“Siempre estoy listo para jugar contra el Real Madrid. Sé cómo jugar contra ellos. Estoy aquí para vencerles”. Así, lanzando un aviso al eterno rival, se presentó en sociedad Robert Lewandowski como jugador del FC Barcelona durante el verano de 2022. El polaco aterrizaba en el club azulgrana -tercera palanca mediante- con el objetivo definido de batir al cuadro blanco y restituir al Barça en la cima del fútbol español después de tres temporada sin coronarse como campeón de Liga. La segunda parte de su propósito se cumplió gracias, entre otros factores, a sus 23 tantos. Sin embargo, ninguno de ellos llevaba el nombre del Real Madrid en la lista de víctimas.
Lewandowski fue titular en los dos clásicos de la pasada temporada y de ambos se marchó sin estrenar su casillero. Lo más cerca que estuvo de ver puerta fue en la derrota de su equipo (3-1) cuando erró un remate de espuela dentro del área. Su fallo lo recogió Ferran Torres y lo transformó en acierto. Aquella tarde, Militao y Alaba secaron al delantero polaco que en el partido de vuelta se tuvo que conformar con celebrar los goles de Sergi Roberto y Kessie, pues tampoco vio puerta. Lewandowski no brilló en ninguno de sus dos únicos clásicos liguero, ni de cara a gol ni involucrándose en el juego azulgrana.
La Supercopa, una excepción que confirma la regla
Estuvo desconectado y en todo muy momento vigilado por los centrales madridistas. Necesitó viajar hasta Arabia para disputar su primer gran clásico. Bajo el paraguas de la Supercopa de Española y con el King Fahd Stadium como escenario, el polaco se erigió como alma mater del triunfo azulgrana. Asistió a Gavi con la izquierda y anotó con la derecha. Dos destellos en doce minutos que dejaron prácticamente sentenciada la final de la Supercopa antes del descanso. Fue el único encuentro en el que pudo batir a Courtois, tanto oficial como amistoso pues ninguno de los dos partidos de pretemporada disputados en los dos últimos veranos llevó la firma de Lewandowski.
Sus resultados vestido de azulgrana distan de los obtenidos con las camisetas del Bayern de Múnich y, especialmente, del Borussia Dortmund. Su nombre aún sigue retumbando en las entrañas del Westfalenstadion y trayendo malos recuerdos en el Santiago Bernabéu. Abril de 2013, el Real Madrid de Mourinho pisaba por tercera vez consecutiva un territorio inhóspito para los blancos desde hacía ocho años.
Su último obstáculo en la antesala de la final era el Borussia Dortmund de Klopp, campeón de las dos últimas Bundesligas completadas hasta dicha fecha y al que no había podido tumbar en la fase de grupos, donde el polaco anotó un gol. En dicho encuentro, Lewandowski se presentó a nivel mundial. Firmó un póker que, a la postre, significaría la eliminación de los blancos. Cuatro años después, ya con la zamarra del Bayern de Múnich, anotó un gol en la eliminación del equipo bávaro en cuartos de final.
Dispuesto a infiltrarse para poder jugar
Es por ello por lo que este sábado quiere sacarse hasta la última espina en un partido que él lo lleva jugando desde que cayera lesionado ante el Oporto hace poco menos de un mes. Xavi le retiró del terreno de juego mediada la primera parte y a partir de ese momento arrancó una carrera a contrarreloj para poder llegar a Montjuic. Su esguince en el tobillo izquierdo fue menguando su dolor, pero los días pasaban y el Clásico se acercaba.
Tan ajustado ha estado de fechas que el viernes, un día antes del partido, ha sido la primera vez que ha podido entrenar con el grupo. Sin embargo, él está centrado en jugar y ser determinante. Está dispuesto a infiltrarse para poder ayudar a su equipo, así que será Xavi, quien tras confirmar “las buenas sensaciones” tenga la última palabras. Lewandowski no ha hablado, prefiere hacerlo en el campo. Donde espera poder estar este sábado para redimirse de los clásicos anteriores.