Adriana Abenia: “Odio esos eslóganes positivistas que buscan que seas tu mejor versión”

La presentadora desvela en su nuevo libro, ‘La vida ahora’, la gran pesadilla que vivió en ‘Sálvame’, el programa que le hizo saltar a la fama y que la llevó a su etapa más oscura

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Adriana Abenia.
Adriana Abenia.

Corría el año 2010 cuando Sálvame hizo saltar al estrellato a Adriana Abenia, una sonriente y dicharachera reportera que se convirtió en apenas unos meses en una de sus grandes apuestas. Siempre con una sonrisa en los labios, la zaragozana se atrevía con todo tipo de reportajes y personajes y, lo mejor de todo, es que los hacía muy bien.

Si embargo, todo era una fachada. Así lo desvela en su nuevo libro, La vida ahora (Penguin Random House), un emotivo repaso a sus inicios en televisión en el que desvela grandes secretos, como la gran oscuridad con la que cohabitó en aquellos años, el acoso sexual que sufrió mientras trabajaba o el motivo por el que estuvo ingresada varios días. Pero no solo eso.

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El mensaje más importante está en la reflexión que Adriana hace sobre la presión del éxito, esa que le llevó a tener problemas de salud y de la que, a pesar de todo, logró sacar un gran aprendizaje. Infobae España ha podido charlar con ella sobre estos temas serios y fundamentales a los que ella ha sabido encontrar la mejor cara.

Portada del libro de Adriana
Portada del libro de Adriana Abenia, 'La vida ahora'. (Penguin Random House)

Pregunta. ¿Por qué decidiste en esa época crearte un personaje en vez de mostrarte tú realmente cómo eres?

Respuesta. Era mi guion. Y yo llevaba creo que tres meses en televisión. Y no me sentía todavía preparado para ser yo misma. No era fuerte para enfrentarme a ese mundo sin un personaje.

P. Parece algo como muy estresante, todo ese salto a la fama tan rápido que tuviste.

R. Me ofrecieron grandes proyectos en ese momento y ¡cómo iba a dejar escaparlos! De tal manera que cuando algo te gusta tantísimo te vuelcas de tal manera que dejas de lado cosas importantes. Y fue lo que me pasó a mí. No supe poner límites, que descuidé cuidarme, que de alguna manera dejé de lado en mi ciudad, en la que había vivido tantísimo tiempo, a mi familia, a mi novio y me pasó factura. Vaya que si me pasó.

P. Todo cambió el 6 de octubre.

R. Sí, aunque fue al día siguiente, 7, cuando todo cambió. Yo sabía ni siquiera quién era y enfrentarme de nuevo a mi día a día por no tirar por la borda todo lo que hasta la fecha había hecho me resultaba muy difícil… Y bueno, digamos que me escondí detrás de ese personaje y nadie notó nada.

P. Nada que ver con ahora…

R. Estoy en contacto con mis emociones. Necesito estar conectada con mi cerebro, con mis percepciones, escucharme mucho, cosa que no hice en aquel momento, porque tan solo oía los consejos de otros que a veces intentan desequilibrarte más que acompañarte y asesorarte bien. Y bueno, son los inicios, tal vez propios de la inmadurez de un mundo que yo desconocía.

P. Te dejas llevar por la vorágine.

R. Claro. Y, sin embargo, este libro se puede extrapolar a cualquier trabajo que te guste, que te encante, porque cuántos de nosotros estamos secuestrados precisamente por ese trabajo que nos lo quita todo, también nos lo da todo y nos lo quita todo. Y escribí este libro sobre todo para que la gente diera no marcha atrás, pero se pusiera el freno en su vida para que no le suceda lo mismo que a mí.

Adriana Abenia. (Silvia de la
Adriana Abenia. (Silvia de la Fuente)

P. Ahora, con la perspectiva del tiempo, ¿tú dirías que te mereció la pena pasarlo tan mal con respecto a lo que has logrado?

R. Llevo 13 años de programas que he ido enlazando unos con otros. Creo que es una carrera de éxito. Lo que pasa es que, eso sí que no lo he resuelto al terminar el libro, si conviene más una mentira que una verdad, porque tal vez si yo hubiera sido franca y hubiera dicho lo que me había sucedido, no hubieran querido contratarme. Es que es muy bonito decir ‘no, pues ojalá me hubiera sincerado’. Es que no se sabe… A día de hoy tengo un nombre, he presentado programas en La 1, en Mediaset, presento ahora uno que va superbién, Callejeando en Telemadrid… No he parado de trabajar, tengo redes sociales, he escrito porque este es mi segundo libro.

