Hace dos semanas que el Córdoba CF llora la pérdida de su jugador juvenil. Álvaro Prieto murió electrocutado tras tocar la catenaria de un tren en la estación de Santa Justa de Sevilla. Tras varios días de búsqueda, su cuerpo fue hallado el pasado 16 de octubre, cuando Televisión Española realizaba un directo para su programa mañanero desde la zona del suceso donde los cuerpos de seguridad estaban llevando a cabo la investigación.
El joven tenía 18 años. Viajó a Sevilla para pasar una noche de fiesta con sus amigos antes del festivo por el día de la Hispanidad del 12 de octubre. Tenía previsto regresar a Córdoba, de donde era, a primera hora de la mañana del día siguiente. Envió un mensaje a su familia, en el que notificaba que ya iba de regreso a casa: “Ya voy a la parada”. Sin embargo, perdió el AVE y se quedó sin batería en su móvil, lo que lo dejó incomunicado y sin saber muy bien cómo volver a casa. Lo intentó en otro tren sin el correspondiente billete, pero el personal de Renfe se lo impidió.
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Las cámaras de la estación grabaron al joven saliendo de la estación de Santa Justa, pero Álvaro volvió a tratar de acceder a las instalaciones por una zona restringida próxima a las vías del tren, según los últimos testimonios que vieron con vida al joven, que mostraba una actitud desesperada por poder volver a su ciudad. Fue en uno de estos intentos, en los que el joven se subió al techo del tren con la mala suerte de morir electrocutado al tocar la catenaria.
Su muerte conmocionó a todo el país, que estaba volcado con la búsqueda del joven. Sus familiares y amigos lo despidieron entre lágrimas y desolados. Su equipo de fútbol, el juvenil del Córdoba, lamentaba profundamente la pérdida de su jugador y mandaba ánimos a la familia. El último en manifestar la tristeza ha sido el que fuese su entrenador en el equipo, Pedro María López Giraldo, quien ha emitido una carta de despedida para el chico.
Carta de despedida
“Quiero decirte tantas cosas que no sé por dónde empezar. Ya han pasado 17 días desde que no estás con nosotros y te quiero contar que hoy hemos empezado a competir de nuevo (hemos perdido 3-1), pero para mí eso no tiene importancia, ya que tus compañeros lo han dado todo para dedicarte la victoria, que llegarán muchas seguro”, comienza la carta de López Giraldo.
En ella, recuerda “esos entrenamientos en los que al iniciar la carrera continua ya le estabas pegando a la puerta para cabrearme” o aquella vez en las que el joven olvidó las botas y “tus compañeros me dijeron que estabas en el fisio”. Recuerda con nostalgia y dolor el tiempo compartido con su jugador, a quien estaba formando. “Esos días de lluvia que llegabas en manga corta y te encantaba entrenar”, señala en el escrito.
“Te echo tanto de menos que no se me va tu imagen de la cabeza, de la última conversación que tuvimos en la que me dijiste que nos íbamos a meter en la Copa del Rey y que íbamos a jugar contra los grandes, pero lo que no sabías es que el grande eras tú”, continuaba escribiendo con notoria emotividad.
Bien seguro que la pérdida de Álvaro ha afectado al equipo, López confiesa que sigue “mirando la portería” para ver si aparece y decir “mira, ahí está mi nene, ya llega la alegría del equipo”. “No sé como voy a recuperar este vacío que has dejado en mi corazón. Desearía tener una varita mágica para dar marcha atrás en el tiempo y volver a tenerte a mi lado. Pero me despido de ti porque allá donde estés nos vas a cuidar y vas a velar por nosotros”, continúa escribiendo para despedirse con un “hasta pronto. Te quiere por la eternidad tu míster. Besos al cielo, besos a mi eterno nene 18. Por ti y para ti”.