La economista e investigadora estadounidense Claudia Goldin ha sido galardonada hace unos días con el Premio Nobel de Economía por sus múltiples estudios sobre la brecha de género y el papel de la mujer en el mercado laboral. La decisión, por sí misma, es un hito. La profesora neoyorquina es la tercera mujer en conseguir este reconocimiento. Las interpretaciones y los análisis de la catedrática son infinitos. El grueso de sus trabajos está enfocado en la realidad americana, pero casi todos los hallazgos tienen réplica al otro lado del charco.
Claudia Goldin recopiló durante su dilatada carrera más de dos siglos de datos en Estados Unidos, una ruta profesional que le ha permitido demostrar cómo las diferencias entre hombres y mujeres tanto en los ingresos como en las tasas de empleo han cambiado con el tiempo. Sin embargo, los avances tecnológicos y la modernización de los sistemas de trabajo no han sido suficientes para eliminar los efectos de la brecha de género y todavía perduran fenómenos discriminatorios, como los techos de cristal y los suelos pegajosos. Además, las pensiones públicas también sufren las consecuencias de este “dilema”.
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“Goldin ha demostrado que la mayor parte de esta diferencia de ingresos se da ahora entre mujeres y mujeres en la misma ocupación y que surge en gran medida con el nacimiento del primer hijo”, reza la Real Academia Sueca de las Ciencias en un comunicado. Las diferencias en la cuantía de las pensiones, que depende de factores como el número de años cotizados, los períodos de actividad y la categoría profesional de los trabajadores, tienen mucho que ver con las pesquisas de la recién galardonada economista.
¿Por qué las mujeres cobran menos que los hombres?
En España, la actual brecha de genero en las pensiones está estrechamente relacionada con algunos de los factores que menciona Goldin en sus investigaciones. La pensión media de los hombres, por ejemplo, asciende hasta los 1.443,95 euros mensuales, mientras que la de las mujeres no supera los 972,92 euros mensuales. Los subsidios de la población femenina son, por lo tanto, 470 euros más bajos. El 75% de los contratos a tiempo parcial los firma una mujer, según datos de la Encuesta de Población Activa de 2022.
El importe de las pensiones actuales es consecuencia directa de los salarios y las cotizaciones de los trabajadores durante las últimas décadas, así como de los períodos de alta y falta de actividad. Los hombres, sobre todo hace unos años, cobraban más que las mujeres por desempeñar las mismas tareas. Las excedencias, la reducción de jornada y los períodos sin cotizar también correspondían sobre todo a las mujeres —fruto de la maternidad—, que ahora tienen lagunas que, pese a los avances, suponen una caída en los importes de la jubilación. Las diferencias en la calidad del empleo y la temporalidad de los puestos también afectan sobre todo a la población femenina. Las medidas que incorpora la última reforma de las pensiones impulsarán la reducción de la brecha de género, pero mientras tanto, los datos seguirán jugando en contra de las mujeres trabajadoras.