Seguramente les suene el nombre de Willy Wonka, ese acérrimo chocolatero que hizo del cacao todo un arte. En su fábrica era capaz de crear cualquier cosa a partir de esta semilla tan consumida actualmente. Sin embargo, esto es solo la ficción resultante de la gran imaginación de su creador Roald Dahl, en la que era posible la construcción de un palacio entero de chocolate para el príncipe indio Pondicherry o convertir una fábrica en un paraíso chocolatero con hasta cascadas y ríos.
Más allá de ese mundo de fantasía, maestros chocolateros como David Pallàs o Lluc Crusellas se visten de Willy Wonka gracias a su maestría con este producto y originando obras de arte que endulzan nuestro paladar. Sin embargo, mucho antes que ellos, emergió una figura que fue uno de los pioneros en este mundo. Se trata de José Salgado, un humilde vecino de la localidad orensana de A Pobra de Trives que decidió en el año 1889 fundar la fábrica de chocolate Fénix.
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Proveedor de la Casa Real
Actualmente, la fábrica de chocolate de José Salgado se encuentra en ruinas, pero durante finales del siglo XIX y principios del XX fue uno de los principales motores económicos y sociales de la región. Se localiza a orillas del río Cabalar, muy cerca del puente del siglo XIX, y en sus instalaciones se consiguió producir a partir del grano molido un chocolate de calidad superior. Su ambición era tal, que en 1910 decidió cruzar el charco en busca de un éxito soñado que tenía como destino Argentina.
Así, Salgado se llevó consigo las mezcladoras y molinos de cacao e inauguró en 1918 una nueva fábrica en Buenos Aires, más concretamente en barrio de la Constitución. Bajo el nombre de Chocolates Fénix, siguen en funcionamiento hasta día de hoy. Su éxito no es de extrañar, pues tal era su calidad que en la década de los años 20 se convirtió en el proveedor de la casa real durante el reinado de Alfonso XIII. Sin embargo, hoy en día, las instalaciones de lo que fue la primera fábrica de chocolate Fénix se encuentran un avanzado estado de ruina y deterioro.
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Aun así, el espacio se puede visitar, aunque con extremo cuidado, pues ya en 2021 el tejado se vino abajo. Allí, todavía se pueden contemplar los molinos con los que se molía el cacao y toda la maquinaria necesaria para la producción del chocolate. Además, contaba con dos molinos harineros, los cuales producían la harina para la elaboración del ‘pan francés’. Pero esto no se queda aquí, pues sus instalaciones también hacían de central hidroeléctrica. Muestra de ello son los restos de varias máquinas y tuberías que llegaban hasta la turbina.
De generación en generación
El legado chocolatero de José Salgado sigue vivo en Argentina gracias al paso de la tradición de generación en generación. Así, sus descendientes han conseguido de la factoría siga siendo un referente en la región, vendiendo su cacao a establecimientos como cafeterías, restaurantes gourmet o heladerías. Incluso colaboró con empresas como Nestlé o Havana para hacer la cobertura de sus alfajores.
A esto se le suma la apertura en 2011 de lo que llamaron Chocolab. Se trata de un lugar de aprendizaje “con la última tecnología europea en chocolatería y pastelería. Los laboratorios están a cargo de profesionales reconocidos y son principalmente prácticos para que los participantes sean los protagonistas”.
Cómo llegar a la fábrica de A Proba de Trives
Para llegar a los restos de la fábrica se debe coger la carretera OU-636 que sale de Trives y se dirige a Ponte Bibei. Pasados alrededor de 2 kilómetros, se ubica un desvío en dirección a la villa de Manzaneda y Sobrado de Trives. En el cruce es donde se debe buscar un espacio para dejar el vehículo, pues hay que coger el sendero justo en frente en que discurre hacia el río y el puente de Cabalar.