En el año 2020, una película coreana se alzó con cuatro Oscar y se convirtió en la primera obra de habla no inglesa en ganar el máximo galardón de la industria de Hollywood. Su director, Bong Joon-ho hizo historia y consiguió acercar al gran público la cinematografía de su país, que ya era conocida por los aficionados y había alcanzado un gran prestigio en los festivales internacionales. Sin embargo, estos reconocimientos, lo situaron en otro lugar, al lado de las figuras más grandes del cine contemporáneo.
Todo empezó precisamente hace veinte años, en 2003. En Corea había surgido una nueva generación de directores que convulsionó el cine dentro de su territorio, propagando su onda de acción poco después. Entre ellos se encontraba el propio Bong Joon-ho, Kim Jee-woon, Kim Ki-duk, en una línea más indie Hong Sang-soo y Lee Chang-dong, que durante el periodo en el que se hizo cargo del Ministerio de Cultura logró impulsar la cinematografía coreana a través de un sistema de ayudas.
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El año mágico de explosión del ‘Nuevo cine coreano’
Lo curioso, es que los principales representantes de esta ‘nueva ola de cine coreano’ estrenaron en ese año 2003 algunas de las películas que se convertirían en punto de lanza de este movimiento y que se puede considerar, sin ningún género de duda, como sus primeras obras maestras: Memories of Murder (Crónica de un asesino en serie), de Bong Joon-ho, Dos hermanas, de Kim Jee-woon y Oldboy, de Park Chan-wook.
Los tres habían debutado con anterioridad con buenas películas, pero en ninguna de ellas se podría prever lo que nos encontraríamos en esos trabajos, casi como si en ellos hubieran configurado su estilo y su manera de hacer cine asentando su mirada autoral.
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Todas se convirtieron en obras de culto, pero lo que ocurrió con Oldboy casi constituyó un fenómeno en sí mismo, hasta el punto de revolucionar el cine contemporáneo. En el Festival de Cannes ganaría el Gran Premio del Jurado en una edición en la que estaba presidido por Quentin Tarantino y su proyección más tarde en el Festival de Sitges marcaría un antes y un después.
Cómo ‘Oldboy’ se convirtió en una obra de culto
Lo que consiguió Park Chan-wook, en pocas palabras, fue cambiar las reglas el thriller moderno a través de su estilo. Las soluciones visuales que proporcionaba resultaban tan inéditas como sorprendentes, así como su forma de orquestar la narración, convirtiendo una película de venganza en un aparato formal profundamente estilizado.
En el recuerdo, ese plano secuencia lateral en el que el protagonista, a golpe de martillo, iba derribando uno a uno a uno a los miembros de una pandilla de gángsters, algunos guiños a descripciones gráficas procedentes de los tebeos y mangas (en realidad, la historia estaba basado en uno), una banda sonora cuyo ‘leit motiv’ a ritmo de wals resulta portentoso y, un protagonista, Choi Mink-sik que quedaría asociado a ese papel para siempre.
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Oldboy formaba parte de una trilogía, siendo su segunda parte. La primera fue Sympathy for Mr. Vengance y la tercera Sympathy for Lady Vengance. Más tarde, Park Chan-wook trabajaría con Nicole Kidman en Stoker y con Florence Pugh en la serie de televisión La chica del tambor, pero sus mejores últimas obras son coreanas, La doncella y Decisión to Leave, por la que consiguió el premio al mejor director en Cannes.
También Bong Joon-ho hizo sus aproximaciones internacionales antes de Parásitos, en Rompenieves (Snowpiercer), en la que aglutinó a un espectacular reparto encabezado por Chris Evans y Tilda Swinton y Kim Jee-woon trabajó con Arnold Schwatzenegger (y Eduardo Noriega) en El último desafío, aunque volvió a Corea para filmar obras tan rotundas como Encontré al diablo o El imperio de las sombras.
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Los tres principales miembros del nuevo cine coreano continúan ahí, demostrando que todo aquello que marcó a una generación no fue un espejismo. Mientras Bong Joon-ho prepara la que será su siguiente película, de ciencia ficción, que se titularía Micky 14, protagonizada por Robbert Pattinson, Kim Jee-woon presentará en el Festival de Sitges Tela de araña, en la que aparece el actor fetiche coreano Song Kang-ho.