La historia de la televisión en España guarda en el imaginario colectivo el rostro de diversas personalidades que, de un momento a otro, dejaron de formar parte de la escena pública. Una de ellas es Cristina Blanco, la popular vidente de los famosos en la década de los 90 que, ahora, ha vuelto a copar los titulares tras sufrir un grave revés en su salud.
Pese a que lleva una vida bastante alejada de la pequeña pantalla y de la jet set de la que solía codearse en aquellos tiempos, lo cierto es que su nombre ha vuelto a resonar con fuerza tras someterse a una cirugía en la que “le han amputado una pierna”, según ha desvelado Semana.
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Personas cercanas a la familia han asegurado que “su estado de salud era delicado” y que, tras la intervención quirúrgica, “está estable”. Este complicado revés en su salud ha cambiado para siempre el día a día de la pitonisa, pues aunque los médicos sopesan la idea de “colocarle una prótesis”, por ahora, no se la van a poner. Por lo tanto, la vidente tendrá que adaptar su vida a eta nueva realidad.
Época dorada en los 90
Desde muy joven, Manuela Blanco Cantero, su nombre real, sintió una gran predilección por los oráculos y las cartas. Con el paso del tiempo, empezó a ver en la clarividencia una fuente de ingresos, razón por la que quiso dedicarse a este mundo. Pronto adquirió una gran fama entre los rostros más famosos de aquellos años, como Rocío Carrasco, Lara Dibildos, Ana Obregón o Belén Esteban. Tanto es así que fueron varias las celebridades que acudieron a ella para que esta adivinase su futuro.
La madre del actor Miguel Ángel Muñoz vivió una época dorada: su rostro era uno de los más conocidos en aquellos tiempos. De hecho, su presencia no podía faltan en los eventos y fiestas de lujo a los que solían acudir la jet set. Su trascendencia era tal que fue colaboradora habitual en el programa conducido por María Teresa Campos Día a día.
Un escándalo descomunal
Si bien es cierto que la fama y popularidad de Cristina Blanco reunía a su alrededor innumerables personalidades del mundo del corazón, la realidad es que estos poco a poco empezaron a ser conscientes de que sus dotes para predecir el futuro eran cuestionables. Así, de forma gradual, su carrera fue apagándose. Sin embargo, un importante hecho marcó un antes y un después en su vida.
En 2007, Cristina Blanco fue acusada de robar un hotel en Málaga, lo que la sacó del ostracismo en el que se encontraba. Su rostro comenzó a resonar con fuerza en la agenda mediática de los medios tras ser condenada a 16 meses de prisión por sustraer tarjetas de crédito y móviles a los clientes de un alojamiento situado en Marbella. Pese a que no llegó a pisar la cárcel, lo cierto es que este escándalo terminó de hundir su nombre.
Esta situación hizo bastante mella en su estado de salud y en su vida familiar. Poco después de conocerse su sentencia, su matrimonio con el promotor inmobiliario Miguel Ángel Muñoz, con quien tuvo un hijo, Miguel Ángel Muñoz, llego a su fin. Por si fuera poco, la supuesta vidente tuvo que ser ingresada en una clínica debido a un trastorno bipolar. En este duro capítulo de su vida, además de su primogénito, a su lado también estuvieron las dos niñas bolivianas que adoptó en aquella época.
Alejada de los focos
Cristina Blanco tomó la decisión de aislarse del mundo mediático y de todo lo que tuviera que ver con él. Dejó atrás todas sus amistades y vínculos con la jet set, cambió su número de teléfono y empezó una nueva vida resguardada en el seno de su intimidad. Una decisión que, en parte, también se debe a su hijo, Miguel Ángel Muñoz, quien en aquellos años empezó a dar sus primeros pasos en su carrera como actor y cuya faceta Cristina no quería empañar.
Desde hace más de una década, poco o nada se sabe sobre aquella mítica vidente televisiva. Hasta donde se sabe, Cristina Blanco vive refugiada en el popular barrio madrileño de Usera, donde reside en un piso. Su faceta laboral también ha cambiado mucho. La pitonisa dejó los platós para trabajar como dependienta en la sección de estética de El Corte Inglés. Ahora, son pocos las personas que logran reconocer el rostro de Cristina, algo que no parece disgustarle, pues prefiere vivir en el anonimato.