La inflación entiende de edad y de clase social: los jóvenes con hijos y las rentas medias-bajas son los que más recortan en alimentos

Todos los hogares reducen su volumen de consumo alimentario en comparación con 2019 ante las subidas de precios, pero los que menos lo hacen son los formados por personas en edad de jubilación, que han mantenido el poder adquisitivo con la indexación de las pensiones al IPC

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Dos personas compran en un
Dos personas compran en un mercado local. (Eduardo Briones / Europa Press).

Los alimentos y bebidas no alcohólicas son los grupos de productos que más se han encarecido en los dos últimos años. Según el INE, su precio ha aumentado un 26,4% entre septiembre de 2021 y septiembre de 2023 y un 31,7% si se compara con el mismo mes de 2019. La inflación ha provocado un descenso en el volumen consumido por todos los hogares, pero existen diferencias por clase social y por tipo de unidad familiar: la inflación provoca que ciertos jóvenes y las rentas medias y bajas se ajusten más el cinturón que los demás.

Los hogares ubicados en la clase media-baja han reducido su consumo de alimentos un 10,5% si se comparan los kilogramos/litros medios que han comprado per cápita en el último año (entre mayo de 2023 y junio de 2022) con el mismo periodo de 2019-2018. Los datos extraídos de las series mensuales que publica el Ministerio de Agricultura reflejan que la segunda franja de rentas más afectada es la catalogada como clase baja, con una reducción del consumo del 7,9%, seguida de la clase media (-7,6%) y de las clases altas y medias altas (-6,22%).

Este efecto es coherente con el poder adquisitivo que define a cada clase social, pero es más llamativa la diferencia por tipos de hogares, que el ministerio desagrega en nueve. Repitiendo el mismo cálculo se observa como las parejas con hijos pequeños y las parejas jóvenes sin hijos son los que más han disminuido su gasto en alimentación: un 15% y un 14%, respectivamente. Les siguen las parejas con hijos medianos (-12,3%) y las parejas con hijos mayores (-10,8%). En contraste, los hogares que menos han recortado son los formados por personas en edad de jubilación (mayores de 65 años), cuyo consumo alimentario es un 5,2% inferior. El ajuste también es menor en todos los demás hogares sin hijos.

Aunque el volumen de alimentos consumido en el hogar está en mínimos de las dos últimas décadas, los hogares no han podido ahorrar en esta partida: el gasto es de los más elevados en términos absolutos y el mayor en relación con la cantidad comprada. En este sentido, un reciente estudio publicado por Funcas calcula que los hogares pagaron 297 euros más de IVA en 2021 y 2022 solo por la inflación, pese a consumir menos. Respecto a los productos que más se han dejado de comprar en términos porcentuales destacan el pescado, la carne y el aceite.

Cabe señalar que el estudio elaborado por el ministerio informa de todos los alimentos que se compran para consumir en el hogar en cualquier tipo de establecimiento, incluidos los bares y la venta a domicilio (delivery), por lo que solo se exceptúan las compras en restauración y hostelería que se consumen en los propios locales. Esto permite aislar mejor los cambios en los patrones de consumo, como el auge de pedir comida para consumir en el hogar, que incide en menores compras directas en las tiendas.

Los salarios pierden poder adquisitivo, las pensiones no

Uno de los motivos que puede explicar por qué el grupo de personas retiradas es el que menos reduce su consumo de alimentos es que sus rentas principales, las derivadas de las pensiones, se han revalorizado conforme a la inflación en los dos últimos años. En 2022 y 2023 se aplicó lo establecido en la reforma de las pensiones y para 2021 el Ejecutivo aprobó una paga compensatoria que subsanara el insuficiente incremento inicial. Esto les ha permitido mantener el poder adquisitivo en unos meses en los que los precios han aumentado con intensidad y rapidez.

En contraste, los salarios han perdido poder de compra porque sus subidas han sido menores que la inflación. Según los datos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE, el coste salarial ordinario ha crecido un 9,9% entre el segundo trimestre de 2023 y el mismo periodo de 2021. En esas fechas se inició el incremento de los precios por encima del 2% que recomienda el BCE, de manera que el IPC acumula una variación del 14,7% entre el 31 de marzo de 2021 y el 30 de junio de 2023, una diferencia de 4,8 puntos porcentuales con el crecimiento de los salarios.

Los últimos datos de consumo alimentario en los hogares, de abril y mayo de 2023, son ligeramente superiores a los de los mismos meses de 2022, por lo que podría estar arrancando su recuperación. Esto sería consistente con unas tasas de inflación más bajas que en 2022 y con los incrementos salariales, que en la primera mitad del año han estado por encima de los precios. No obstante, el consumo de los hogares en términos de Contabilidad Nacional continuaba en el segundo trimestre del año por debajo de su nivel anterior a la pandemia, a diferencia del PIB, que se recuperó en el verano de 2022 impulsado sobre todo por el sector exterior.

En este contexto, el Gobierno tiene que decidir si amplía la rebaja del IVA de los alimentos vigente hasta final de año. La medida ha supuesto una pérdida de 1.165 millones de euros en recaudación hasta agosto, según la Agencia Tributaria, y, además, beneficia más a las rentas más altas porque son las que tienen un volumen de consumo más elevado y las que menos lo reducen con una crisis inflacionista. Precisamente por el coste fiscal que supone y por no estar focalizada en los más vulnerables, tanto la Comisión Europea como otras instituciones han recomendado eliminar las ayudas generalizadas de este tipo de cara a 2024 y a la vuelta de las reglas fiscales.

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