La temporada 2006-2007 no pasó precisamente sin pena ni gloria en lo que respecta al Real Madrid. El equipo blanco andaba necesitado de desempolvar las vitrinas tras tres años sin nuevos trofeos que pasasen a engrosarlas. Con ese objetivo en mente, se decidió contratar a Fabio Capello, que afrontó así su segunda etapa en el club tras haber conquistado la Liga en la primera, durante el curso 1996-1997. Una década más tarde, acabaría repitiendo logro en la capital española. Eso sí, no sin sobresaltos.
El técnico italiano ha vuelto a recordar los episodios más sonados de esa campaña en Madrid con motivo de la inauguración del curso académico en el Instituto Universitario de Mediadores Lingüísticos (Limec). Destaca sobremanera la confesión que le hizo una de las estrellas madridistas, que ya había desvelado anteriormente y ha vuelto a resaltar ahora: “Un día, llegó Ruud van Nistelrooy y me dijo ‘señor, aquí en los vestuarios huele a alcohol’. Era cierto”.
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Quien más quebraderos de cabeza generó a Capello ese año fue, sin lugar a dudas, Ronaldo. Tanto es así que el entrenador no pudo más con el mítico delantero brasileño y acabó enseñándole la puerta de salida. “En febrero de 2007, decidí despedir a Ronaldo Nazario. Era alguien a quien le gustaba la fiesta e involucraba al grupo”, asegura el ganador de la Champions con el AC Milan. Este sería precisamente el siguiente destino de ‘El Gordo’, a pesar de que su ya exjefe intentó evitarlo por todos los medios.
“Berlusconi me llamó un día para pedirme consejo sobre una hipotética compra. Le desaconsejé, diciéndole que era un fiestero, que sólo pensaba en las mujeres. Me dijo ‘vale, gracias Fabio’. Al día siguiente: Ronaldo en Milán”, confiesa Capello. Más allá de su querencia por el ocio nocturno, tiene muy claro qué más fallaba con la leyenda: su peso. “Ronaldo pesaba 94 kilos ese año. En Corea, en el Mundial de 2002, pesaba 82. Le dije que bajara de peso… Llegó a 92,5″, detalla.
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Cassano también le trajo de cabeza
Por si no tenía suficiente con Ronaldo, Capello también se las vio y deseó con un compatriota suyo, Antonio Cassano. De idéntica posición en el terreno de juego que el de Río de Janeiro, llegó a ser apartado por indisciplina: insultó a Capello y le reprochó no jugar, recordándole que él le había ayudado a integrarse con la plantilla (se conocían, y muy bien, de sus respectivas etapas en la Roma). Cassano no volvió a ser de la partida hasta la recta final de la 06-07, aunque nunca hizo por pasar página y centrarse.
“Con Cassano, me fui a las manos. Cassano pedía patatas fritas antes de cada partido, algo inaceptable. Me enfadé más con el chef que con él. No entendía que hiciera esas cosas”, ha contado Capello. Anteriormente, en Sky Sports, el preparador lamentó no haber podido lograr que el que llegó a ser uno de los futbolistas más prometedores de Italia se enderezase. De hecho, consideró que ese mérito sólo ha podido apuntárselo la mujer del exjugador.
A pesar de todo, el Real Madrid se proclamó campeón liguero en la última jornada, frente al Mallorca. Devolver a los blancos a la senda del éxito no sirvió para que Fabio Capello continuase al frente del conjunto merengue, pero la labor que realizó entonces aún se recuerda, y mucho, en el Santiago Bernabéu.