Aitana Bonmatí, a las puertas de un Balón de Oro con el que vengar a sus ídolos Xavi e Iniesta

A los 25 años, el ejercicio de madurez que la centrocampista catalana ha protagonizado este 2023 le ha llevado a ser estelar tanto con el Barça como con la España campeona del mundo, convirtiéndose en la principal favorita para hacerse con el premio este lunes

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Aitana Bonmatí en acción contra
Aitana Bonmatí en acción contra Italia (EFE/EPA/MASSIMO PICA)

Esos locos bajitos que hicieron campeona del mundo de fútbol a España por primera vez en 2010 se ganaron el reconocimiento planetario a base de su importancia capital tanto en el FC Barcelona como en la selección. Xavi e Iniesta fueron admirados de forma unánime por cómo jugaron e hicieron jugar a estos dos equipos en el momento cumbre de sus carreras. Sin embargo, no hubo Balón de Oro para ninguno de ellos. Lo que ambos no sabían es que, gracias a su virtuosismo sobre el césped, germinaron el premio que a todas luces ganará ahora una heredera incontestable de su estilo. Arrolladora también con las camisetas azulgrana y española, igualmente reina mundial junto a sus compañeras pero en 2023: Aitana Bonmatí.

En un deporte rey mayoritariamente hecho para ellos, decidió que ayudaría a cambiar las tornas desde dentro para que ellas pudieran gozar del protagonismo que se merecían. La centrocampista catalana no lo tuvo fácil, puesto que sus inicios como jugadora fueron entre niños. No le dieron otra opción, e incluso sufrió por ello: que le diera patadas a un balón en compañía de personas del sexo contrario resultó algo digno de insultos para algunos. De profesionalismo, ni hablar por aquel entonces en lo que respecta a las futbolistas. Aunque, a base de tesón y calidad, los elogios serían multitud años después para Bonmatí.

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A los 25, puede jactarse de haber conseguido que sea lícito, de forma unánime, que una niña sueñe con ganarse la vida con el esférico y pelee por ello. Como siempre lo fue en el caso de los hombres. Además, ella y toda una generación de grandes estrellas, españolas y foráneas, han roto las barreras suficientes como para que el balompié femenino esté, en nuestros días, en el punto más profesional que se le recuerda. Una suerte de nueva era que en España lideraron primero Alexia Putellas y, a continuación, Aitana.

Bonmatí en un entrenamiento con
Bonmatí en un entrenamiento con España (REUTERS/Susana Vera)

Un año para el recuerdo

A su última temporada no se le puede poner ni un ‘pero’. Ya venía dando muestras de un talento cuantioso, pero lo ha confirmado de manera definitiva en los que sin duda han sido los meses de su vida. Tanto en el Barça como en la Roja, se le demandaba un paso adelante, precisamente por la lesión de la que se presume su predecesora (por partida doble) en el palmarés del Balón de Oro. Y Bonmatí lo dio con creces, en un ejercicio de madurez descomunal.

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No se podría entender el curso 22-23 de ensueño para las culés sin Aitana Bonmatí. Champions, Liga F y Supercopa de España cayeron de su lado, con MVP de la de Sant Pere de Ribes en el primer y el tercer caso. Por si esto fuera poco, el equipo nacional se llevó el Mundial con idéntica jugona al mando: el Balón de Oro del torneo le perteneció. Sus números avalan el éxito a todos los niveles que le acompaña de un tiempo a esta parte: cinco goles y siete asistencias en la Champions, dos goles y una asistencia en la final de la Supercopa, nueve goles y 10 asistencias en Liga y tres goles más dos asistencias en términos mundialistas.

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Maravillar a propios y extraños ha sido su hábitat natural desde que el Barça y el equipo nacional, en sus distintas categorías, la descubrieron para la causa. Todo a base de ser una loca bajita. “Tienen un fútbol el cual yo intento plasmar de la misma forma. Era agradable de ver, divertido y bonito. De ellos he sacado muchas cosas y echo de menos cuando veía sus partidos porque me alegraba”, confesó a la FIFA sobre Xavi e Iniesta. Dos maestros del juego de posición a los que Bonmatí ha replicado con tanta perfección como para conseguir que el mismísimo Pep Guardiola se declarase “enamorado” de su concurso.

Aitana Bonmatí conduce el balón
Aitana Bonmatí conduce el balón contra Italia (EFE/EPA/MASSIMO PICA)

Aun así, los focos en exceso no le van, por mucho que se los merezca. Se centra en la parcela deportiva y en poder desarrollarla al máximo. Una vez que se empiezan a solventar los impedimentos destapados en su totalidad por el caso Rubiales, lo meramente futbolístico vuelve a primar, como intenta que suceda sin tregua en su caso. Es volcándose en su pasión cuando Aitana Bonmatí, que ni mucho menos descuida las causas sociales (feminismo, refugiados, vulnerables…), lo da todo. Por eso, hará caso omiso de la letra de Serrat y no dejará ya de joder con la pelota. Y menos si la eligen primus inter pares en lo suyo.

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