Misma Constitución, dos Españas: Leonor frente a un país completamente distinto ante el que juró Felipe VI en 1986

Leonor, princesa de Asturias, cumple 18 años y como corresponde, se debe hacer cumplir el artículo 61.2 de la Constitución ante Las Cortes Generales como símbolo de la soberanía nacional. Leonor jurará guardar y hacer guardar la Constitución con lealtad al Rey, igual que hizo su padre. Pero aquel Congreso y aquella España nada tenían que ver con el Congreso y la España de 2023. El país ha cambiado por completo.

En aquel momento, en el Congreso había más testosterona que cigarrillos. En la II Legislatura, solo recogieron su acta de diputada 23 mujeres. El resto, 329, eran hombres. Se podía fumar en los hospitales y colegios —en los parlamentos también— y el colectivo LGTBI ni estaba, ni se le esperaba.

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En 1986 no era posible saber cuántas mujeres eran asesinadas por violencia machista. Se empezaron a contabilizar en el año 2003. No sería hasta diez años después de la jura que España empezaría a tomar conciencia sobre la violencia que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo.

Un año antes de la mayoría de edad de Felipe VI se aprobó, bajo el Gobierno de Felipe González, la primera ley del aborto. Aunque supuso un avance importantísimo en la materia de derechos de las mujeres, no fue hasta 2010 cuando entró en vigor, con José Luis Rodríguez Zapatero, la primera ley de plazos, dejando caduca la de normativa de supuestos, una ley que es considerada por el movimiento feminista como la consagración de su lucha por garantizar este derecho.

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Cinco años antes de la entrada en vigor de esta norma, en 2005, el Congreso aprobó la ley del matrimonio igualitario, un texto legal que equipara en derechos a las parejas heterosexuales con las parejas del mismo sexo. Un año después se hizo efectiva la primera ley trans de la historia de España, una legislación que completó el Ministerio de Igualdad en 2023.

En 1986, a diferencia de 2023, el CIS preguntaba sobre la monarquía. El rey Juan Carlos I era considerado una de las principales figuras políticas responsables de la instauración de la democracia en España. Para más del 70% de los encuestados había sido “muy importante” o “bastante importante”.

Además, en el barómetro del VII aniversario de la Constitución, el CIS preguntó a los españoles si “el rey había logrado ganarse la confianza de los ciudadanos, incluso de aquellos que no vieron con buenos ojos la monarquía en un principio”. También planteó si “el rey ha probado que la monarquía podía cambiar y adaptarse a las exigencias de la sociedad española”. Ante estas afirmaciones, en todas, más del 60% de los encuestados reconoció sentirse “bastante de acuerdo” y “muy de acuerdo”.

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En 2021, una macro encuesta de 40 dB financiada por diferentes medios de comunicación concluyó que un 39,4% de los españoles apostarían por la república. Sin embargo, los que optan por la monarquía tan solo serían el 31% de los votantes. El resto de electores se abstendría, votaría en blanco o no manifiesta no saber o preferir no contestar.

Durante estos 36 años, la sociedad española ha asistido a un continuo escenario de tragicomedia real. El rey Juan Carlos, en 2012, durante lo peor de la crisis económica, viajó a Botsuana para cazar elefantes con su amante y el hijo de ella. Las sospechas sobre la pulcritud de las acciones del jefe de Estado se extendió rápidamente: cuentas bancarias en paraísos fiscales, supuestos testaferros o su posible participación en la trama Nóos, aquella que acabó con Iñaki Urdangarin entre rejas y dejó imágenes tan históricas como la infanta Cristina declarando ante un tribunal. En 2020, la situación se hizo insostenible y Juan Carlos decidió mover su residencia a Emiratos Árabes Unidos.

No acudirá al Congreso de los Diputados, pero sí participará en la fiesta de cumpleaños en el que toda la familia se reunirá para celebrar la mayoría de edad de la heredera al trono.

Es, sin duda, en el plano político, el cambio más significativo. España, en 2015, dejó de ser un país bipartidista en términos electorales, para pasar a un sistema multipartidista, y acabar instalándose en la política de bloques: o la derecha o la izquierda.

El movimiento tectónico de la cultura democrática de España ha afectado también al rey Felipe VI. Durante el reinado de Juan Carlos I, el monarca se limitó a reinar un país con escasa representación más allá del PP y el PSOE. Aunque siempre han gobernado, las condiciones para llevar a cabo su labor ejecutiva han cambiado sustancialmente, cuestión que nunca afectó de manera sustancial. En cuarenta años, tan solo celebró 10 rodas de contactos con los grupos parlamentarios.

Su hijo, desde 2014, ha gestionado nueve rondas de consultas con los partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados. El cambio es significativo, una modificación que ha supuesto escenarios nunca vistos en democracia: repeticiones electorales, un Gobierno de coalición y, por lo que parece, esta legislatura la gobernará, por primera vez, un partido político que no ganó en número de votos en las elecciones.

La relación entre la monarquía y los partidos también ha cambiado. En 1986 tan solo se ausentó del acto el diputado de ERC, Francesc Vicens. Hoy, la imagen será bien distinta: Junts per Catalunya, ERC, EH Bildu, PNV y el BNG han anunciado que no estarán para mostrar su protesta ante la institución. Entre los presidentes autonómicos ocurrirá algo parecido, mientras que en 1986 estuvieron presentes José Antonio Ardanza, de Euskadi, y Jordi Pujol, de Cataluña. Ni Iñigo Urkullu ni Pere Aragonés acudirán.