España inicia el otoño con una importante escasez de agua fruto de la sequía y la mala gestión

La temporada hidrográfica 2022/2023 no será recordada con nostalgia. El curso, iniciado en octubre de 2022 y finalizado este mes de septiembre, ha dejado un balance negativo en cuanto a la gestión de las aguas de España, que más allá de las temperaturas récord ha notificado unas precipitaciones un 11% por debajo del valor normal.

La sequía declarada en Girona y los cortes de agua en varios puntos de Málaga han sido la cara más visible de la escasez, que ha vuelto a confirmarse con la última actualización de la reserva hidrográfica de la península ibérica. Actualmente y tras finalizar el verano, los embalses se encuentran al 35,86% de su capacidad, algo menos que la semana pasada y un 13% por debajo de la media de la década en esta misma semana del año, que se sitúa en un 48,60%.

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Andalucía (20,17%), Cantabria (24,52%), Murcia (28,38), Castilla-La Mancha (28,72%), y La Rioja (29,91%) son las comunidades más afectadas por la falta de lluvias, sin contar los estragos que la sequía ha causado en la isla de Tenerife, que este verano ha sufrido el incendio más grave de su historia.

“La sequía prolongada que atraviesan muchas zonas de España impide mantener el suficiente almacenamiento para abastecer con garantías el elevado consumo de agua”, alerta la organización WWF, que pone el foco en la gestión del agua, consumida en su mayoría por la producción de cultivos. “En España el riego de cultivos industrializados se bebe casi el 80% de los recursos hídricos, esto hace de nuestro país uno de los territorios europeos con mayor sobreexplotación de sus aguas, y de los más afectados por estrés hídrico”, afirma Rafael Seiz, portavoz de la plataforma.

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Los ministerios ya actúan acorde a las limitaciones que impone el cambio climático y la escasez de lluvias. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) se vio forzado a aprobar un Real Decreto para tomar medidas urgentes en torno a materia agraria y agua debido a la escasez fruto de la guerra de Ucrania y los problemas del país para autoabastecerse. Medidas que no son del todo aceptadas por la comunidad ecologista, cuestionadas porque solo están pensadas para recalibrar posibles pérdidas económicas.

“Se programan ayudas directas a los sectores ganadero, apícola y agrícola, además de establecer los criterios para que las autoridades competentes de las comunidades autónomas puedan, de manera excepcional, flexibilizar determinados requisitos, condiciones de acceso a las subvenciones y los compromisos de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC). El objetivo de esta flexibilización es asegurar que la sequía no represente impedimentos añadidos para la percepción de dichas ayudas. Sin embargo, quedan dudas sobre el alcance de este tipo de medidas y su contribución a medio plazo al cambio de modelo agrícola y ganadero que la emergencia climática requiere”, sostiene un informe de WWF.

Las estrategias de prevención del agua deben implementarse cuando hay agua, no cuando la escasez es un hecho. Pero además, las organizaciones ecologistas plantean que el consumo de los regadíos de España debería reducirse en torno al 35%, así como implantar un régimen de caudales ecológicos.