Vinicius durante el partido entre Rayo Vallecano y Real Madrid (REUTERS).

No apareció Bellingham y la pólvora del Real Madrid se mojó. Lo primero lleva a lo segundo en un equipo dependiente de los tantos del inglés, diez en once partidos, y carente de un relevo en los días grises del exjugador del Dortmund. Rodrygo extiende a diez jornadas su sequía goleadora, Vinicius está más errático de cara a puerta que la temporada pasada y solo Joselu, con cinco tantos, ha echado una mano al inglés. Ante los de Francisco se estrelló con un muro llamado Stole Dimitrievski, figura clave del importante punto conseguido por un Rayo cuyo trabajo defensivo coral consiguió lo que hasta la fecha se había convertido en un imposible para el equipo que visitaba el Bernabéu: secar al Real Madrid.

Los de la Franja concedieron pocas ocasiones, manejaron el tiempo del partido y realizaron un fructífero trabajo defensivo colectivo. Isi fue el primero que lo entendió. Se puso el mono de trabajo e interpretó de maravilla cada acción con Vinicius. Fue su sombra. Cada vez que el brasileño recibía, ahí estaba el ‘7′ del Rayo para frenarlo. Ambos libraron un honesto e intenso duelo que inició con sorpresa. Ancelotti, que había elogiado a Rodrygo en la víspera al choque, impactó dejándole en el banquillo. Junto a él descansó Kroos y Camavinga sustituyó al lesionado Tchouameni. Las exigencias del calendario con dos partidos en cinco días provocaron leves rotaciones del técnico italiano.

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No Bellingham, no gol

Valverde dejó claro desde el inicio que el partido iba a ser complicado si Bellingham no hacía una de sus apariciones estelares. El uruguayo recuperó un balón perdido de Unai López y se plantó solo ante un Dimitrievski que se hizo grande y le achicó todo el espacio posible. Un error estrepitoso que precedió a la preocupación. Bellingham cayó en mala postura y se llevó la mano al hombre al mismo tiempo que las asistencias médicas hacían su entrada en el verde del Bernabéu. El público blanco contuvo la respiración durante los minutos, transformados en horas, que permaneció tendido sobre el terreno de juego.

Afortunadamente para el Real Madrid se levantó y con él llegaron detalles exquisitos de su calidad. Demostró ser capaz de mudar la piel si el partido lo necesita. Es pluma y espada. Como asistente lo intentó pasando a Fran García y Joselu, ambos erráticos, y como rematador estuvo cerca de culminar con éxito una maniobra de salón en el área rayista. Los blancos mandaban con la pelota, imprimían su ritmo, pero les costaba incordiar al meta macedonio, que iniciaba las jugadas de su equipo buscando la espalda de Carvajal. En uno de esos desajustes, Álvaro García se encontró en una posición inmejorable, pero le salió un pobre disparo cruzado. La producción ofensiva del Rayo cesó ahí. No hizo mucho más en ataque, pero cerró bien el medio, con Mumin, Lejeune y Óscar Valentín como triángulo de seguridad.

Iraola le quitó los complejos al Rayo y Francisco no ha tocado la herencia, pero en el Bernabéu renunció algo a su estilo de juego. El escenario, imponente, hizo que su idea se retrasara unos metros. Ancelotti dio entrada a Rodrygo y se aferró a él y Vinicius y Joselu, que había marcado en todos los partidos de esta Liga en el Bernabéu. El 4-3-3 favorecía el juego de Vinicius, al pegarle a su banda, más con Camavinga ya de lateral y Kroos para ordenar el asedio, pero el Madrid no estaba por descamisarse. Suyo fue el último ataque ineficaz que se celebró en Girona, solo en la cúspide de la Liga.

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