Letizia Ortiz tuvo que cambiar muchas cosas de su vida para ser un miembro más de la familia real. Además de las más obvias, como dejar su trabajo de periodista o adaptarse al protocolo de la institución, hay otras tantas que ha ido adaptando por iniciativa propia en estos más de 19 años y que han llamado poderosamente la atención. Una de las que más titulares ha acaparado es su decisión de no beber alcohol, pues si bien es totalmente legítima, ha causado brindis extraños y curiosos por su parte.
La primera vez que desveló su resolución de no beber fue en 2015 durante una visita a la Academia de Artillería de Segovia, donde explicó a un militar: “Yo, como no bebo, me acerco la copa solo a los labios. Y me critican porque dicen que no bebo. Pero es que yo no bebo nada de vino. (…) No bebo ni café ni vino, soy incapaz. Pero es que ni siquiera con amigos. Ahora son abstemia completamente”, desveló.
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Desde entonces así ha sido. Y cuando ha llegado la ocasión de brindar en público, la Reina ha cogido su copa, la ha elevado unos centímetros y ha ‘disimulado’. Mientras que el resto suele dar un trago, ella se la apoyaba en los labios y olfateaba el contenido. Tiempo después, sin embargo, dejó incluso de llevársela a la boca. Así se vio, por ejemplo, durante una cena de gala que se realizó en su honor en Buckingham en 2017, cuando directamente dejó el recipiente en la mesa tras brindar con el desaparecido Felipe de Edimburgo y Carlos III.
Sin embargo, como en todas las reglas, en esta también hay una excepción y es que hay un lugar único en el mundo en el que Letizia incumple su norma y bebe alcohol. Es en Asturias, su tierra natal, donde se muestra más natural que nunca y no duda en abrazar su pasado y las tradiciones con las que creció.
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Así ha quedado demostrado este mismo sábado 21 de octubre durante su visita a las parroquias de Arroes, Pion y Candanal, ubicadas en Villaviciosa y premiadas como Pueblo Ejemplar. Tras visitar el mercado de artesanía y de productos locales, además de la escuela rural, la familia real se acercó para reconocer uno de los productos más típicos de la zona, la sidra.
En vivo y en directo, los cuatro fueron testigos de cómo se escancia esta bebida en directo y, tras la demostración, Felipe quiso probar un poco. Pero también Letizia, que se olvidaba así de su norma de ser absolutamente abstemia.
Una instantánea captada por los fotógrafos desplazados hasta la zona en la que se puede ver a la reina Letizia en una escena cotidiana asturiana, bebiendo con los ojos cerrados, disfrutando del trago y pendiente de que no se cayera una gota que pudiera mancharla.
Es complicado saber si este momento se volverá a repetir o si, como parece ser, se debe a una ‘excepción asturiana’. Sea como sea, habrá que esperar al próximo gran evento o a la siguiente cena de gala para ver si Letizia vuelve a llevarse la copa a los labios o continúa siendo abstemia ‘a ratos’.