Todos los focos apuntaban a ella (con permiso de la princesa Leonor). Meryl Streep ha sido la estrella de los Premios Princesa de Asturias. La leyenda del cine ha sido recibida en Oviedo entre aplausos y gritos de alegría y su discurso era uno de los más esperados. “Es difícil para mí hacerme a la idea de que estoy aquí. Una parte de mí sospecha que, como he representado a personas extraordinarias toda mi vida, ¡ahora me toman por una de ellas!”, ha comenzado su discurso la actriz nacida en Nueva Jersey. Streep ha dedicado unas palabras a la cultura española, con especial mención a Picasso, Lorca y a Penélope Cruz, de quien ha destacado que un día dijo que “no puedes vivir tu vida mirándote a ti misma desde el punto de vista de otra persona”.
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Pero principalmente ha centrado su discurso en la empatía que deben tener los actores y actrices. “El trabajo de un actor es encarnar vidas que no son como la tuya. La parte más importante de nuestro trabajo es hacer que cada vida sea sensible y sentida por el mundo y llegue a cualquiera en cualquier parte”, ha asegurado. Y ha lanzado un mensaje: “No debes juzgar al personaje que estás interpretando. Juzgar te hace quedarte fuera de sus vivencias. El público juzgará. Tú defiendes su causa lo mejor que puedes”.
Y ha continuado: “Cuando nacemos nos identificamos con los demás, sentimos empatía. Los bebes lloran solo con ver las lágrimas de otra persona, cuando crecemos suprimimos estos sentimientos en favor de la autoprotección y sospechamos y desconfiamos de los motivos de los demás, y así llegamos a este triste momento de la historia”. “Sé por mí misma, que cuando veo una actuación que me llama especialmente la atención, puede permanecer dentro de mí durante días, a veces décadas. La empatía es el corazón palpitante del don del actor”, ha apuntado.
Papeles alejados de sus experiencias vividas
La actriz estadounidense, que ha recordado cuando interpretó a una primera ministra de Reino Unido (en la película La Dama de Hierro), cuando fue una superviviente polaca (en La decisión de Shopie) o una mujer de buen gusto en el mundo de la moda (en El diablo viste de Prada), ha confesado que muchas veces se le ha criticado por interpretar a personajes que se alejaban de su experiencia vivida.
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“Por supuesto, es más fácil estar conectado emocionalmente con la vida de personas parecidas a nosotros. Pero siempre me he sentido impulsada también a comprender ese otro instinto que nos lleva a interesarnos por los extraños; esa capacidad imaginativa que tenemos para seguir las historias de personas ajenas a nuestra tribu como si fueran nuestras”, ha resaltado. Y en este sentido, ha mencionado al pintor español Pablo Picasso: “Dijo que imitar a los demás es necesario y que imitarse a uno mismo es patético
“La empatía puede ser una forma radical de acercamiento y diplomacia, igualmente útil en otros ámbitos de actividad. En este nuestro mundo cada vez más hostil y volátil, espero que podamos hacer nuestra otra regla que se enseña a todos los actores: lo importante es escuchar”, ha concluido la intérprete.