Recorrer la Gran Vía se ha convertido en una actividad de alto riesgo, sobre todo si se produce en horas comprometidas del día. La arteria de Madrid fue, hace no mucho, un espacio en el que los grandes comercios hacían gala de sus prendas y productos. Una calle en la que la diversión se fusionaba con la personalidad, y que convertía a la ciudad en una amalgama de gustos dispares, pero a la vez complementarios. En la actualidad, la avenida principal es un conglomerado de franquicias que no se distingue de la de cualquier otra gran urbe. Los negocios que la convertían en algo marciano han ido, poco a poco, desapareciendo.
Para retrotraernos a un pasado no tan lejano, CentroCentro alberga, hasta el próximo 10 de marzo de 2024, la exposición No va a quedar nada de esto: un paseo por los rótulos y gráficos comerciales de las tiendas, bares y negocios que marcaron a la ciudad y que ya han bajado su persiana. La muestra está comisariada por el colectivo Paco Graco, un grupo de ciudadanos que recoge los neones y carteles de los negocios que cierran para “protegerlos y recuperarlos (ya sean feos, bonitos, históricos, recientes, de cualquier material) con el objetivo de, algún día, lograr un museo permanente de rótulos de Madrid y de otras provincias”, indican.
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La exposición muestra más de 150 de rótulos en lo que ellos mismos interpretan como un “cementerio de negocios”, un museo de tiendas y calles desplazadas que se convierte en testigo de lo que ha sido, y podría ser, el espacio público de la ciudad. No va a quedar nada de esto es, también, un paseo por la progresión estilística del diseño gráfico español: desde los neones amarillos que salvaban, con churros y chocolate, a los vampiros nocturnos, a las letras que anunciaban las últimas tendencias en moda o los dulces mejor horneados de la ciudad.
Además de rótulos y carteles gráficos, la muestra cuenta con otros elementos que conforman el imaginario colectivo de los negocios con nombre propio: cajas de luz, banderines, vidrios y las famosas servilletas de papel que se acumulaban bajo la barra de los comercios que servían la última cerveza incluso si la persiana ya estaba bajada.
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No va a quedar nada de esto “no es una exposición dedicada a la celebración de la excelencia en el diseño de los rótulos de antaño, no es un lugar para llorar los comercios desaparecidos, no es un cementerio de una ciudad que ya no existe. Es un espacio creativo nuevo y actual donde los rótulos dialogan entre ellos, y con la calle, y que tiene como objetivo generar una conversación intergeneracional para hablar del pasado, el presente y el futuro”, explica el colectivo.
La transformación de la ciudad
A través de la muestra, Paco Graco busca exponer cómo las grandes urbes cambian con el paso de los años y del uso que de ellas se hace. Las ciudades son testigos directos de los cambios estéticos, políticos y sociales que en ellas se producen.
La exposición muestra las gráficas comerciales de los últimos 90 años: con piezas de los años 60, de los 80 y del siglo XX. También se muestra la primera puerta de La Moda, de principios del siglo XX, o la Fca de Jabones de la calle Delicias 26, anterior a la Guerra Civil.
Se exhibirán rótulos muy reconocibles de Madrid, como el de Casa Benítez de Huertas, la sala Canciller de Ventas, Fajas Ruiz de Sol, Casa Poli del Barrio de Salamanca, la cafetería Somosierra de Bilbao, la pastelería Kayto de Vallecas, la Tienda ORTE del Barrio Quintana o la cafetería Zahara de la Gran Vía, todos ellos recogidos por el colectivo a lo largo de los últimos siete años.
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Sobre Paco Graco
Desde 2017, Paco Graco recoge gráficas comerciales de los muchos negocios que van cerrando en Madrid. El colectivo, formado por Alberto Nanclares, Mercedes Moral, Guillermo Borreguero y Zuloark. Se trata de un archivo vivo, tanto de los rótulos que aún están en las calles, como de aquellos que han sido rescatados, donados y recuperados de contenedores o de personas que se pusieron en contacto con ellos.
En 2019, Paco Graco promovió la fundación de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico, que hoy en día agrupa a más de 40 nodos en 30 ciudades en España y Portugal con el objetivo de intercambiar experiencias y hacer fuerza conjunta en la protección de este patrimonio.