Las novelas de Haruki Murakami no son fáciles de adaptar, pero lo cierto es que aquellos directores que se han adentrado en su mundo, han logrado componer piezas que van más allá del propio texto en el que se basan, alcanzando una dimensión diferente.
La mayoría se basan en pequeños relatos y se encargan de ampliar sus historias y dotarlas de significados diferentes. Eso sí, en todas ellas encontramos las pulsiones básicas del escritor, sus bases constitutivas, su carácter melancólico y triste, teñido de amargura y de dolor, convirtiéndose en un reflejo del estado de ánimo no solo de los personajes, sino también de la propia sociedad en la que vivimos.
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‘Drive my Car’
Fusión de varios de los relatos que contiene el volumen Hombres sin mujeres, entre ellos el que da nombre a la propia película y también el que se titula Sherezade, como la narradora de Las mil y una noches. Y es que son muchas las perspectivas desde las que abordar esta personalísima traslación del universo de Murakami a la pantalla. Su director, Ryûsuke Hamaguchi, quería que la película fuera un compendio de sus de estos cuentos, pero abordándolos de una manera muy libre.
Por supuesto, ahí está la melancolía congénita, el vacío, la soledad, la pérdida, el recuerdo. Pero la perspectiva del director es mucho más luminosa, al mismo tiempo que profunda. Cada personaje se encuentra atrapado en una especie de burbuja, pero a través de las relaciones que se irán formando entre ellos, irá apareciendo la comprensión.
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La película se abre con un proemio de cuarenta minutos en los que se cuenta la relación entre el protagonista y su esposa. Tras su muerte, él, director de teatro, se trasladará a Hiroshima para montar Tío Vania de una forma distinta, primando la diversidad lingüística. Así, la palabra y el silencio (una de las actrices se comunicará a través del lenguaje de signos), constituirán la base esta obra maestra tan compleja como delicada y generosa.
La película ganó el Premio al Mejor Guion en el Festival de Cannes y obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar, finalmente logrando el de Mejor Película Internacional. Se puede ver en Filmin.
‘Burning’
Toma su nombre de un relato de Murakami que a su vez hace referencia a William Faulker, Bar Burning, pero también tiene que ver con el estado encendido y febril que poco a poco se irá adueñando del protagonista de la película, un joven que lleva una vida precaria y que se enfrentará a la desaparición de su novia después de que conozcan a un hombre misterioso y millonario.
El gran director surcoreano Lee Chang-dong nos adentra en una tupida red de insinuaciones y de dobles lecturas a través de un trabajo de puesta en escena portentoso, de manera que lo que comienza siendo un estudio intimista de la juventud sin esperanza, desembocará en el thriller psicológico, de manera que el espacio mental y la paranoia se irán adueñando de la función, en un entorno rural desolado, muy cercano a la frontera con Corea del Norte, donde hay invernaderos abandonados que se incendian, personas que desaparecen y a las que nadie va a buscar jamás.
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La película está considerada como una de las mejores no solo de ese año, sino también de la historia del cine contemporánea y sirvió para lanzar la carrera internacional de Steven Yeun en Estados Unidos. Burning se puede ver en Filmin.
‘Tony Takitani’
Se trata de un pequeño relato del escritor, que tomaba forma cinematográfica como si se tratara de un delicado haiku de manos del veterano director japonés, ya fallecido, Jun Ichikawa.
Tony Takitani es un cuento sobre la soledad y el dolor filmado a través de tonos fríos y un ambiente etéreo. Es quizás una de las obras más hermosas del cine japonés reciente, un minúsculo milagro en el que en esta ocasión sí que emana de sus imágenes una poesía hermosa y sutil, acompañada de una magistral partitura del compositor Ryuichi Sakamoto.
En el reparto el mítico Issei Ogata, Rye Miyazawa y Hidetoshi Nishijima, precisamente el protagonista de Drive My Car.
‘Tokio Blues’
Se trata de la novela más emblemática de Murakami, la que lo lanzó a la fama internacional y en la que se encuentran presentes todas las obsesiones que laten en su universo íntimo: el desarraigo, la incomprensión, la soledad, la insatisfacción vital, el desequilibrio emocional… Tokio Blues está impregnada de dolorosa tristeza y constituye un camino de descubrimiento del amor totalmente desgarrador.
Su adaptación cinematográfica corrió a cargo del director de origen vietnamita Tran Anh Hung, autor de obras como El olor de la papaya verde y recientemente A fuego lento, con la que consiguió el Premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes.
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Consiguió trasladar de manera muy fiel el texto de Murakami, a través de esa poesía que lo caracteriza, quizás menos sutil que en la novela y más subrayada por medio de unas imágenes preciosistas llenas de quebradiza belleza que constituye un relato generacional devastador. Se puede ver en Filmin.
‘Sauce ciego, mujer dormida’
Película de animación francesa que ganó una distinción en el prestigioso Festival de Annecy y que se basa en el libro de relatos del mismo nombre. En ella se da rienda suelta a la vertiente fantástica que late en los textos del autor, así como el espacio entre la vigilia y el sueño que da lugar a un territorio onírico.
Un gato perdido, una rana gigante parlanchina y un tsunami ayudan a un empleado bancario poco ambicioso, a su esposa frustrada y a un contador esquizofrénico a salvar Tokio de un terremoto y encontrar un sentido a sus vidas. Una película imaginativa y repleta de detalles exquisitos.