En los últimos meses, Netflix ha dado un paso de gigante en su expansión y confirmación como la plataforma de streaming puntera en todo el mundo. Mientras ha comenzado a introducir nuevos planes de suscripción y nuevas tarifas de suscripción, la plataforma también se ha encargado de mejorar su catálogo. En las últimas semanas, llamaba la atención a muchos usuarios la incorporación de series que no solo no son originales de Netflix, sino que además han pertenecido siempre a la compañía rival HBO. Hablamos de series como Hermanos de sangre, The Pacific o Ballers, y a los que ahora se ha unido una nueva, pero que no es una cualquiera, sino que está considerada por muchos como la mejor serie de todos los tiempos.
Se trata de Six Feet Under, o como se conoció en nuestro país, A dos metros bajo tierra. Estrenada en 2001, A dos metros bajo tierra se prolongaría hasta 2005, contando con 63 episodios en total. Ahora ha llegado a Netflix para redescubrirnos la historia de los Fisher, una desestructurada familia a cargo de una funeraria que en su episodio piloto tiene que lidiar con la muerte del patriarca de la familia, Nathaniel Fisher Sr. (Richard Jenkins). Cada capítulo empezará desde ese momento con una muerte, aunque como pronto veremos, la serie va de mucho más que dar sepultura a los fallecidos.
Te puede interesar: El motivo por el que ahora puedes ver series de HBO en Netflix
Hoy día hay muchos temas que han dejado de ser tabú en nuestra sociedad: la homosexualidad, la muerte, las infidelidades... pero en 2001 no solo no estaban a la orden del día, sino que lo cierto es que se prefería no tratarlos, especialmente en producciones de ficción. Un par de años antes había arrasado en los Oscar una película que ya trataba algunos de estos temas y que había sorprendido por su humor crudo y su capacidad para retratar la superficialidad e hipocresía de la sociedad de clase media. Aquella película no era otra que American Beauty, protagonizada por Kevin Spacey, dirigida por un debutante Sam Mendes y, sobre todo, escrita por un tal Alan Ball, que terminaría convirtiéndose en la gran mente detrás de A dos metros bajo tierra.
De esa exitosa experiencia, sumado a la reciente pérdida de su madre y su hermana, Ball se puso a escribir sobre una serie que lidiara con todos estos temas tan del día a día pero conflictivos a la vez, y encontró en HBO la cadena idónea para darle cabida. A lo largo de sus cinco temporadas, A dos metros bajo tierra se caracteriza por su retrato fiel del ser humano en todas sus contradicciones. Anticipó los personajes grises que tanto gustan hoy en día, y aunque puede que haya algunas cosas que no hayan envejecido del todo bien -a saber, ciertas banalizaciones del uso de drogas y enfermedades mentales-, es una serie que te hace plantearte muchas cuestiones vitales, que a veces te puede llevar al límite pero que también tiene el suficiente humor como para no sumirte en un pozo de angustia y desesperación.
Grandes actores y mejor final
Por si todo ello fuera poco aliciente, hay que decir que A dos metros bajo tierra estaba fundamentada también en el buen hacer de su reparto, en el que se encontraban algunos rostros bien conocidos hoy en día y otros sobre los que se ha perdido la pista. La serie arranca como decimos con la muerte del patriarca de la familia, interpretado por el gran Richard Jenkins (La forma del agua, La cabaña en el bosque), pero el reparto integra al resto de la familia Fisher: Nate (Peter Krause), David (Michael C. Hall), Ruth (Frances Conroy), y Claire (Lauren Ambrose), así como otros miembros destacados Keith (Matthew St. Patrick), Brenda (Rachel Griffiths) o Federico (Freddy Rodriguez), miembro indispensable de la funeraria.
A lo largo de la serie van apareciendo otros actores cuyos rostros resultarán muy familiares como Ben Foster (Comanchería), Rainn Wilson (The Office), Kathy Bates (Misery), Justin Theroux (The Leftovers) o Patricia Clarkson (Heridas abiertas). Además, no tendrás que preocuparte por un final abierto o decepcionante como en otras series, pues el final de A dos metros bajo tierra está considerado unánimamente como uno de los mejores finales de la historia de la televisión. Con todo eso en mente, ¿a qué esperas para ir a Netflix y redescubrir esya joya de la televisión contemporánea?