Desde el comienzo de su carrera artística, Björk Guðmundsdóttir, más conocida como Björk, sorprendió por su capacidad para componer música a partir de la mezcla géneros y estilos, talento que la ha posicionado como una rara y valiosa gema en el panorama musical contemporáneo. El misterio que rodea a su música fluye tan libremente como los ríos de Islandia, su país natal, creando un sonido que ha hipnotizado a las audiencias durante más de tres décadas.
Rosalía es una de esas fan absolutas de la cantante islandesa y en más de una ocasión la ha mencionado como una de sus ídolas y referentes a seguir. “Sigue siendo molesto para algunas personas, sigue provocando incomodidad, que una mujer se exprese libremente”, ha llegado a decir la catalana, muy critica al principio por su álbum Motomami, haciendo referencia tanto a Björk como a otras artistas de la talla de, por ejemplo, Madonna. Y es que la lista de músicos y cantantes a los que Björk ha influido a lo largo de todos sus años en activo es sumamente extensa. La prolífera artista dio sus primeros pasos en el show business con la banda punk SugarCubes, en los años 80, con la cual transformó el paisaje de la música islandesa.
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En la década siguiente, en específico en 1993, impulsada por la pasión y un espíritu insaciable de exploración creativa, Björk decidió dar un salto al vacío para tomar el mando de su propia carrera. Su álbum debut -bautizado también Debut- fue una explosión de color y sonido en el lienzo brillante de la música pop, una audaz declaración de independencia que le valió un lugar en los corazones de millones. Post, su segundo álbum en solitario, empleó una paleta más amplia de géneros y estilos, confirmando a Björk como una verdadera innovadora en un contexto musical que a menudo desincentiva la diversidad y el cambio. Siguiendo a Post, lanzó una serie de álbumes que han continuado abriendo brechas y desafiando convenciones.
Björk ha sido nominada a 15 premios Grammy durante su carrera. Sin embargo, su verdadero logro radica en la influencia sinigual que ha ejercido sobre la música contemporánea. En 2010, la revista Rolling Stone la incluyó en su lista de las 100 mejores cantantes de todos los tiempos, una verdadera celebración de un talento que sigue resuena hasta el día de hoy.
Una artista más allá de la música
El arte de Björk no se limita al ámbito de la música. De hecho, lleva su creatividad un paso más allá con sus proyectos revolucionarios en el cine. El más destacado de estos es su papel en la película Dancer in the Dark, dirigida por el famoso cineasta Lars von Trier. Por su interpretación, Björk obtuvo la prestigiosa Palma de Oro a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Cannes, en 2000.
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Uno de los aspectos más notables de Björk es su audacia para experimentar tanto en su música como en su moda. Sus atuendos teatrales y alocadas máscaras no son solo un complemento a su música, sino que también son una extensión integral de su arte; una visión de una artista intransigente que no teme desafiar las normas sociales y culturales. No obstante, gracias a su vestido de cisne, siempre aparece entre las listas que recuerdan a los peores looks en la historia de los premiso Oscar.
Björk es un fenómeno, una fuerza de la naturaleza musical que sigue dando lugar a la innovación y la experimentación en un panorama muy a menudo estancado. Rebosante de talento, la islandesa es una musa rebelde e indomable que sigue reinando en su universo, desafiando y remodelando las constelaciones de lo que significa ser una mujer valiente y creativa en nuestro mundo moderno. En palabras de Rosalía, toda una motomami.