Así se hereda una hipoteca: cómo se reparte el préstamo entre los herederos

Los españoles no siempre tienen dinero para comprar una vivienda. La solución más habitual, pese a la subida de los tipos de interés, suelen ser las hipotecas, que permiten reunir el capital completo para adquirir una casa o un apartamento sin demasiada demora. El préstamo, no obstante, lleva asociados unos intereses que se tienen que liquidar con el paso de los años. Los bancos ponen cada vez más trabas para conceder este tipo de créditos y los clientes se ven obligados a buscar otras alternativas. Las herencias pueden ser una buena opción, pero cuando los dos fenómenos se juntan, surgen las preguntas. ¿Qué ocurre si los herederos reciben un inmueble con la hipoteca a medio pagar?

Si el préstamo está a nombre de una sola persona y esta fallece, la familia tiene que hacerse cargo de la deuda, excepto cuando no tiene ningún interés en conservar la propiedad hipotecada. Los herederos tienen que saber que no solo tienen derecho a los bienes del fallecido, sino que también entran en juego las obligaciones y los impagos. Los descendientes de la persona causante tienen varias opciones cuando deciden aceptar el legado con todas sus consecuencias.

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En caso de que la herencia llegue con una hipoteca, lo primero que tienen que hacer los herederos es acudir al banco y cambiar la titularidad del préstamo. Este trámite se conoce técnicamente como subrogación de deudor y consiste en cambiar el nombre del cliente, pero sin modificar ni el crédito ni sus condiciones. El movimiento tiene una comisión de entre el 0,1% y el 1% del total del préstamo. La entidad podrá solicitar una serie de garantías adicionales si el perfil económico de los nuevos titulares tiene más riesgo que el de la persona causante. La vía rápida para no tener que asumir este sobrecoste es rechazar la herencia, aunque los familiares perderán toda la masa patrimonial recogida en el testamento.

El Banco de España explica en su página web que, cuando los herederos aceptan la herencia, independientemente de las deudas, suele constituirse una sociedad de bienes hasta que se acuerda la partición de las propiedades entre todos los descendientes. Los herederos, no obstante, tienen derecho a comprobar la situación financiera del fallecido antes de poner en marcha cualquier trámite. La propiedad y la hipoteca se dividen normalmente a partes iguales entre todos los herederos y la deuda se reparte del mismo modo. Por ejemplo, si los herederos son dos hermanos en igualdad de condiciones, las cuotas del préstamo se repartirán al 50% entre ellos. Si uno de los herederos ha fallecido, sus descendientes tienen que asumir la parte correspondiente de la hipoteca.

Las entidades bancarias están obligadas a mantener las mismas cuotas mensuales, la duración de la hipoteca y los tipos de interés. No obstante, existe la posibilidad de que los familiares llamados a recibir la herencia pacten que solo una o varias personas se van a quedar con el inmueble. En estos casos, los descendientes pierden el derecho de mantener intactas las condiciones del préstamo y tienen que renegociar con el banco una serie de cláusulas. El pago de la hipoteca y el consecuente Impuesto de Sucesiones corren a cargo del heredero que decide quedarse con el inmueble.