Fui muy dura conmigo misma, en muchas ocasiones me culpabilicé de todo lo que había sucedido, con todo lo que ello conlleva. Cargué a mis espaldas una mochila. Nunca pensé que contar lo que sucedió tal y como fue supusiera tanta liberación y fuera tan terapéutico. Pero ya no solo para mí, sino también para la persona que lo esté leyendo, que está un momento como yo tuve, con ansiedad, sintiendo que su vida está vacía, que no sabe hacia dónde se dirige… A veces parecemos autómatas en esta sociedad que pretende que vayamos muy deprisa y eso no es vivir.

P. En esa época aparentemente lo tenías todo, pero parece que te faltaba lo importante estar bien contigo y disfrutar del proceso.

R. Eso sucede mucho también en las redes sociales, que cubrimos la realidad con las expectativas y es una gran mentira. Es por eso que muchas veces he intentado ser honesta y cuando algo malo me sucede lo cuento. También un poco por enmendar todas las mentiras que he ido tejiendo en torno a aquellos inicios.

P. Este libro es una ayuda para las personas que esté en una situación similar. ¿Cómo pueden hacer esas personas para buscar ese clic que les ayude a empezar a perdonarse?

R. Tenemos que tratarnos como lo haría nuestra abuela porque nos comportamos como lo opuesto a como lo haría ella, somos especialmente duros con nosotros mismos. Nos autoexigimos en exceso y la vida no va de eso. Odio esos eslóganes positivistas que buscan que seas tu mejor versión. Los aborrezco porque es frustrante estar todo el día esforzándose por conseguir algo que no eres tú mismo. Tienes que ser tal y como eres y aceptarte con tus cosas buenas y tus cosas malas y no tratar de agradar al mundo, que eso yo lo he hecho mal desde una tierna edad y ahora me abofeteo por haber perdido tanto tiempo en aquello.

P. Un buen ejemplo de que todo empieza por perdonarse.

R. Sí, yo he estado bloqueada muchos años, pero lo he conseguido. Y no ha sido fácil, precisamente porque yo en su momento obvié pedir ayuda profesional sin que nadie supiera mi verdad. Me daba la sensación de que si alguien conocía lo que me había ocurrido, como me sentía, eso iba a correr como la pólvora, que iba a jugar de alguna manera en mi contra, pero hay que dar muchísima importancia a la salud mental, es prioritario.

P. ¿Y tú cómo estás en este punto de tu vida?

R. Estoy en paz. He escrito este libro para que mi hija lo pueda leer, como una guía, me da una tranquilidad… Si esta sensación pudiera venderla en botes, me haría millonaria. Me ha costado aceptar lo que soy, pero más vale tarde que nunca. Por supuesto que tengo días malos, pero lo hago sin que nadie tenga que minimizar mi dolor. No hay que en ningún caso bloquear la tristeza, sino atravesarla, porque es que si no, no logras canalizarla y hacer que puedas hablar de ella en pasado. Así que me permito llorar, me permito jurar si es necesario y soy como la gaseosa, hago esto… ¡Y luego ya como nueva!

P. Quien ha sido una constante durante toda tu vida, para lo bueno y para lo malo ha sido Sergio. ¿Cuál es el secreto para una relación tan largo?

R. ¡Discutir! Discutir en nuestro caso ha sido clave para marcar límites, lo que no queríamos, para no perder nuestro hueco en lo que es la pareja. Y también el respeto, la confianza. Ninguno de los dos somos celosos, yo creo que claro, tantos años, desde los 15… Nos conocemos al dedillo nuestras cosas, las buenas y nuestras miserias. Aunque esto tiene su parte negativa, porque si quieres fastidiar sabes cómo hacerlo.

Sergio siempre está ahí. Nunca, nunca, nunca me ha fallado en ese sentido. Siempre que ha ocurrido algo lo he tenido al otro lado, estando más lejos o más cerca, pero siempre para escucharme, abrazarme. Y a la inversa también.

P. ¿Qué balance haces del libro?

Ha sido un ejercicio de honestidad bestial, pero también de autocrítica. Y eso yo creo que lo hace diferente, yo no voy de víctima en ningún momento. E incluso te diré que no nombro según qué palabras con las que han hecho titulares en algunos medios, precisamente por no poner el foco allí. La gente ya se lo ha dicho todo, pero yo no he dicho nada. Está en el libro.