María del Pilar Cuesta Acosta, más conocida como Ana Belén, es una de esas artistas capaz de traspasar generaciones, de ser un icono de la Transición y también de la Generación Z. En 2017 recogió el Goya de Honor por toda su carrera cinematográfica y ahora será la encargada de presentar la gala de los Premios de la Academia junto a Los Javis, el tándem formado por Javier Ambrossi y Javier Calvo, quizás los creadores que mejor conectan con la juventud en la actualidad gracias su obra teatral La llamada y a sus series Paquita Salas y, ahora, La mesías.
Se trata de una unión que se prevé triunfadora: la experiencia de una gran dama de la canción y la interpretación junto a la inteligencia y desparpajo de dos jóvenes que han dado la vuelta a la ficción televisiva contemporánea y que son expertos en comunicarse a la perfección con las grandes audiencias gracias a sus apariciones televisivas, desde Operación Triunfo a Mask Singer.
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Su himno durante la pandemia que conectaba con sus inicios
No es la primera vez que Ana Belén resucita como ídolo transgeneracional. En pleno confinamiento, su canción Agapimú alcanzó la categoría de himno de resistencia gracias a la versión online que grabó el grupo Ojete Calor, convirtiéndose en un acontecimiento en redes en tiempos de pandemia. De ese modo, su tema alcanzaría una categoría de icono dentro de la cultura popular inesperada, convirtiéndose su aparición junto al dúo en el masivo concierto del Wizink Center en un auténtico acontecimiento.
Y es que Ana Belén siempre ha estado ahí, desde que era pequeña cuando protagonizó con apenas 12 años Zampo y yo hasta el éxito de Netflix Un cuento perfecto. Cantaba y actuaba, dos requisitos imprescindibles para hacerse un hueco en el panorama artístico de los años sesenta, pero ella supo superar su etapa de estrella infantil y abrirse paso a otras facetas en sus posteriores etapas, dejando de ser niña prodigio para consolidarse como una artista total.
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Con 15 años debutó en el Teatro Español gracias a Miguel Narros y desde las tablas se haría un nombre de prestigio. Supo más o menos sortear el destape al mismo tiempo que comenzaba su carrera musical en los setenta, convirtiéndose además en cabeza visible del Partido Comunista de la época junto a su marido Víctor Manuel, con el que contrajo matrimonio en 1972 y con el que compartiría un tándem imparable.
De finales de los setenta es precisamente Agapimú, una versión de la gran cantante italiana Mia Martini que se convertiría en uno de sus primeros grandes éxitos y que ahora ha tenido una segunda juventud. Por supuesto, ahí están también dentro de su nómina temas que marcaron su momento, como La muralla, España camisa blanca de mi esperanza o La puerta de Alcalá.
Icono de la contracultura de la Transición a nuestros días
En cine supo rodearse de los mejores directores del momento a través de películas que forman parte de un gran momento de eclosión creativa. Con Jaime de Armiñán participó en El amor del capitán Brando, con Pedro Olea firmó Tormento, con Pilar Miró, La petición. Se atrevió con todo, incluso con La criatura de Eloy De la Iglesia, demostrando que era capaz de arriesgarse con el cine más outsider.
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Los ochenta confirmaron su talento: la serie Fortunata y Jacinta, Demonios en el jardín, de Manuel Gutiérrez Aragón, La colmena y La casa de Bernarda Alba, de Mario Camus, La corte del faraón y Divinas palabras, de José Luis García Sánchez.
Ha sabido adaptarse a cada momento. Por eso, en los noventa, brilló en la comedia gracias a El amor perjudica seriamente la salud, pero también daría dos de sus interpretaciones míticas a las órdenes de Vicente Aranda en La pasión turca y Libertarias, en la que volvía a poder de manifiesto su compromiso político.
Ana Belén ha roto las barreras y sigue activa en todas sus facetas. Hace poco la veníamos en las tablas con Romeo y Julieta despiertan... junto a José Luis Gómez. Porque lo clásico y lo moderno conviven en ella sin problemas de continuidad.