Se ha convertido en una de las sorpresas de la temporada y suena para colarse en la próxima temporada de premios como la película indie que rompe los corazones de los espectadores y que ha conseguido el aplauso de la crítica por su capacidad para contar con sencillez y emoción una historia de amor a lo largo del tiempo.
Es la ópera prima de la dramaturga y guionista coreano-canadiense Celine Song y está auspiciada por la productora de moda A24, que logró el año pasado romper las expectativas gracias a Todo a la vez en todas partes, en la que tema de la inmigración, como ocurre en este caso, resulta fundamental.
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Vidas pasadas nos retrotrae a Corea del Sur cuando los personajes son pequeños. Nora y Hae Sung son amigos en el colegio y mantienen un vínculo muy especial hasta que la familia de la niña decide trasladarse a Canadá para buscar un futuro mejor. Se separarán y no volverán a saber el uno del otro durante mucho tiempo, hasta que se pongan en contacto a través de las redes sociales y comiencen a intercambiar mensajes. Será un momento para recordar aquella relación tan bonita y pura que tuvieron. ¿Y si volvieran a verse?
Un romance suspendido en el espacio y en el tiempo
A Nora la interpreta Greta Lee (la amiga de looks imposible de Natasha Lyonne en Muñeca rusa) y a Hae Sung, Yoo Teo, el protagonista de Leto, de Kirill Serebrennikov. Y, junto a ellos, John Magaro (First Cow), que encarna a la actual pareja de Nora y que tendrá que resignarse al encuentro entre los antiguos amigos, a pesar del peligro que supone que entre ellos pueda surgir de nuevo la chispa.
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¿Cuál es el secreto de la película? Que todos podemos sentirnos conectados con ella. Todos tenemos a una persona que fue especial durante la infancia o la adolescencia, que se convirtió secretamente en nuestro primer amor y con la que, en algún momento, hemos podido fantasear sobre un posible reencuentro en el futuro.
En realidad, la película, se encarga de dotar de significado a los pequeños momentos cotidianos que podrían convertirse en extraordinarios si les diéramos un valor diferente. He aquí la sutil poesía que impregna el relato casi sin que nos demos cuenta, de forma delicada, evocadora y reveladora.
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Durante el pasado Festival de San Sebastián, la directora decía que el villano de la película era el tiempo transcurrido, más de veinte años, y el Océano Pacífico que se había encargado de separarlos. Por eso la identidad, también se convierte en un tema central en la película, de cómo, de alguna forma, el sentimiento de pertenencia cultural o de extrañeza marca de alguna manera.
Vidas pasadas está basada en algunos recuerdos y sensaciones que experimentó Celine Song como mujer que ha emigrado a los Estados Unidos e intenta recuperar algunos vínculos con su pasado. Y a partir de ese sustrato emocional, compone una de esas películas que se quedan clavadas en la memoria, al mismo tiempo que hacen reflexionar y sentir.