Así se recuerda 50 años después la ‘Batalla de Glasgow’ entre el Atlético y el Celtic: “Vi a la Policía golpear a mis compañeros”

Javier Irureta rememora en ‘Infobae España’ el partido más duro de la historia de los rojiblancos: tres expulsados, cargas policiales a los jugadores tras el partido y escupitajos en los pasaportes

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Así se recuerda 50 años después la ‘Batalla de Glasgow’ entre el Atlético y el Celtic: “Vi a la Policía golpear a mis compañeros”.

Celtic Park amanece con frío y el cielo encapotado. Una clásica postal de tierras escocesas. En los aledaños del estadio se respira tranquilidad. La calma propia antes de que se desate la tormenta. Es 10 de abril de 1974 y el Atlético de Madrid disputa ante el Celtic la primera semifinal de Champions de su historia. El partido cae en miércoles santo, pero nada de lo ocurrido dentro del terreno de juego en aquel encuentro responde al católico apellido que recibe el cuarto día de la Semana Santa. “Fue el partido más duro de mi carrera deportiva”, confiesa a Infobae España Javier Irureta, uno de los héroes rojiblancos aquel día. Este miércoles (21.00), ambos equipos vuelven a enfrentarse de nuevo en Champions.

El Atlético vuelve 50 años después a Celtic Park, el lugar que decantó la identidad colchonera y de donde salió airoso de la conocida Batalla de Glasgow. La dureza del partido explica el apodo del mismo: tres jugadores rojiblancos expulsados, 53 faltas, cargas policiales contra los futbolistas, agresiones… Era la época del fútbol intenso, sin medias tintas. De futbolistas jugando sin espinilleras, con las medias por los tobillos y voluminosos bigotes y peinados. “En el partido hubo choques, choques, choques y más choques. Cada minuto que pasaba era más duro. Acabamos jugando con ocho jugadores porque nos expulsaron a Quique, Panadero y Ayala. Bueno, defendiendo porque ellos tenían los once sobre el terreno de juego. Fue un partido muy llamativo”, rememora Irureta.

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Las cuentas pendientes y la prensa escocesa calentaron el partido

El partido empezó a jugarse antes, mucho antes de que Babacan, árbitro turco, hiciese sonar su silbato. Jimmy Johnstone y Panadero Díaz, futbolistas del Celtic y Atlético de Madrid en aquel enfrentamiento, fueron la mejor pareja de baile sobre el verde. “Johnstone era un jugador rápido y Panadero fue muy duro. Le hizo entradas durísimas”, relata Irureta. El atacante escocés y el defensor argentino ya se conocían de antes. Ambos habían vivido la misma íntima relación siete años antes en la final de la Copa Intercontinental, actual Mundialito de Clubes. “Panadero nos avisó de cómo jugaba Johnstone. Tenía conocimientos de él. Nos dijo que era un jugador muy rápido, pequeño, buen regateador y que no le tenía miedo a encarar. Era el mejor del Celtic”.

Además del de ambos futbolistas, la Batalla de Glasgow también fue el reencuentro del técnico rojiblanco, Juan Carlos Lorenzo, con el público británico. Al que ya conocía del Mundial de 1966 cuando se enfrentó a Inglaterra dirigiendo a su Argentina natal. El partido mundialista también fue duro, Sir Alf Ramsey, seleccionador inglés en aquel torneo, describió a los argentinos como ‘animales’, por lo que la prensa escocesa recibió a la expedición rojiblanca catalogándoles de ‘asesinos’. La etiqueta ya estaba puesta antes de estrenar el atuendo. “La prensa escocesa fue muy dura”, cuenta Irureta.

“Luego no dimos tantos golpes. Hubo zancadillas, malos gestos… Ellos estaban como en la élite porque ya habían ganado una Champions y pensaban que iban a jugar fácil. Nosotros teníamos jugadores que defendían muy bien y les sorprendimos. El partido fue un poco borrascoso. Lorenzo no nos dijo nada de pegar, nos describió al rival. Eran un equipo grande en Europa y quizás nosotros nos contagiamos de eso. Es cierto que hubo entradas fuertes, pero no lesiones”.

