La isla más bonita y desconocida del Mediterráneo: un paraíso en mitad de un parque nacional

Su conjunto natural brinda numerosas playas, de las cuales algunas son de las más hermosas de Europa

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Porquerolles, la mayor de las islas de Hyères, en Francia (Wikimedia).
Porquerolles, la mayor de las islas de Hyères, en Francia (Wikimedia).

Un agua de un brillante color turquesa, una arena blanca y fina y un pinar son la tónica protagonista de la mayoría de islas del mediterráneo. Gracias a sus rincones mágicos y bellos paisajes se han convertido en destinos turísticos de primer orden, sobre todo durante el verano. En España contamos con algunas de las más preciadas de Europa, como son Formentera o Menorca, pero fuera de nuestras fronteras también se localizan auténticos paraísos que están esperando ser descubiertos.

Así, en aguas francesas se sitúa un trocito de tierra donde el tiempo se detiene y la naturaleza emerge como única acompañante. Estamos hablando de Porquerolles, la mayor de las islas de Hyères, a tan solo 20 minutos en barco de la Costa Azul. Un tesoro tan romántico como hermoso en el que celtas, ligures, griegos, romanos, piratas beréberes e incluso a Napoleón han pisado sus playas y disfrutado todos sus encantos.

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Un regalo de bodas

La belleza de la isla va ligada intrínsecamente a una hermosa historia de amor, pues en el año 1912, François Joseph Fournier, en la búsqueda del regalo perfecto para su esposa Sylvia, compró el paraje por alrededor de un millón de francos. Debido a esto, Fournier plantó para ella 450 hectáreas de viñedos, cientos de árboles y construyó Le Mas du Langoustier, una masía de color melocotón que a día de hoy es uno de los pocos hoteles donde dormir.

El matrimonio pudo disfrutar de Porquerolles hasta el año 1971, cuando Sylvia falleció y el gobierno francés compró la mayor parte de la isla. De esta forma, la convirtió en el parque nacional más antiguo de Francia, pudiendo preservar la gran fauna y flora que alberga. Así, a día de hoy, la isla pertenece al Parque Nacional de Port Cros, nombre con el que se denomina a la isla contigua.

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Esta cuenta con una dilatada historia en contra de los piratas berberiscos, pues hasta la década de 1630, hostigaron a la población. No sería hasta ese mismo periodo cuando el cardenal Richelieu mandó levantar fortines y torres para defenderse, tal y como explica el libro Islas del mundo de Lonely Planet. Sea como fuere, Porquerolles cuenta con alrededor de 300 habitantes y no está permitido edificar en la isla debido a la protección que le ofrece el parque nacional.

Un paraíso difícil de igualar

Si algo caracteriza a Porquerolles es el paraje paradisiaco que espera al visitante. La parte norte es una de las más turísticas debido a la belleza de sus calas de arena blanca y agua turquesa. Estas son La Courtade (la más grande y más cercana al puerto), La plage d’Argent, Langoustier y Notre Dame. La última es un oasis en la isla que se esconde bajo el cobijo del manto verde que le ofrece la bahía.

Para llegar hasta ella tan solo hay que realizar un viaje de 15 minutos en bicicleta, el transporte más común en la isla, y recorrer un bello sendero. Todo ello a través de un paseo que cruza viñedos, lavandas y pinares, que es toda una delicia. La imagen que ofrece es de postal, dejando a los visitantes con la boca abierta en todo momento.

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