Octubre es un mes especial y reivindicativo, ya que cada año, el día 19, miles de mujeres unen fuerzas por una causa común, que han vivido en sus propias carnes o les ha tocado muy de cerca: el cáncer de mama. En el evento organizado por Ausonia y la Asociación Española contra el Cáncer, uno de los rostros destacados ha sido Terelu Campos, quien ha luchado contra esta enfermedad en dos ocasiones.
La hija de María Teresa Campos ha enfrentado dos cánceres de mama. Fue a principios de 2012 cuando fue diagnosticada de uno en su pecho derecho. La madre de Alejandra Rubio se sometió a un tratamiento en el que recibió varias sesiones de quimioterapia. Sin embargo, tuvo que someterse a una operación para tratar las células cancerosas.
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Después de una larga recuperación, la hermana de Carmen Borrego recibía la buena nueva de que se encontraba completamente curada. Pero, desafortunadamente, seis años después volvió a verse afectada por otro cáncer de mama. Esta vez, los médicos detectaron un bulto en su pecho izquierdo que, rápidamente, extirparon y por el que no tuvo que recibir ningún tipo de tratamiento.
Desde entonces, Terelu Campos se somete a varias revisiones periódicas y, además, sigue tomando medicación. “Todas las mañanas abro un ojo y me tomo mi pastilla del cáncer”, ha contado en el encuentro, donde ha lucido una camiseta rosa y un pañuelo mostrando su compromiso con la causa. De hecho, mientras luchaba contra esta enfermedad, su mayor preocupación era qué pasaría con su hija, Alejandra Rubio, si a ella le pasaba algo.
“Me sentía culpable”
“Tenía miedo de lo que me pasara a mí, pero no por lo que me pasara a mí, sino por las consecuencias que eran, no ver crecer a mi hija, dejar a mi hija sola. Sí, tendría a su padre y a su familia, pero no tendría a su madre y una madre es muy importante en la vida”, ha manifestado, visiblemente emocionada, pues hace poco más de un mes ella perdió a su madre.
La periodista ha confesado que, cuando le diagnosticaron por primera vez la enfermedad, ella intentó a toda costa que su hija no fuese muy consciente de la situación y de la gravedad del asunto. “Yo lo que quería es que ella disfrutara de la vida, que viviera, que no me sintiera enferma. Yo me despertaba, me daba una quimio y al día siguiente por la mañana me despertaba con la niña para ir al colegio. Luego me podía meter en la cama, pero desde luego que ella se fuera tranquila”, ha expresado.
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“Me sentía culpable al pensar que yo podría haberle traspasado a mi hija algo en mis genes y que ella pudiera tener una enfermedad como esta”, ha desvelado sobre la segunda vez que tuvo cáncer. Un pensamiento que, con el paso del tiempo, logró cambiar, pues tal y como ella misma ha dicho es “la realidad de la vida” y lo único que está en sus manos ahora es que Alejandra se someta a diferentes revisiones periódicas, y pruebas genéticas cuando sea necesario.
Huellas en su día a día
La comunicadora de 58 años también ha hablado de las secuelas físicas que esta enfermedad ha dejado en su cuerpo. Si bien se sometió a una doble mastectomía, poco después sufrió un aumento de peso considerable que le afectó bastante.
“Cuando tuve el primer cáncer, la medicación y el metabolismo por la menopausia provocaron que con 46 años yo engordara muchísimo, cosa que no me había ocurrido nunca, pero me tenía que tratar con ese medicamento durante mínimo tres años. Luego he ido cambiando, pero todavía sigo tomando medicación”, ha detallado.
Cuando la que fuera colaboradora de Sálvame puso fin a su primer tratamiento de cáncer, y antes de su segundo diagnóstico, pensó que volvería a tener su peso habitual. Sin embargo, el doctor le aconsejó centrarse en seguir viviendo y dejar la preocupación por su peso en un segundo plano. “Eso me hizo relajarme, no castigarme por lo que me había ocurrido y a partir de ahí enfocarme en lo que realmente es importante. Hay muchas cosas por las que nos preocupamos muchísimo, que somos una soberana chorrada”, ha dicho.
Terelu Campos ha dejado claro que hacer frente a esta enfermedad no es nada fácil. Sin embargo también tiene sus cosas positivas. “Te haces más humana, entiendes mejor el sufrimiento ajeno, aprendes a relativizar los problemas y te das cuenta de que hay muy pocas cosas fundamentales en la vida que merezcan la pena y una de ellas es poder envejecer. Envejecer es un regalo y más cuando se ha pasado por un cáncer de mama. Envejecer significa ver que muchos de nuestros sueños se han cumplido. Envejecer es aprender a valorar las cosas pequeñas, es disfrutar de la vida con calma y sosiego, es ver la vida con experiencia y sabiduría. Es poder seguir amando a los tuyos. ¡Ojalá todas podamos envejecer!”.