Cuando Carlos Alcaraz salte a la pista de Shanghái este miércoles, el rival que tendrá en enfrente no será Roger Federer, por mucho que pueda parecerlo. Quien sí estará será Grigor Dimitrov, el tenista búlgaro al que una vez apodaron baby Federer. Y es que, tanto el porte o la técnica de golpeo como la derecha y el revés, e incluso la ropa, recordaban en gran medida a las del suizo. En aquel entonces, apuntaba convertirse en uno de los tres grandes junto a Rafa Nadal y Roger Federer. Una idea que ganó aún más fuerza cuando ganó la Copa de Maestros en 2017, el título más importante de su carrera. Y ese mismo año alcanzó el podium de la ATP, solo por detrás de español y el suizo, y se convirtió en el mejor tenista búlgaro de la historia.
Tanto Carlos Alcaraz, que tratará de ganar el encuentro para seguir sumando puntos que le acerquen a ese ansiado número uno de la ATP, como Grigor Dimitrov que actualmente se encuentra en un buen momento, como el mismo aseguró, con una temporada consistente aunque “siempre quiero más, espero más de mí en cualquier torneo”; buscarán imponerse al otro. Es decir, ambos llegan a la pista de Shanghái con una idea en mente: ganar. El español tratando de imponerse con su drive con el que probablemente intentará martillear el revés a una sola mano de Dimitrov, y precisamente ese revés será el que intente utilizar el búlgaro conseguir una posición de ventaja.
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De unos inicios apoteósicos a ‘baby Federer’ y su relación con Sharapova
Nació en Haskovo, Bulgaría, en 1991. Desde muy pequeño tenía claro que el tenis era su lugar y con tan solo tres años ya se le podía ver correr con una raqueta en las manos. Dos años más tarde, comenzó a jugar diariamente y rápidamente sus dotes para ese deporte afloraron. Sus padres decidieron entonces apuntar a la academia Sánchez-Casal. En 2008, se trasladó París para comenzar a entrenar en la academia de Patrick Mouratoglou, el centro de formación de grandes talentos en mundo del tenis, que rápidamente daría sus frutos.
En 2008 ganó dos grandes títulos en su categoría: Wimbledon y US Open. Tras ese último torneo, se convirtió, además, en el número uno del mundo como junior. Un inicio apoteósico en su carrera. El búlgaro llegaba empujando fuerte y se convirtió en una joven promesa del circuito. Su peculiar estilo y elegancia, el golpe de saque y el revés a una mano unido a sus victorias, suscitaron rápidamente las comparaciones. Muchos empezaron a llamarse baby Federer: “Creo que he sido comparado con él demasiado pronto. Al comienzo me gustaba, era divertido, pero luego se me ha hecho pesado. La comparación me ha machacado un poco y la gente solo hablaba de eso. De alguna manera me ha hecho daño y estoy feliz que todo eso haya terminado. Era una situación para nada ideal para un junior emergente como yo que solo quería demostrar su valor como persona y como tenista. Ahora puedo reírme de eso y mirar hacia el futuro”, aseguró Dimitrov.
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Sin embargo, su carrera no dejaba de crecer y a medida que iba cosechando victoria tras victoria, por otro lado, iba acercándose cada vez más a la tenista rusa, María Sharapova. Tres años duró la relación, entre 2013 y 2016, él fue quien dio el primer paso para intentar conocerla, mientras ella se mostraba reticente a formalizar la relación. Ella ya había demostrado todo su potencial, mientras él comenzó a despuntar al inicio de su relación. Fue un romance intenso, entre torneo y entrenamiento, que finamente acabo porque no se encontraron en el momento adecuado.
Dimitrov firma un 2017 para el recuerdo
En 2014, fue superando posiciones en la ATP, acercándole cada vez más a ese ansiado top 10 que casi logró esa misma temporada, cuando acabó en el puesto 11 del ranking. Sin embargo, los dos siguientes años fueron una montaña rusa para el búlgaro. Juego irregular y derrotas demasiado pronto en los torneos. Fueron años complicados, pero entonces llegó 2017, donde registró su mejor temporada: 48 victorias y 19 derrotas, y cuatro títulos, todos ellos en pista dura. Y, entonces, llegó el torneo de Maestros, donde desplegó su mejor versión lo que le sirvió para hacerse con la copa, la más importante de su carrera. Esta gesta le alzó al tercer puesto del ranking, a la altura de los mejores tenistas del mundo.
Pero, desde entonces no ha vuelto a ganar otro título, lo que le ha llevado a caer en el clasificatorio hasta el puesto 19, aunque en este último año ha ido recuperando sensaciones. En este contexto llega a octavos de final de Shanghái para enfrentarse a Carlos Alcaraz, que actualmente ostenta la segunda posición en el ranking, y que considera a su rival un tenista “muy talentoso”. A lo que añade: “Intentaré estar concentrado todo el tiempo y no dejarle dominar el juego. Se siente cómodo si el partido se le pone de cara, así que intentaré presionarle”.