Sufrió un infarto y estuvo 7 minutos técnicamente muerto: la historia de Solbakken, el entrenador noruego que complicó el partido a España

En 2001, el hoy seleccionador del combinado nórdico volvió a nacer tras un suceso que estuvo a punto de ser fatal cuando aún era futbolista: decidió no seguir jugando a pesar de haber recibido el alta

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El entrenador de Noruega, Stale
El entrenador de Noruega, Stale Solbakken (EFE/ Jorge Zapata)

España no lo tuvo fácil este domingo para vencer a Noruega en Oslo, pero finalmente lo logró (0-1) y consumó su presencia en la Eurocopa 2024. Una cita en la que ahora mismo se antoja complicado que pueda estar su último rival, que para nada facilitó la clasificación a la Roja en el Ullevaal Stadion. Si hay que buscar culpables de ese esfuerzo finalmente sin premio, uno está en el banquillo: Stale Solbakken. El nombre de pila del seleccionador noruego significa, en el idioma de su país natal, ‘duro’, ‘acero’. Algo que casa a la perfección con la situación de gravedad que vivió y superó, cuando otros no lo habrían contado, hace 22 años.

El 13 de marzo de 2001, parecía un día cualquiera en la vida de Solbakken. Todavía era futbolista y militaba en las filas del Copenhague, en cuya ciudad deportiva se entrenaba con normalidad entonces. Hasta que, de pronto y sin previo aviso, se desplomó en el suelo. Él mismo contó, a posteriori, qué fue lo que le sucedió exactamente: “Mi corazón dejó de latir”. El infarto fue tan drástico que cuando la ambulancia llegó al lugar, ocho minutos después, todo parecía haber acabado para el centrocampista.

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“Estaba clínicamente muerto”, llegó a confesar quien en ese momento era médico del Copenhague, Frank Odgaard, que estuvo intentando reanimar a Solbakken, sin éxito, con un masaje cardiaco. Por fortuna, el jugador reaccionó cuando se encontraba de camino al hospital: “Estuve técnicamente muerto durante siete minutos. Me estaban llevando en la ambulancia cuando finalmente respondí y mi corazón comenzó de nuevo a latir. Estuve en coma durante casi 30 horas e ingresado en el hospital durante 14 días”.

Stale Solbakken junto a Haaland
Stale Solbakken junto a Haaland y Odegaard (Fredrik Varfjell/Ntb/Dpa)

Podría decirse que Solbakken tiene, desde aquel antes y después, dos fechas de cumpleaños. El 27 de febrero de 1968 y ese 13 de marzo de 2001 en el que, con 33 años, renació. Nunca había padecido ningún problema de salud grave y no fue hasta que aconteció el suceso casi trágico cuando se supo que había nacido con un defecto en el corazón. Uno que, a pesar de todo, no le impedía retomar el fútbol: llegó a recibir el alta médica para jugar.

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Ante la duda, una retirada quizá a tiempo

Tras varias semanas de descanso, Solbakken volvió a ponerse en forma. Entrenaba al mismo ritmo que sus compañeros, aun con un marcapasos. Las pruebas a las que fue sometido dieron fe de que estaba recuperado. Sin embargo, había un riesgo teórico de que algo volviese a fallar. Por eso, decidió que lo más sensato, “con los niños y una familia”, era colgar la camiseta.

“Es un milagro que aún esté vivo”, expuso bien a las claras el que fue su doctor en el Copenhague. Así terminaba una carrera deportiva que le llevó a pasar por el HamKam y el Lillestrøm SK en Noruega, el Wimbledon en Inglaterra y el Aalborg y el Copenhague en Dinamarca. También fue internacional absoluto, con 58 partidos, nueve goles, un Mundial, Francia 1998, y una Eurocopa, Países Bajos y Bélgica 2000, a sus espaldas: tuvo enfrente a la España de Clemente cuando José Francisco Molina, portero, tuvo que saltar al terreno de juego como extremo (y a punto estuvo de marcar un gol), por carencia de jugadores de campo, en el 96.

Stale Solbakken en el España
Stale Solbakken en el España - Noruega (REUTERS/Jon Nazca)

Pero el vínculo de Stale Solbakken con el deporte rey no se había disipado para siempre: al poco tiempo, inició una nueva etapa como entrenador. Esta le ha llevado, por el momento, a dirigir al HamKam, al Copenhague (en dos etapas y llegando a disputar la Champions), al Colonia alemán, al Wolverhampton inglés y, desde 2020, al equipo nacional noruego. El metal que lleva implícito su nombre le ha llevado a resistir sin mayor sobresalto desde que pudo superar uno fatal en la inmensa mayoría de casos.

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