Tensión en la previa y durante el partido

Tal era la concentración en la que estaban sumidos los futbolistas rojiblancos que, cualquiera que presenciara el entrenamiento previo al choque, se hubiera dado cuenta. En él, Panadero entró fuertemente sobre Ovejero y ambos se engancharon. “Fue un percance en la víspera del partido. Los dos tuvieron un incidente, pero se les separó y ya está”, apunta Irureta entre sonrisas nostálgicas. “Los dos eran muy amigos, estaban calientes por pensar en el partido que íbamos a jugar”.

La dureza fue bidireccional. Tanto por parte de los jugadores del Celtic como de los del Atlético, sin embargo, Babacan expulsó en un solo sentido. “Siempre he tenido en mente su nombre para que no nos volviese a arbitrar. A ellos les dejó hacer bastantes entradas. Tenían jugadores altos, fuertes y con un juego muy duro. Si ese partido se juega en la actualidad, se para y suspende el partido”, indica Javier Irureta.

Cargas policiales una vez acabado el partido

Ni siquiera cuando Babacan decretó el final del partido reinó la tranquilidad. El Atlético había logrado un heroico empato sin goles ante la furia de los jugadores y aficionados escoceses indignados por el juego de los rojiblancos. Cuando los futbolistas enfilaban los vestuarios, se desató una trifulca monumental entre jugadores a la que se sumó la Policía escocesa. “Había un follón impresionante”, cuenta Irureta. “Había muchos puños”, relata. “Muchos”, añade para dejar claro que “fue el partido más duro de mi vida”.

Los jugadores del Atlético de
Los jugadores del Atlético de Madrid celebran el pase a la final de la Copa de Europa de 1974, tras imponerse por 2-0 al Celtic en el Vicente Calderón, en una imagen de archivo. (EFE).

Vi a la Policía golpear a mis compañeros. Lo vi alejado porque a mí ya me habían sustituido y antes de acabar el partido ya había entrado al vestuario. Desde allí tuve espacio para ver la situación, pero no entré a pelear ni nada. Hubo de todo. Muchos puños, agarrones y patadas”.

Los pasaportes, escupidos y al suelo, pero la gesta llegó al Carnaval de Cádiz

La batalla no acabó hasta que el Atlético aterrizó en Madrid. Al propio Ovejero, en el aeropuerto, le escupieron en el pasaporte y se lo tiraron al suelo. “En el control de pasaportes, al presidente le pegaron una patada en el culo, a algunos jugadores les tiraron los pasaportes al suelo e incluso les escupieron”, señala Heredia, jugador del Atlético en aquel partido. Irureta no lo vio. “Íbamos todos, pero no lo vi. No sé si nos quitaron los pasaportes, sé que finalizó con todos volviendo a casa”.

Y en casa, el Atlético cerró la eliminatoria. “En la vuelta ganamos y tuvieron que aceptar que, pese a que venían de ser campeones, el Atlético de Madrid había jugado muy bien. Ellos se pusieron muy nerviosos en los dos partidos. “Lo vivimos orgullosos. No rompimos ninguna pierna ni nada. Ellos tenían toda la presión en el campo al estar ante su afición que estaba muy tensa. No se portaron bien, pero pasamos la eliminatoria y tuvieron que ceder. Les dolió que ganásemos tanto allí como aquí”, afirma Irureta, considerando un triunfo el milagro que supuso salir con resultado favorable de Glasgow en la ida.

Su gesta quedó reflejada en el Carnaval de Cádiz de ese año. En un pasodoble de la comparsa del gran Pedro Romero “Los rumberos” que en 1974 se llevaron el primer premio. Celtic Park es un estadio legendario para el Atlético. Un lugar que despierta los recuerdos de la primera vez rojiblanca. Allí el Atlético jugó su primer partido de semifinal de la Copa de Europa y terminó alcanzando la final. La de Glasgow es una historia de resistencia y éxito, como el que esperan tener Simeone y los suyos 50 años después. Lo harán con el espíritu del 74 muy presente, ataviados con los mismos colores que lo hicieron aquellos héroes.

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