Pedro Sánchez salió reforzado de las elecciones generales más allá del resultado, que contra pronóstico -de los sondeos privados- le daba opciones de lograr una investidura. Las urnas no castigaron a Frankenstein, que diría el PP, es decir a la estrategia legítima -sistema parlamentario- de armar consensos en pro de cumplir con los compromisos o las ambiciones. Es por esto que el presidente en funciones camina decidido a quitar el apellido al cargo y sin mayor problema se ha quitado el complejo y reunido y fotografiado este viernes por primera vez con la portavoz en el Congreso de los Diputados de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, antes de verse con la de Junts per Catalunya, Míriam Nogueras. Este jueves, en los corrillos con periodistas en los actos por la Fiesta Nacional, no descartó hablar con Carles Puigdemont. Ya lo hizo con Oriol Junqueras.
Y Bildu va a apoyar la investidura. Su comunicado al término -70 minutos- deja a las claras la aspiración de hacer pública la normalización que ya reina en privado desde largo: “EH Bildu desea poner en valor la imagen que traslada tanto a la ciudadanía vasca como a la del conjunto del Estado español el encuentro mantenido hoy. (...) En un contexto político donde la crispación, el ruido y los malos modos tratan de imponerse al debate político, este encuentro refleja una forma de entender la actividad política y situarse en el momento histórico actual. (...) Por encima de siglas políticas, la inmensa mayoría del pueblo vasco envió un mandato claro: no permitir que el bloque reaccionario, liderado por PP-Vox, conformara gobierno. (...) El encuentro, en un ambiente constructivo y positivo, es otro hito que permite construir un marco de confianza para abordar un ciclo de diálogo, negociación y acuerdo”.
Este jueves, en los momentos previos al desfile del 12 de Octubre, Sánchez volvió a recibir el ya tradicional ‘cariño’ de los congregados al grito de “hijo de puta” o al cántico “que te vote Txapote”, un bumerán que, como otras descalificaciones, terminó reforzando al presidente en la recta final de campaña por la virulencia y bajeza dialéctica contra él y en este caso contra las víctimas del terrorismo, que claman sin éxito por el final de esta proclama, alimentada por influyentes dirigentes como Isabel Díaz Ayuso. Impulsado por el nivel de sus oponentes y por el escrutinio, el socialista ha accedido a la foto con Bildu, cuando en la ocasión precedente, en 2020, se encargó la en ese momento portavoz parlamentaria Adriana Lastra.
“Nada está acordado...”
En Bildu no entienden la expectación por esta foto. “Los contactos y las relaciones son constantes, habituales y fluidas desde el inicio de la pasada legislatura con todos los grupos progresistas de la Cámara, incluido el PSOE”, explican fuentes parlamentarias, que recuerdan que Sánchez y Aizpurua contactaron en dos ocasiones de manera telemática durante la pandemia. No obstante no se escapa, tampoco a ellos, que nunca les había recibido, al menos a la luz de todos, un presidente del Gobierno. Al otro lado, Sánchez ya zanjó antes del 23-J su política de pactos, sin arrepentimiento alguno frente al señalamiento del PP: “Busco votos hasta debajo de las piedras para avanzar en derechos y libertades”.
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Con los contactos de hoy, el PSOE cierra la primera ronda con los grupos parlamentarios, entre los que solo ha vetado a Vox. “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”, resolvió a responder el secretario general del PSOE hace unos días en Granada preguntado por la investidura, que no apunta tan rápida como deseaba. Por el momento, y empujado por el 23-J, actúa a la vista de todos, quizá un escalón por debajo de Yolanda Díaz, que viajó a Bruselas para tratar directamente con Puigdemont los escollos para la investidura o presentó en público una propuesta formal para la amnistía que exige el expresident prófugo. Díaz pone de relieve esta forma de actuar en contraste con la que llevó a cabo el PP durante el intento para hacer presidente a Alberto Núñez Feijóo, llegando a reunirse con emisarios de ese expresident prófugo en secreto.