¿Por qué caen los árboles con la borrasca Ciarán?

El jefe de Jardinería y Arbolado del Real Jardín Botánico del CSIC critica los fallos en la colocación y cuidado de los árboles, que podrían prevenir las caídas

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Los servicios municipales trabajan en
Los servicios municipales trabajan en Getxo (Bizkaia) para retirar un árbol que ha caído al paso de la borrasca Ciarán. (EFE/Miguel Toña)

Las caídas de árboles provocadas por los intensos vientos de la borrasca ‘Ciarán’ en distintas ciudades y que han provocado la muerte de un joven en Madrid y heridas a dos mujeres en Almería podrían reducirse con una adecuada gestión del arbolado público, que evite defectos en la plantación o el riego y las podas inadecuadas, según un experto.

El jefe de Jardinería y Arbolado del Real Jardín Botánico del CSIC y presidente de la Asociación Española de Arboricultura, Mariano Sánchez, ha explicado a Europa Press que un pequeño tanto por ciento de las caídas de árboles se deben a que el ejemplar esté en un mal sitio y no resisten a una racha fuerte de viento, lo que deja a la amplia mayoría a merced de otros motivos relacionados con la gestión humana.

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En concreto, explica que las caídas se deben fundamentalmente a que algunos árboles se plantan con poco sustrato, lo que da lugar a que tengan poca raíz; o bien en hoyos pequeños están rodeados de gran cantidad de hormigón; por la pudrición de ramas que se produce con las distintas podas ”en muchos casos indebidas” a lo largo de la vida de un árbol y también en el caso de las praderas, donde presentan mayor riesgo de caída, en especial las coníferas, de hoja perenne.

Así, ha insistido en las podas como una de las causas principales porque en las ramas cortadas hace 10 o 20 años se produce una pudrición y cuando vuelve a brotar una nueva rama, adquiere su porte y frente al viento, son las primeras que suelen partirse y caer.

Sánchez critica así que en numerosas ocasiones se hacen podas generalizadas de árboles por motivos de “seguridad entre comillas” pero advierte que no se tiene en cuenta que esos cortes generan pudrición de una zona del árbol, y cuando una rama crece, no está sujeta a todo el tronco sino solo a una parte de la rama cortada.

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De hecho, asegura que ”muy pocos” árboles por razones ”verdaderamente necesarias” se podan o talan, aunque ”muchas veces” se utiliza esa razón de ”riesgo para la seguridad como excusa”.

No obstante, reconoce que progresivamente en las administraciones locales aumenta la preocupación en materia de jardines y ha puesto de ejemplo a Madrid donde el Ayuntamiento puso en marcha a finales de 2015 la ‘Mesa del Árbol’, que sigue vigente a día de hoy como un modelo que, desde entonces, han copiado otros municipios.

Pese a ello, ha puesto de ejemplo el caso de una rotonda junto a un hospital en el que se han plantado pinos en pradera, junto a un césped con riego artificial. ”Sabemos que existe la posibilidad de que dentro de 30 o 40 años esos pinos se van a caer”, advierte, porque sus raíces compiten por el agua del césped y no profundizan, ya que tienen ”todo lo que necesitan en la superficie”: riego y abono.

En cuanto a las podas, defiende que la respuesta a las caídas de árboles en otoño no puede ser una poda generalizada en el mes de febrero en la que se tercie el arbolado, que además cumple otras funciones en las ciudades como limitar que el calor llegue al suelo en verano, mejorar la calidad del aire y reducir la contaminación y la salud de los ciudadanos.

El técnico del Real Jardín Botánico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas sí vincula indirectamente las caídas de ramas que se producen en verano y que se deben al déficit de agua en las ramas así como a una forma de viento distinta, ya que observa que en la actualidad llega ”más racheado” con un impacto para el que el arbolado no está preparado.

Sánchez asegura que los árboles en su ubicación se van preparando y fortaleciendo sus ramas durante su crecimiento en función de la incidencia del viento o la incidencia de luz, pero cuando llega sin avisar una de estas ráfagas sumado a que algunas ramas están podridas, no resisten el impacto.

Por ello, recomienda plantar los ejemplares en suelo profundo, con riego específico no diario y solamente durante los primeros años que llegue bien al cepellón para que la raíz vaya bajando a mayor profundidad y el ejemplar adquiera robustez para que el viento no lo venza.

Otro de sus consejos es que las podas sean muy selectivas, es decir, una rama que tape un semáforo o que suponga un riesgo pero “nunca” acometer una poda de riego generalizada en toda una calle.

(Información de Europa Press)

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