La margarita de la fecha de la investidura de Pedro Sánchez sigue sin deshojarse. Diferentes pasos, en varias direcciones y desde hace dos meses, llevan a los socialistas hacia la calle del éxito para reeditar el Gobierno de coalición con Sumar, pero con la negociación encarando la recta final, cualquier movimiento se mira con detalle. El PSOE tiene ganas de fijar la investidura y que esta sea la próxima semana, una fecha con la que sueñan en las filas socialistas desde hace varios días.
Si algo reflejan las últimas acciones es que el viento sopla a favor. La novedad más reciente, de hecho, está cargada de simbolismo y la elección del momento no es baladí: la esperada reunión de este lunes en Bruselas entre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, con Carles Puigdemont en las dependencias que los diputados de Junts per Catalunya/Lliures per Europa.
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La cita, enmarcada en las conversaciones que mantienen ambos partidos para las “condiciones” de la investidura de Sánchez, constató que dichas negociaciones “avanzan en la buena dirección”. Por ello, “se han emplazado a seguir hablando en los próximos días”, tal como añadieron fuentes de la dirección nacional del partido socialista.
Pese a estos gestos, en Ferraz descartan fijar todavía la fecha de la investidura para no hacer descarrilar la negociación, que entra en tiempo de descuento. “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”, repiten en Moncloa hasta la saciedad. En cualquier caso, después de que Pedro Sánchez abrazara la amnistía en el Comité Federal del partido el pasado sábado, los socialistas dejan la pelota en el tejado de sus eventuales socios parlamentarios.
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A excepción de Sumar y EH Bildu, ERC, Junts, PNV y BNG no han anunciado todavía su apoyo. “Es el turno de los grupos parlamentarios”, retó la ministra portavoz en funciones, Isabel Rodríguez. “El presidente del Gobierno fue muy claro en calidad de candidato a la investidura”, añadió este lunes para incidir en el camino recorrido por el PSOE con su dirigente al frente. Y es que, el líder socialista dio el paso definitivo con la justificación de la amnistía a pesar de que hasta hace tres meses no solo no entraba en sus planes, sino que no había margen constitucional para ello.
La coyuntura actual está detrás del cambio de opinión del líder socialista, y así lo manifestó sin tapujos: “La pregunta que debemos hacernos y responder a la sociedad española es muy sencilla, ¿ha cambiado algo en la realidad que justifique un cambio por nuestra parte? La respuesta es sencilla: Sí, las elecciones del 23 de julio”.
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Explicado el cambio de planes con “claridad”, fuentes socialistas de la negociación evitan ofrecer detalles sobre en qué consistirá esa eventual ley de amnistía porque “todavía no hay un acuerdo cerrado”. Y, a la espera de cerrar los últimos flecos que afectan a esta y otras exigencias, los partidos nacionalistas e independentistas apuran los últimos compases de las conversaciones para tratar de llegar lo más lejos posible en sus aspiraciones.
ERC trata de marcar perfil propio en las negociaciones
El PSOE juega con más ventaja (especialmente después de mostrarse abierto a apoyar la amnistía) dada la predisposición tan elevada entre las diferentes fuerzas del arco parlamentario a decantarse por Sánchez ante el temor de que una repetición electoral vuelva a dar alas a PP y Vox. Si bien, el secretario general socialista no solo quiere asegurarse la investidura; también la legislatura, por lo que el margen para conseguir las reivindicaciones restantes se estrecha. El “ahora o nunca” impregna el camino a la investidura más allá de que posteriormente se libren otras batallas que queden relegadas ahora, como la cuestión de la unilateralidad que piden los independentistas y el PSOE rechaza abiertamente.
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Dentro de la idiosincrasia de las negociaciones, el perfil bajo de Junts, empoderado por la reunión de Puigdemont con el número tres socialista, contrasta con las advertencias públicas de ERC, que trata de marcar perfil propio para no quedarse fuera de la foto. Los republicanos se han volcado en los últimos días para airear sus diferencias. “La semana pasada lo decíamos: no vamos bien. Es cierto que en últimos días se han intensificado las negociaciones, pero estamos lejos de este acuerdo”, sostuvo este lunes la portavoz de ERC, Raquel Sans.
Además de la “subcarpeta” de la amnistía, para la que reclama que sirva de “solución total al conflicto”, los republicanos se han centrado en la necesidad de un “traspaso integral” del servicio de Rodalies y una “mejora” de la financiación para hacer frente al “déficit fiscal crónico de 22.000 millones de euros” que sufre Cataluña. Estas dos cuestiones estarían ralentizando las negociaciones, según critican fuentes del partido de Oriol Junqueras.
“Estamos en días decisivos y no entraremos en negociaciones de última hora”, recordó Sans aparte de reconocer gestos recientes “positivos” como que Sánchez pronunciara “explícitamente” la amnistía o la atención de otras reivindicaciones “históricas”, como el anuncio del acuerdo entre la Conselleria de Territorio y el Gobierno para los convenios de pacificación de la N-II en el Maresme o el desarrollo de dos intercambiadores ferroviarios en el Vallès.
Aparte del hermetismo en las conversaciones entre el PSOE y Junts, el apagón se instala en el PNV, que hace una semana se pronunció para criticar el acuerdo del PSOE con Sumar. “Insistimos en lo complicado de la investidura por el número de agentes que implica y que, precisamente por ello, debemos ser muy cuidadosos en los acuerdos y no imponer agendas propias que pueden chocar con la de otros”, remacharon fuentes del grupo jeltzale acerca de algunos asuntos incluidos en el pacto de gobierno que puedan suponer “invasión de competencias”.
El PSOE asume que la “escenificación” se instalará a lo largo de estos días, algo que en política suele abocar el desenlace hacia un final feliz.