A veces las piedras no solo hablan, sino que desvelan más secretos de lo esperado. Y así ha sido para sorpresa del grupo de arqueólogos que este mes de octubre ha estado excavando en el barrio madrileño de Entrevías, en el distrito de Vallecas, al que regresaron con la intención de recuperar la historia más antigua de las casas que fueron bombardeadas en 1936, algunas de ellas fotografiadas por el reconocido Robert Capa. Querían conocer mejor cómo vivían los vecinos de esta zona en los años 20 y 30 del siglo pasado, antes de que quedara trasformada por la Guerra Civil y posteriormente por la llegada de inmigrantes de otras partes de España, y lo han logrado.
Después de que el año pasado el equipo de arqueólogos liderado por Alfredo González-Ruibal, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), encontrara los pavimentos de varias chabolas edificadas en los años 50 y 70, ahora han hallado restos carbonizados de viviendas de los años 20 que fueron arrasados por los ataques de los sublevados al inicio de la Guerra Civil. “Hemos llegado a los suelos originales de un edificio de 1923, que fue después bombardeado en 1936, y hemos descubierto que en varios sitios el pavimento estaba quemado, al igual que la pintura de las paredes, además de restos de tejas y ladrillos ennegrecidos”, explica a Infobae España González-Ruibal. Todos esos elementos “encajan perfectamente” con el destino que sufrió el edificio: un bombardeo incendiario.
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Se trata de la primera vez que se documenta arqueológicamente el bombardeo de Madrid “de forma tan elocuente”, indica el experto, que asegura que aunque la arqueología contemporánea a veces no cambie la historia “o no diga nada que no sepamos”, resulta igualmente “emocionante poder tocar” los efectos de ese bombardeo. “A veces acabamos pensando que la historia es simplemente un relato, pero realmente ocurrió de verdad y este tipo de hallazgos tiene el poder de devolvernos al momento, a esa época histórica”.
Los restos se han conservado pese a todo lo ocurrido porque el edificio quedó sellado por los escombros y el propio derrumbe del bombardeo. De hecho, señala el arqueólogo, hay una parte del pavimento de uno de los edificios que está completamente desaparecido porque “le cayó encima todo el peso de los muros”, pero, por otro lado, eso permitió que se sellaran todos los suelos de la casa original de los años 20.
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Una dieta rica en proteínas
Además, los arqueólogos no solo han encontrado los restos de la casa bombardeada, sino también objetos como restos de vajilla y cristalería, que quedaron destrozadas en el momento del ataque. “Llama la atención su calidad y eso nos habla de una extracción más de clase burguesa de algunos de los habitantes de esas casas”, explica González-Ruibal. Entre los restos hallados hay cerámica de importación, “porcelanas alemanas de casas que producían vajillas muy finas”, también tacitas de té y de café que “hablan más de un mundo burgués que de un mundo de clase trabajadora”.
Asimismo han hallado numerosos restos de marisco, entre ellos ostras, mejillones y almejas, además de espinas de merluza y bacalao, pese a que en el Madrid de los años 20 y 309 no era especialmente sencillo llevar estos productos frescos. También han encontrado huesos de cerdo, de vaca y de pollo, lo que evidencia que “su dieta era variada y muy rica en proteínas, lo cual no encaja mucho con un barrio de clase obrera”, aclara el experto.
Hay que recordar, sin embargo, que se trató de años anteriores a la Guerra Civil, cuando las condiciones de vida de los trabajadores estaban mejorando. “Esa imagen que tenemos de los barrios populares tiene más que ver con el periodo de la autarquía y el hambre de los años 40 y 50 que con las condiciones reales de vida de la clase obrera en el primer tercio del siglo XX, que de hecho eran mejores”.
Además, recuerda el experto, se trata de un barrio como Entrevías donde también había mucha mano de obra cualificada de gente que trabajaba en los ferrocarriles. Era un barrio, por tanto, “socialmente diverso”, no marginal, mientras que actualmente es la quinta zona más pobre de Madrid, con una renta media neta por habitante que no llega a los 9.300 euros. La historia, obviamente, ha cambiado y de hecho la guerra fue un episodio fundamental para ese empeoramiento de las condiciones del barrio.
Tras el potencial descubierto, el equipo de arqueólogos capitaneado por González-Ruibal confía en volver a la zona el próximo año para seguir investigando y conocer un poco más de la historia de Madrid.