El testimonio de una exjugadora de la selección: “Un presidente de club me dijo que si no me acostaba con él contaba a todo el mundo que soy lesbiana”

Ángeles Parejo, la que marcara en la Eurocopa de 1997 el primer gol de la selección española femenina en un torneo internacional, desvela el machismo y la homofobia que sufrió durante su etapa como futbolista

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La selección femenina hace una
La selección femenina hace una piña tras ganar a Costa Rica en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda (RFEF).

“O te acuestas conmigo o le digo a todo el mundo que eres lesbiana’, me dijo el presidente de un club. ‘Prefiero ser lesbiana y que la gente lo sepa que acostarme con usted’, le respondí”. La responsable de la declaración es Ángeles Parejo, exjugadora de la selección española femenina, quien relata en Marca el machismo y la homofobia que sufrió durante su época como jugadora del combinado nacional. “Jugar con la selección fue un sueño que hice realidad gracias a mi familia. A mi padre le gustaba mucho el fútbol y mi madre se limitaba a vernos felices. Siempre me apoyaron de manera incondicional”, asegura.

Sus inicios en el fútbol fueron complicados. “Comencé a jugar con el nombre de Ángel porque estaba muy mal visto que una niña pateara un balón”, desvela. Cuando llegó a la selección, el desarrollo del fútbol femenino de los años 90 era prácticamente inexistente. “Llevábamos la equipación de la Sub-17 masculina del año anterior. La camiseta me sobraba por todas partes y al pantalón le tenía que dar tres vueltas porque me quedaba por debajo de las rodillas. En aquel momento no lo sabíamos, pero nos lo dijeron tiempo después. Después de aquel torneo escribimos una carta a la Federación para protestar por las condiciones que teníamos y el machismo que sufríamos, pero no nos escucharon. Nos dejaron de llamar porque no querían pagarnos los viajes. Estuvimos discriminadas porque podíamos haber seguido jugando por nuestro país”, sentencia.

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Así era el machismo cuando comenzó la selección española femenina

“Estamos en la final”, gritaba Jorge Vilda tras eliminar a Suecia en semifinales. Detrás de esas cuatro palabras y el júbilo de las jugadoras españolas se escondían más de 50 años en los que cada integrante del combinado nacional femenino ha peleado para dejar a la generación venidera un camino mejor y más fácil. Actualmente, las futbolistas españolas se dedican solo al fútbol, han firmado el primer Convenio Colectivo del fútbol femenino que regula las condiciones laborales de las jugadoras y la Liga F cuenta con patrocinadores que ayudan a su desarrollo y sostenibilidad. Pero llegar hasta aquí ha sido una travesía tan larga como y tortuosa.

“No teníamos mucha conciencia de la situación, éramos muy jóvenes. Teníamos mucha pasión, pero jugábamos por nada. No era el mejor nivel, pero la gente nos tenía cariño. El problema lo tuvimos con las instituciones. Nadie nos apoyó en aquella época. Seguimos adelante porque teníamos iniciativa”, recuerda en Infobae España Conchi Amancio, primera capitana de la selección.

La Federación asumía los gastos, pero la recompensa económica para las futbolistas era mínima. “Nos daban 7.000 pesetas de prima diaria durante la Eurocopa. Al quedar terceras nos dieron 300 euros más, pero nosotras no jugábamos por dinero, lo hacíamos por amor al arte”, recuerda Roser. “Cuando yo competía, el fútbol nacional no estaba considerado un deporte profesional. Durante 23 años he sido futbolista y no los he cotizado, tengo un agujero ahí. Me considero pionera del profesionalismo porque en clubes en los que he jugado tenía buenas condiciones laborables”, añade Conchi.

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