La muerte de Carmen García Galisteo, conocida popularmente como Carmen Sevilla, ha dejado un gran vacío en el mundo de las artes. El pasado 27 de junio, la actriz y presentadora daba el último adiós a sus 92 años en el Hospital Puerta de Hierro.
La emblemática cantante y bailarina, nacida en 1930 en Sevilla, hacía frente a la enfermedad del olvido desde 2009. En marzo de 2015, fue ingresada en la residencia geriátrica de Aravaca, en Madrid, tras su avanzado deterioro de salud. Allí, permaneció protegida, cuidada y ajena del mundo los últimos ocho años de su vida. En junio, fue trasladada al hospital madrileño, donde falleció rodeada de los suyos y en el más absoluto silencio.
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Haciendo alusión a los deseos de su único hijo, Augusto Algueró, su despedida fue de lo más íntima. “Ahora mismo, todos los que vamos a entrar, que somos muy poquitos, es única y exclusivamente familia directa de lazos de sangre con ella. Exceptuando dos personas que son las que han cuidado a mi madre durante los últimos años, que son Angelines y Alejandra, que han convivido 24 por siete con mi madre durante años, cuidándola y protegiéndola”, detalló su hijo el día en el que se reunieron para dar el último adiós a la veterana actriz.
Pese a su relevancia pública que tenía Carmen Sevilla y lo querida en el entorno español, la icónica intérprete no tuvo un velatorio público. Recibió el último adiós en Madrid, en una ceremonia a la que asistieron familiares, amigos y seres queridos, excepto su primogénito, quien no tenía fuerzas para acudir.
Nadie recoge sus cenizas
Hasta donde se sabe, la icónica bailarina fue incinerada en el tanatorio de Pozuelo de Alarcón. De acuerdo con la información de ABC, 105 días después de su muerte, sus cenizas aún siguen en el tanatorio esperando que alguien pueda recogerlas.
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El medio ha contactado con su hijo Augusto para conocer más detalles al respecto sobre esta realidad, pero este no ha querido ofrecer declaraciones al respecto de por qué nadie ha ido a buscarlas. “Sí están allí y que pueden ser recogidas en cualquier momento, bien por su hijo, que fue quien firmó todos los permisos para que se llevase a cabo el proceso, o por cualquiera que lleve una autorización de este con la fotocopia de su DNI”, han adelantado desde el tanatorio a ABC.
Normalmente, cuando se lleva a cabo una incineración, los familiares del fallecido acostumbran a recogerlas dos días después de llevarse a cabo la práctica. No obstante, el tanatorio ha explicado que cuentan con un depósito donde se almacenan y, pasado un año aproximadamente, se contacta con el entorno para que estos pasen a recogerlas o, por el contrario, prefieren que estas sean esparcidas en una especie de vertedero con el que cuentan los crematorios.