El Consejo de Ministros ha dado luz verde este martes a la celebración de tres contratos para reforzar y brindar nuevas capacidades la artillería de campaña del Ejército de Tierra. En concreto, el Gobierno ha aprobado llevar a cabo la compra de munición de 105 milímetros, por 76 millones de euros; de 155 mm, a un coste de 345,5 millones de dólares; y el desarrollo un sistema lanzacohetes, por valor de 576,5 millones. En total, 998 millones de euros que se invertirán en el poder de fuego de la fuerza terrestre.
El Ministerio de Defensa ha detallado que la munición de 105 mm se destinará, como no podía ser de otra manera, a los obuses y cañones que de ese calibre posee el Ejército, que “resultan necesarios para el cumplimiento de misiones y cometidos propios del Arma y de los compromisos internacionales adquiridos”, especialmente en el ámbito de la OTAN. Por otro lado, desde la cartera de Margarita Robles han asegurado que este tipo de armamento es necesario “para mantener unos niveles adecuados de instrucción y adiestramiento”.
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Actualmente, la flota española de obuses de 105 mm está compuesta, mayoritariamente, por los llamados Light Gun L118 de origen británico, que pueden disparar hasta una distancia de 21 kilómetros. No obstante, el Ejército aún dispone de algunos obuses M-56, de fabricación italiana, ya en avanzado proceso de retirada de servicio.
Por otra parte, la adquisición de munición de rango extendido de 155 mm es la que permite a la Artillería superar los 40 kilómetros de alcance en sus ataques y “conseguir una mayor protección a las fuerzas y unidades propias, así como disponer de superioridad en el enfrentamiento”, han justificado el gasto desde Defensa. El Ejército posee una diversa flota de obuses de 155 mm, tanto remolcados como autopropulsados. Entre los primeros destacan los sistemas Siac, capaz de emplear proyectiles rompedores, fumígenos e iluminantes, y APU SBT-1; ambos fabricados por la empresa nacional Santa Bárbara Sistemas, propiedad de la estadounidense General Dynamics Land Systems.
En cuanto a obuses autopropulsados, el único que posee España es el M-109 de origen estadounidense. Este obús posee un peso de 24,5 toneladas y su tubo lanzador mide poco más de seis metros de largo. Además, tiene una autonomía de 345 kilómetros, alcanza velocidades de 56 km/h y sus proyectiles pueden destruir blancos ubicados hasta los 30 km de distancia. El Ejército de Tierra tiene desplegados de forma permanente seis de estos obuses en Letonia, en el marco de la misión de la OTAN en defensa de los países bálticos ante la amenaza siempre latente de Rusia.
Sistema lanzacohetes
El Gobierno también ha despejado el camino para la firma del contrato para el desarrollo de un nuevo sistema lanzacohetes de alta movilidad (Silam), unidades con las que no cuenta España desde que se diera de baja, en 2011, los antiguos Teruel. Según han explicado desde Defensa, el Silam se caracterizará caracterizado por poder disparar con precisión diferentes cohetes y misiles guiados de altas prestaciones.
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“La capacidad de estos sistemas lanzadores, dotados de flexibilidad en la configuración de sus municiones y de mayor precisión, permitirá al Ejército de Tierra superar las limitaciones en alcance de las municiones lanzadas por cañón, alcanzando objetivos más allá de los 300 km, con un menor consumo de munición, en contextos operativos cada más caracterizados por escenarios de denegación aérea, y adaptarse y atender de forma rápida y flexible las distintas necesidades que se puedan plantear en los teatros de operaciones, reduciendo asimismo los riesgos de daños colaterales”, detalla la referencia del Consejo de Ministros.
El objetivo del Ministerio de Margarita Robles es que la industria local, aunque con transferencia de tecnología extranjera, diseñe y desarrollo un sistema lanzacohetes español, incluyendo la munición con la que estará armado. La previsión, de acuerdo a los requisitos del Ejército, es adquirir 12 unidades, aunque en el largo plazo podrían incorporarse otra docena.
La reacción del entramado industrial militar del país no se hizo esperar y rápidamente recogió el guante lanzado desde el Ministerio de Defensa. Así, las empresa Escribano, Expal y GMV presentaron, en la pasada edición de la feria de defensa y seguridad española Feindef, su propuesta para el programa Silam. Las tres compañías exhibieron un sistema lanzacohetes, basado en la tecnología israelí Puls, montado en un camión Astra 8x8 de la marca italiana Iveco.
A pesar de que las apuestas apuntan a que el contrato caerá en manos de la industria nacional, recientemente se ha conocido la intención de la empresa brasileña Avibras de competir por el mismo. Con este objetivo, la firma ha sellado una alianza con la compañía local NTGS para construir en España el lanzacohetes Astros, sistema con una alta reputación internacional y sobre el que, en el pasado, el Ejército de Tierra ha mostrado su interés al punto de haber enviado una delegación al país sudamericano para conocer de primera mano las capacidades del lanzacohetes brasileño.