El inicio del fin del encarecimiento de la cesta de la compra: los costes de agricultores y ganaderos bajan un 11% y auguran precios a la baja

Un aspecto que preocupa actualmente es el impacto que ha podido tener el alza de costes en la competitividad del sector agroalimentario

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Una mujer paga con dinero
Una mujer paga con dinero en efectivo en el supermercado. (Shutterstock)

Las perspectivas son algo más favorables en lo que respecta a los costes de producción del sector, gracias al notable descenso de las cotizaciones de las materias primas agrícolas y de los precios de la energía en los mercados internacionales respecto a los niveles récord del año pasado. El índice de precios de materias primas agrícolas del Banco Mundial ha descendido un 31,5% entre el máximo que alcanzó en mayo de 2022 y agosto de 2023 -último dato disponible-. Algo que, según los expertos de CaixaBank Research tendrá un efecto directo en los precios de muchos de estos productos en los lineales de los supermercados.

Es remarcable que, a pesar de que Rusia anunciara en julio que no prorrogaría el acuerdo sobre cereales del Mar Negro, los precios de las materias primas agrícolas en los mercados internacionales se han mantenido bastante estables desde entonces. Ello se debe, en gran medida, a la ralentización de la actividad económica mundial, especialmente en China, la reorientación del comercio internacional de materias primas desde otros productores y unas previsiones muy positivas de producción agrícola mundial para el próximo año.

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Este descenso global de precios empieza a percibirse en las cantidades que pagan los agricultores en España. Los costes de los inputs agrarios han descendido un 11,2% entre agosto de 2022, cuando alcanzaron su valor máximo, y mayo de 2023, sobre todo los energéticos, que se han desplomado un 42,3% y los fertilizantes (25,7%). A pesar de este descenso, los costes aún son alrededor de un 35% superiores al promedio de 2019.

No obstante, la caída del precio del pienso, que es el componente que más pesa en la estructura de costes del sector primario –54,4% del total en 2022– es todavía muy limitada, con una reducción de tan solo un 6,6% desde el máximo de noviembre del pasado año. Dado que España importa aproximadamente la mitad del cereal destinado a la alimentación animal, el descenso del precio de los cereales en los mercados internacionales debería ayudar a contener la factura de alimentar al ganado en los próximos meses.

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“La moderación de los costes de los insumos del sector agrario debería aliviar las presiones inflacionistas sobre los precios de los alimentos que paga el consumidor final. En agosto de 2023, el IPC de los alimentos subió un 10,1% interanual, una tasa todavía inusualmente elevada, pero que representa una considerable moderación respecto al avance máximo del 15,7% registrado en febrero de 2023. Ello, junto con la paulatina recuperación del poder adquisitivo de los hogares en los últimos trimestres, debería dinamizar la demanda de alimentos de los hogares” apuntan los expertos de CaixaBank.

Competitividad

Un aspecto que preocupa actualmente es el impacto que pueda tener el alza de costes en la competitividad del sector agroalimentario. Sin embargo, cuando se compara la evolución de las exportaciones agroalimentarias españolas con la de las otras potencias europeas –Francia, Italia, Alemania y los Países Bajos– se observa que España ha tenido una evolución relativamente positiva.

Las exportaciones agroalimentarias españolas en términos de valor han seguido creciendo con fuerza durante los últimos dos años, condicionadas por los altos precios de la mayoría de los productos en los mercados internacionales. En cambio, en volumen, acumulan retrocesos del 5,5% en 2022 y del 9,1% en 2023, si bien estos descensos han sido menos acusados que en los principales países europeos o la UE en su conjunto, donde han caído un 15,1%.

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Otra prueba más de la fortaleza de nuestro sector agroalimentario es la elevada cuota en el comercio mundial y su buena evolución relativa a lo largo del tiempo. Según los últimos datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), España ocupa el séptimo lugar del ranking global de exportadores y el cuarto entre los países europeos –por detrás de los Países Bajos, Alemania y Francia, pero por delante de Italia– con el 3,8% de las exportaciones mundiales, una cuota muy superior a la que nos corresponde en el comercio total de bienes (1,7%).

En definitiva, la producción del sector agrario español re­­trocedió de forma marcada en 2022 y las estimaciones apuntan a que ha vuelto a descender en 2023, debido al fuerte aumento de costes y a los efectos del cambio climático, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector. “Sin embargo, a pesar de la caída de la producción, las exportaciones agroalimentarias han evolucionado relativamente bien y los indicadores de competitividad del sector no parecen haberse resentido en demasía por el mo­­mento” concluyen los expertos de la entidad.

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