El Día de todos los Santos quizás no sea la jornada más representativa para las celebridades que aquí se recogen, pero es el día en el que los españoles recuerdan a quienes se fueron. Una fiesta católica que tiene ese fondo humano y pagano de llorar a los muertos y sentir las ausencias.
Los cementerios de España se inundarán de crisantemos blancos, pero también es un día para hacer memoria sobre quienes trajeron prosperidad y lucharon por un país mejor. También para aquellas que, simplemente, son historia de la cultura.
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Las 13 Rosas
Las 13 rosas fueron un grupo de mujeres, algunas parte de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que fueron fusiladas por la dictadura de Francisco Franco en Madrid el 5 de agosto de 1939, tras finalizar la Guerra Civil e iniciarse un proceso de persecución política y social.
Carmen, Martina, Blanca, Pilar, Julia, Adelina, Elena, Virtudes, Ana, Joaquina, Dionisia, Victoria y Luisa fueron asesinadas por la dictadura. Sus cuerpos nunca han sido encontrados, aunque varias fosas comunes en el Cementerio de La Almudena guardan indicios probables de que podrían albergar sus restos. Aun así, la memoria democrática guarda espacio para ellas. En 1988 se colocó la primera placa conmemorativa en la tapia del cementerio de la Almudena, en un lugar cercano a donde fueron fusiladas. Posteriormente, en 2009, se conmemoró el 70 aniversario de su fusilamiento con otra placa en la que sí que aparecen el nombre y apellido de las Trece Rosas.
Clara Campoamor
El sufragio femenino fue una victoria social que en España llegó de la mano de su activismo político, que ejerció con la fundación de la Unión Republicana Femenina. La Constitución de 1931 recogió por primera vez este derecho, pero también fue partícipe de otros avances como la Ley del Divorcio un año después, así como posturas que propugnaban la abolición de la prostitución.
Campoamor tuvo que huir de España durante la Guerra Civil y murió exiliada en Suiza, muy lejos de su Madrid natal. Su fallecimiento en 1972, décadas después de verse forzada a abandonar su patria, impidió que sus restos fueran trasladados con normalidad, culpa del franquismo aún vigente. Sus restos fueron incinerados y las cenizas se trasladaron de forma clandestina al país y días después trasladadas al cementerio de Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa). Allí se conservan en el panteón de la familia Monsó Riu.
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Emilia Pardo-Bazán
Emilia Pardo-Bazán, la coruñesa más célebre de la historia de España, murió en 1921 en Madrid tras una diabetes. La autora de Los Pazos de Ulloa y primera mujer en ingresar como socia en el Ateneo de Madrid es una de las grandes plumas de la literatura española, reconocimiento que, pese al ostracismo al que se acostumbra a las mujeres, supo torear con éxito.
La escritora dejó sus preferencias para la posteridad y quería ser enterrada en la Torre de Meirás, pero los hechos tras su fallecimiento fueron muy diferentes. Su funeral se celebró en la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora de la calle Goya y su sepultura, actualmente, descansa en el Sacramental de San Lorenzo y San José, en el barrio de Carabanchel, tal y como se puede comprobar en la web de la Real Archicofradía Sacramental de San Lorenzo y San José. Se puede visitar.
La Pasionaria
Dolores Ibárruri Gómez, tal vez la comunista más relevante de la historia de España, luchadora antifranquista y diputada en las cortes durante la II República hasta el golpe de Estado franquista, tuvo que exiliarse a la Unión Soviética, dado que su figura era un claro objetivo del fascismo.
Nacida en Vizcaya, murió en Madrid el 12 de noviembre de 1989. La Pasionaria pudo volver a España tras la reinstauración de la democracia y volvió a obtener un escaño. Ya retirada de la política, murió y sus restos fueron depositados en el cementerio civil de La Almudena.
Hay homenajes a la figura de Ibárruri por toda Europa, más aún en diferentes puntos de España. La mítica frase de la resistencia republicana, No Pasarán, aunque no fue la primera en pronunciarla, fue quien la promulgó y popularizó hasta nuestros días.
Lola Flores
La trascendencia de Lola Flores no es política ni activista, pero su trascendencia en la memoria artística de España la coloca como una de las mujeres más importantes de España. La Faraona murió con 72 años en 1995 y su muerte trajo una especie de maldición a la familia, puesto que su hijo Antonio Flores fallecía catorce días después por una sobredosis.
Elevar el flamenco a casi una cuestión de Estado y sus raíces gitanas ayudaron a visibilizar un colectivo históricamente maltratado en España. Sus restos también descansan en el cementerio de La Almudena, en un panteón familiar donde también se levantaron dos esculturas de bronce, detrás de la capilla principal.
En esas figuras se aprecia la fuerza y el poderío de la bailaora, que ha pervivido en la memoria popular hasta nuestros días, y al lado aparece su hijo Antonio, guitarra en mano, entonando alguna copla que permite a su madre volver a lucirse en el escenario.
Federica Montseny
La madrileña es una de las voces anarquistas más importantes en la España del s iglo XX. Su influencia llegó hasta formar parte del Ministerio de Sanidad durante la II República, pero el estallido de la Guerra Civil forzó a Montseny al exilio.
Desde Francia, concretamente Toulouse, la primera mujer al frente de un ministerio en España, hizo oposición al franquismo y con la restauración de la democracia aprovechó su regreso para ser una ferviente opositora a los Pactos de la Moncloa y apoyar a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en su actividad política.
Al morir, en 1994 con 88 años, sus restos se depositaron en la ciudad que la acogió cuando no era bienvenida en España. Una lápida en el cementerio de Saint Cyprien, lugar en el que también hay un memorial para los exiliados españoles que huyeron durante la explosión fascista en España, guarda respeto y memoria para la ministra.