Desde la lejanía, ya quedaba claro que el parque Agustín Rodríguez Sahagún de Madrid no era el de todos los días. Por supuesto, debido al despliegue policial que rodeaba la zona. Pero, sobre todo, por el impacto visual de sus nuevas pistas de baloncesto, customizadas con la imagen y los colores de los Dallas Mavericks de la NBA, en plena visita a la capital española para jugar contra el Real Madrid este martes.
Los intentos por hacer que la experiencia resultase lo más estadounidense posible fueron evidentes: la camiseta de Luka Doncic y varios balones firmados que lucían en una esquina de la cancha, un puesto de merchandising, animadoras, DJ, la mascota de los Mavs, un espectáculo de mates, consignas en inglés por parte de los chavales que participaron en un clínic posterior (“¡La defensa gana campeonatos!”), el speaker de la franquicia… y, cómo no, un par de jugadores. Eso sí, ninguno de ellos era el jugador franquicia: el esloveno optó por protagonizar un acto junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Mientras Wonderboy era designado “embajador” madrileño, la representación de los suyos al otro lado de la ciudad corrió a cargo de los novatos Olivier-Maxence Prosper y Dereck Lively II.
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También estuvo por allí Salah Mejri, exjugador tanto de los tejanos como de los blancos. Y, como principal actor institucional, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. “Luego, si queréis, tiramos unos tiritos, ya sabéis de mis habilidades”, avisó entre risas poco después de que se le viera departir muy animado con Prosper. Este último se atrevió con el español en la totalidad de su discurso y se llevó las felicitaciones generalizadas.
“Gracias por crear a Luka Doncic”, elogiaron desde las filas visitantes, donde el entusiasmo era total. Lo transmitían los integrantes del equipo, divertidos al probar los aros recién estrenados o servir de conejillos de Indias a los dunkers que calentaron, aún más si cabe, el ambiente. Al igual que la CEO de los Mavericks, que puso a bailar a la chavalería al ritmo de Ain’t No Mountain High Enough, su canción favorita, para dejar patente que en Dallas ya se sienten “como de la familia” en Madrid. Lo mismo se puede decir del Director General de Deportes de la Comunidad de Madrid, Alberto Tomé: “Estáis en vuestra casa, donde siempre os estaremos esperando”. Y, la duda ofende, de Almeida.
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Un dos contra dos con protagonistas inesperados
Una vez que se procedió a repartir agua entre los asistentes (pues falta hacía ante el calor de julio en pleno octubre), que terminaron los discursos y que se cortó la cinta simbólica de las instalaciones, empezó el show del regidor. Como lo prometido es deuda, lanzó, decidido y gustándose previamente con el balón, el tiro libre inaugural del lugar. Al acertar a la primera, Almeida decidió llevar sus pinitos baloncestísticos al siguiente nivel poco después.
Cuando las formalidades habían concluido, los niños disfrutaban de un rato en compañía de los profesionales y alguno de los presentes atendía a los medios, el político, que esperaba su turno para el ‘canutazo’, decidió montar una pachanga improvisada. Ni corto ni perezoso, convenció a tres miembros de su equipo para disputar un improvisado y vertiginoso dos contra dos.
“Se trata de que juguemos. ¡No te las empieces tú a jugar todas!”, decía Almeida durante el partidillo, ante la incredulidad de quienes presenciaban la escena. “¡Tío! ¡Era un alley oop para ti!”, se lamentaba cuando una jugada de ataque no se culminó con éxito. “¡Es que así no vale! ¿Pero qué haces? ¡Ya lo tenemos, Dani!”, se le escuchó decir en otros momentos, al mismo tiempo que le preguntaban con sorna: “¿Esto lo saben en Génova?”.
A los pocos minutos, y sin lograr que sus gafas saliesen indemnes de la breve incursión en el mundo de la pelota naranja, el alcalde abandonó la zona más que satisfecho. “¡Hemos ganado! Deporte, vida sana…”, comentaba orgulloso al séquito que le acompañaba. Todo salió a pedir de boca. Se lo había dicho a Prosper, en una jerga digna de la canasta y con apenas dos palabras: “¡Oh yeah!”.