Malas noticias para el primer trío de nanosatélites que iba a monitorear las aguas continentales de la Península Ibérica. Anser, el nombre del proyecto desarrollado por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) —y el nombre científico de ganso por la similitud con estas aves— ha perdido a uno de sus integrantes. Así lo cornfimó Ángel Moratilla, subdirector general de Sistemas Espaciales de este organismo a Efe. Este nanosatélite nunca llegó a funcionar, pero la misión sigue adelante y cumplirá con su función ya que los otros dos que formaban parte de ese clúster están ya plenamente operativos.
Estos tres monosatélitos, bautizados como ANSER LDR, ANSER FLW1 y ANSER FLW2 viajaban en el cohete Vega y despegaron el pasado 9 de octubre desde la base de la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene en la Guayana Francesa. Los tres fueron diseñados en España y la idea es que interactuaran como una bandada de pájaros: hay un sistema que ejerce de líder al ser el responsable de la comunicación con tierra y controlar la ejecución de la misión en órbita, y dos followers que están equipados con una cámara hiperespectral con la que recabar información sobre la calidad del agua de los ríos, lagunas y embalses españoles que luego vuelcan en el líder.
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Pero el ANSER LDR, y otro nanosatélite fabricado en Estonia, no llegaron a salir del cohete. Sin embargo, no ha tenido coste alguno para España ya que este proyecto estaba financiado íntegramente por la Unión Europea en el marco de un programa obre demostraciones y validaciones en órbita al que se presentó y ganó el INTA. Los satélites, que tan solo pesaban 3,3 kilos y sus dimensiones eran de 30x10x10 centímetros, fueron colocados en una órbita a 500 kilómetros de la superficie terrestre.
Sistema pionero en el espacio
El proyecto Anser, destacaron desde INTA tal y como informó Infobae España, es un hito en la historia astronáutica española no solo por ser los primeros nanosatélites desarrollados íntegramente en el país, sino también porque su forma de orbitar alrededor del planeta no tiene precedentes, a unos 550 kilómetros de la Tierra. Según explica Santiago Rodríguez Bustabad, uno de los responsables del proyecto, para que un grupo de satélites interconectados estén bien coordinados, y vuelen muy cerca unos de otros para no perder el contacto entre sí (de ahí el nombre de gansos), necesitan ejecutar modificaciones o correcciones orbitales normalmente valiéndose de un pequeño motor. Sin embargo, los de Anser carecen de ningún tipo de propulsión.
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Es por ello que los expertos del INTA han diseñado una ingeniosa técnica, totalmente novedosa, que por primera vez será utilizada en una misión de observación de la Tierra y que consiste en el despliegue de unas alas —como las de los gansos— que se benefician de que a la altura en la se han depositado los nanosatélites existe una atmósfera que, aunque muy tenue, es suficiente para que estos puedan planear. Así, gracias a las distintas configuraciones que pueden adoptar estas alas y a la llamada resistencia aerodinámica, los sistemas podrán usarlas en maniobras de frenado y sustentación.
“Con eso podemos realizar maniobras pasivas de acercamiento y separación entre los satélites, simplemente modificando su orientación y, por lo tanto, el perfil que presentan al avanzar contra la atmósfera, de manera que primeramente se consiga la disposición geométrica óptima de trabajo entre los satélites y después se tenga la capacidad de mantenerla”, detalla Bustabad. De esta manera, Anser supone la primera misión real y no experimental en el mundo que empleará esta técnica de control de vuelo sobre la que hasta el momento solo se habían hecho estudios teóricos.
Los dos nanosatélites están ya volando
El subdirector de Sistemas Espaciales del organismo ha incidido en declaraciones a la citada agencia en el concepto “rupturista” desde el punto de vista tecnológico que tienen esta misión, así como la resiliencia y la “tolerancia al daño” de estos nanosatélites. Los dos están ya “volando” de una manera coordinada a una distancia muy cercana uno del otro —unos 10 kilómetros— pero comportándose como un único “activo espacial”, ha explicado Ángel Moratilla. El experto ha celebrado que el objetivo tecnológico de la misión, el de poner en órbita esos nanosatélites a esa distancia de la Tierra y que volaran “en formación y sin propulsores, ya se la logrado”.