Los aviones de combate Harrier AV-8B+, los únicos cazas que posee la Armada, tienen los días contados. Según los planes de la fuerza naval española estas aeronaves, que fueron incorporadas en los años ‘80, están en el el último tercio de su vida útil y su baja está prevista para 2030. Previo a esa fecha ya tendría que estar cerrado y en marcha el contrato de compra de su reemplazo, el cual no puede ser otro que el F-35 de origen estadounidense y que, a pesar del silencio al respecto que existe desde la cartera de Margarita Robles, es algo que hace tiempo no esconden en la Armada.
El tiempo apremia, sobre todo si se tiene en cuenta que, una vez que el Ministerio de Defensa decida llevar a cabo la adquisición, “habrá unos tiempos de espera en función de la demanda y la capacidad de producción de las líneas de montaje”, ha explicado el comandante de la flotilla de aeronaves (Floan), capitán de navío José Emilio Regodón Gómez, en una entrevista difundida en el último número del Boletín Informativo para Personal de la Armada (BIP). De acuerdo a Regodón, la sustitución de los 11 Harrier que posee España es aún más acuciante dado que pronto el país se convertirá, dado la transición de la Marina Militare de Italia y la Marina de Estados Unidos al F-35, en el único operador de este avión, lo que supondrá dificultades a la hora de mantener las aeronaves.
Te puede interesar: España ultima el relevo de sus soldados en Líbano en plena escalada del conflicto entre Israel y Hizbulah
La posibilidad de que España se sumara a la lista de clientes del avión de combate que fabrica la empresa estadounidense Lockheed Martin siempre ha estado sobre la mesa, pero comenzó a cobrar mayor fuerza en los últimos dos años. Lo cierto es que el F-35, en su versión B, es el único caza disponible en el mercado con capacidad de despegue y aterrizaje vertical, una característica fundamental que deben tener los aviones de la Armada para hacer viable su despliegue desde el buque anfibio portaaeronaves LHD Juan Carlos I. “No hay más que un modelo posible: el F-35B”, ha sentenciado Regodón.
F-35 también para el Ejército del Aire
A finales de 2022, aunque sin señalarlo directamente, el Ministerio de Defensa despejó las dudas respecto al F-35 al dividir en dos programas distintos la renovación, a final de ésta década, de la flota de 60 cazas F-18 del Ejército del Aire. Por un lado, el denominado proyecto Halcón II por 25 Eurofighter, valorado en 4.500 millones de euros, y, por el otro, un nuevo programa en el que se incluye también el sustituto de los Harrier, con un presupuesto de 6.250 millones.
Te puede interesar: Así es el FCAS, el caza europeo del futuro en el que ya trabajan España, Francia y Alemania
El hermetismo sobre esta compra responde a que al Gobierno siempre la visto contradictoria con su política de vincular el gasto militar a la generación de empleo local y como una apuesta por la industria sino española al menos europea. Adquirir el F-35 supondría volver a depender de la industria militar de Estados Unidos, en un producto tan sensible como aviones de combate, cuya elevada inversión no tendría un retorno directo en la economía española.
De no avanzar con la compra del caza estadounidense, la Armada perdería una importante capacidad, algo que pondría en entredicho toda su estructura naval, como el propio comandante de la Floan ha explicado: “Perder el ala fija embarcada supondría un paso atrás en nuestro nivel de ambición. El LHD Juan Carlos I puede estar operando en cualquier lugar del Atlántico o el Mediterráneo, y sus aviones ofrecer -la capacidad de- patrulla aérea de combate a la fuerza naval, apoyar a nuestra Infantería de Marina en sus desembarcos, combinar su potencia de fuego con las de las unidades de superficie o submarinas para ataques coordinados sobre otras fuerzas navales enemigas, o atacar blancos a miles de kilómetros tierra adentro. Esa flexibilidad estratégica sólo la aporta un ala aérea embarcada de reactores de ala fija”.
Características de los Harrier
La flota de 11 Harrier AV-8B+, el primer caza del mundo capaz de despegar y aterrizar verticalmente o en pistas cortas, conforma la Novena Escuadrilla de Aeronaves de la Armada, con sede en la Base de Rota, en Cádiz. Este caza posee un ancho de ala de 9,2 metros, tiene un techo de vuelo de 41.000 pies, puede alcanzar velocidades de Mach 1 y presenta una autonomía de hasta diez horas de vuelo. El armamento del avión de combate de la Armada consiste en misiles aire-aire y aire-tierra, bombas de caída libre u de precisión por guiado láser o GPS, cohetes y un cañón de 25 milímetros.
A pesar de que estas aeronaves están próximas al fin de su vida operativa, Regodón ha asegurado que “están aún en condiciones de seguir aportando sus capacidades y no dejamos de mejorarlos en lo posible. Por ejemplo, se está completando la instalación del modo 5 de IFF en toda la flota, y no se descartan otras mejoras de aviónica, sistemas y armas para que siga siendo un medio relevante hasta su baja”.