“No, la verdad es que no”. Estas fueron las palabras de la jugadora del FC Barcelona e internacional con España, Aitana Bonmatí, tras ser preguntada en el programa Salvados si esperaba más apoyo de los jugadores masculinos durante el conflicto entre la selección femenina y la RFEF por sus derechos. Y la respuesta de los jugadores masculinos no se hizo esperar, quienes consideran que han “ayudado mucho” a sus compañeras y no solo ahora, sino “desde hace tiempo”, ha afirmado Álvaro Morata. Lo cierto es que el apoyo del combinado masculino ha sido escaso. Tal ha sido la indiferencia de estos hacia las jugadoras, que el número de futbolistas que se posicionaron a su favor se puede contar con una mano.
El capitán de la Roja también ha considerado: “Si ella lo dice, es porque se siente así. Y si tienen alguna cosa que decirnos o en la que podemos ayudar, saben que estamos disponibles”. Aunque este no ha sido el primero el pronunciarse sobre las declaraciones de la jugadora del Barça, sino Dani Carvajal. El jugador del Real Madrid no ha dudado en tirar balones fuera respecto al poco apoyo que han brindado a las jugadoras, dejando claro que es cosa de ellas. “No sé, la verdad que no sé a qué se puede referir de apoyar más o no apoyar. Al final, ha pasado lo que ha pasado, ellas están reestructurando lo que ellas creen o no se sienten cómodas dentro de su entorno en la Federación. Están reestructurando o intentando reestructurar todo el staff, marketing, comunicación, etcétera. Nosotros, pues bueno, nos centramos en lo que nos toca, en ganar y seguir a lo nuestro”.
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Lo cierto es que desde el pasado 20 de agosto de 2023, después de que las jugadoras certificaran la mayor gesta de la historia del fútbol femenino: ganar el Mundial de Sidney; se abrió una cruzada entre las jugadoras y la RFEF. Todo ello desencadenado por el beso no consentido de Luis Rubiales, entonces presidente de la Federación, a Jenni Hermoso. Toda la sociedad brindó su apoyo a la futbolista, así como a todo el equipo: ciudadanos, actores, políticos, cantantes e incluso profesionales de otros deportes... Todos, menos el fútbol masculino, que guardó silencio. La primera muestra de apoyo llegó cinco días más tarde.
El delantero del Betis, Borja Iglesias, fue el primero en posicionarse a favor de sus compañeras, aunque fue de los pocos que lo hicieron. Tras ello, tomó una decisión contundente: “No volver a la Selección hasta que las cosas cambien”. El jugador compartió en sus redes sociales este anunció, donde aseguraba: “Estoy triste y decepcionado. Como futbolista y como persona no me siento representado por lo que ha pasado hoy en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Me parece lamentable que sigan presionando y poniendo el foco sobre una compañera. Vestir la camiseta de la Selección Española es de lo más grande que me ha pasado en mi carrera. No sé si en algún momento volveré a ser una opción, pero he tomado la decisión de no volver a la Selección hasta que las cosas cambien y este tipo de actos no queden impunes.” Y concluía: “Por un fútbol más justo, humano y decente”.
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A él se sumó también Héctor Bellerín, en su contundente crítica contra Rubiales: “Es de auténtica vergüenza lo que está pasando. Representar a nuestro país con esa vulgaridad, tergiversar declaraciones de la víctima y encima tener el coraje de culpabilizarla a ella pasando a victimizarse por haber cometido un abuso, son hechos de los que no puede alguien quedar impune. El fútbol es una herramienta social para avanzar y progresar, el machismo no debería tener sitio dentro de este sistema”. A lo que añadió: “El narcisista nunca cree haber cometido un error, es capaz de mentir, manipular la verdad y convertir a la víctima en culpable con tal de mantener su poder sobre los demás”.
Se trata de los dos únicos jugadores que hablaron sin reservas sobre la RFEF y sobre el entonces presidente de la misma, Luis Rubiales, aún a sabiendas de que podría haber consecuencias. Isco Alarcón también mostró públicamente su apoyo a la número 10 de La Roja. El resto de jugadores españoles hicieron como si la situación no fuera con ellos, a pesar de tratarse de sus compañeras. Eso sí, emitieron, al cabo de 15 días, una declaración conjunta: una felicitación por el Mundial de Sidney, el rechazo a la actuación de Rubiales y la promesa de centrarse en su competición: la Eurocopa 2024; y sus partidos: Georgia y Chipre.
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Tras el caso Rubiales, llegaron las reivindicaciones para tratar de conseguir unas condiciones dignas, las amenazas de la RFEF para obligar a las jugadoras a acudir a la convocatoria con España y la ya famosa ‘cumbre de Oliva’ y un nuevo cri cri sonó desde el vestuario masculino. El problema es que las jugadoras nunca han sentido el respaldo, al menos público, de ellos.
El caso de ‘Las 15′
Los problemas de la selección femenina vienen de largo. Ya en septiembre del año pasado, tras la Eurocopa femenina, las futbolistas decidieron que era el momento de analizar la situación, de analizar cómo se estaba gestionando el equipo. Una preparación mejorable y la falta de ambición por parte del entrenador, quien, además, no llegaba a conectar con las internacionales, fueron algunas de las razones que llevaron a las convocadas a dar un paso más allá y trasladar la situación a la RFEF. Este sentimiento de malestar fue creciendo entre algunas jugadoras, en concreto 15. Entonces, las ahora conocidas como Las 15, decidieron firmar un comunicado donde trasladaban que los hechos acaecidos en la selección estaban afectando a su “estado emocional” y a su “salud” y presentaron su renuncia a acudir con el conjunto nacional.
Fue un momento sin precedentes, donde las futbolistas tenían claro que las condiciones no eran las ideales para conseguir un equipo competitivo en los torneos internacionales. Había cosas que cambiar y así lo trasladaron. ¿Les hicieron caso? Lo cierto es que no. ¿Tuvieron el apoyo de los jugadores? Tampoco, al menos de cara a la galería. Ya entonces, los jugadores masculinos hicieron como si la cosa no fuera con ellos y miraron hacia otro lado. Ahora la historia ha vuelto a repetirse y los futbolistas masculinos miran desde la barrera, desde una posición privilegiada, a sabiendas de las desigualdades que existen entre ambos, las reivindicaciones de la selección femenina por mejorar sus condiciones.