Los socios de Sánchez miran de reojo a Puigdemont como pieza clave que desatasque la investidura

Junts aguarda al resultado de la consulta del Consell de la República sobre si hay que bloquear la investidura del candidato socialista, que finaliza este lunes

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El expresident de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont durante una sesión plenaria en el Parlamento Europeo. (Benoit Doppagne/Europa Press)
El expresident de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont durante una sesión plenaria en el Parlamento Europeo. (Benoit Doppagne/Europa Press)

Desde el 23 de julio, todos los focos se posaron sobre Carles Puigdemont, el expresident de la Generalitat huido a Bélgica y líder de Junts, de cuyos siete votos pende la investidura de Pedro Sánchez. Aunque estos no son solo los únicos apoyos que necesita el PSOE para reeditar un nuevo gobierno de coalición con Sumar, sí son cruciales teniendo en cuenta la trayectoria de bloqueo institucional de la formación independentista en Madrid.

Los socialistas llevan semanas sumergidos en las negociaciones a varias bandas con las diferentes fuerzas del arco parlamentario necesarias para la investidura de Pedro Sánchez, cuya fecha sigue sin fijarse 20 días después de que el rey le designara candidato a formar gobierno. El plazo legal para cumplir este cometido y evitar así una repetición electoral expira el 27 de noviembre y, pese a las previsiones de una investidura rápida, está abocado a agotarse.

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“Discreción en los trabajos y transparencia en las conclusiones”, y “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Esas son las consigas que Moncloa y Ferraz repiten para evitar valorar cualquier aspecto que afecta a las conversaciones, capitalizadas por Junts y en las que la amnistía y su encaje legal sirve de centro de gravedad para desatascar o hacer descarrilar el proceso de investidura.

El PSOE y Sumar negocian el pacto de gobierno de coalición, que esperan tener fijado antes de que acabe octubre. Asimismo, el equipo negociador de Pedro Sánchez, formado por María Jesús Montero o Félix Bolaños, entre otros, mantiene reuniones y contactos no solo con Junts o ERC, sino también con EH Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria. La misión que tienen en Ferraz es no pasar por alto ningún voto ante una votación que se prevé ajustada (PP, Vox y UPN suman 171 votos en contra).

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Fuentes parlamentarias de EH Bildu y BNG, cuyas negociaciones abarcan ya un acuerdo para los Presupuestos de 2024, achacan al eventual acuerdo con Junts el bloqueo que sufre la investidura del candidato socialista y que dificulta la fijación de una fecha exacta. “Tienen que preparar su pista de aterrizaje”, apostillan fuentes de la coalición abertzale, la primera en asegurar su apoyo a Sánchez para impedir que “el bloque reaccionario, liderado por PP-Vox, conformara gobierno”.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, urgió al PSOE a cerrar primero un acuerdo con Junts, que es lo más complicado: “Hay uno que hasta ahora no ha entrado en esto, que lleva años de confrontación, con algunos de sus miembros encarcelados y heridas sin restañar. Esa es la negociación más difícil, y habrá que aclararse”, señaló en alusión a los de Puigdemont.

El president de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, durante un debate en el Senado. (Jesús Hellín/Europa Press)
El president de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, durante un debate en el Senado. (Jesús Hellín/Europa Press)

ERC evita correr el riesgo de quedar descolgado

Pero ERC es sin duda quien más mira de reojo a los exconvergentes dada la pugna por el liderazgo del independentismo catalán, con las elecciones autonómicas en el horizonte. Y es que, su papel negociador en Madrid, reforzado durante la pasada legislatura, se vio desplazado por la irrupción de Junts en el puzle de la gobernabilidad. La conversación telefónica entre Pedro Sánchez y el líder republicano, Oriol Junqueras, así como la asistencia del president catalán, Pere Aragonès, al Senado han tratado de empoderar a esta formación ante el PSOE.

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Los republicanos siguen sin renunciar a la unilateralidad, pero aparcan esta cuestión de cara a la investidura y esperan que la vía del referéndum, una “quimera” ahora, pueda ser una realidad si la legislatura echa andar, ya que los votos de esta y otras fuerzas seguirán siendo imprescindibles en todas y cada una de las votaciones en el Congreso. En las filas republicanas son más que favorables a continuar la senda iniciada en la pasada legislatura, de diálogo y negociación con el gobierno central, pero el protagonismo de Junts les impide apartarse de la lucha por apuntarse el tanto de una posible amnistía.

Junts se mantiene como baluarte de la unilateralidad

Frente a esta flexibilidad de los republicanos, favorables a un acuerdo con el PSOE desde el primer minuto, los de Carles Puigdemont no se bajan del carro al erigirse como los baluartes de la legitimidad del 1 de octubre. “Junts tiene que ser consciente del tren que está pasando”, advierte un barón socialista acerca de la posibilidad de pactar una ley de amnistía que permita el regreso del propio expresident a España y vuelva al ruedo político en Cataluña.

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El PSOE busca garantías de que los partidos independentistas claudiquen y renuncien a la unilateralidad para llegar a un acuerdo en torno a la amnistía, la última bala que los socialistas están dispuestos a usar para solucionar el conflicto político catalán, pues se cierran en banda a aceptar un referéndum por ser inconstitucional.

Fuentes del equipo negociador de Pedro Sánchez insisten en que Junts tiene todavía camino por recorrer hasta rebajar sus exigencias. Por ello, ni en Ferraz ni en Moncloa se dan prisa para poner fecha a la investidura. Su optimismo para lograr la investidura flaqueó en los últimos días y siguen sin nuevos pasos al no descartar la idea de la repetición electoral.

En este contexto, los negociadores no pasarán por alto la decisión del Consell de la República sobre si hay que bloquear la investidura de Sánchez, cuyos resultados se darán a conocer el martes. Las bases de la entidad privada independentista que maneja Puigdemont para alcanzar la “república catalana” somete a consulta hasta este lunes la posibilidad de pactar con el PSOE.

Aunque sus resultados no son vinculantes para Junts, un supuesto respaldo a impedir la investidura pondría en serios aprietos a Puigdemont y su papel en las negociaciones, ya que su organización cuenta con 103.299 inscritos (la mayoría de ellos, 90.142, tienen derecho a la participación). Mientras, el PSOE seguirá a la espera de gestos de la formación independentista favorables a un acuerdo en los términos fijados por Moncloa para terminar de cerrar el resto de apoyos a la investidura.

La desconfianza sobre los de Puigdemont no desaparece en las filas socialistas, que se guardan el comodín de no defender de manera específica y pública la amnistía por si no se cierra el acuerdo: “Si hay legislatura se podrá explicar y si hay una repetición, explicaremos que no hemos cedido a lo que nos piden”, remacha un barón del PSOE.

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