Zaragoza es una de las ciudades más bonitas de España. Con multitud de atractivos y cosas que hacer, la localidad cuenta con un amplio abanico turístico, cultural y de ocio. Su monumento más representativo, la basílica de Nuestra Señora del Pilar, es toda una obra de arte. Se trata de una impresionante catedral barroca que se impone a orillas del río Ebro. Pero esto no se queda aquí, pues puntos como la catedral del Salvador - La Seo, el palacio de la Aljafería o las incontables muestras del mudéjar aragonés, entre otros, terminan por completar el conjunto monumental de la ciudad.
A esto se le suman unos alrededores inmejorables, donde pequeños pueblos llenos de historia salpican todo el entorno. Así, hemos elaborado una selección de diez localidades que se encuentran cerca de Zaragoza y que son destinos históricos, naturales y monumentales cruciales dentro de la provincia.
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Anento
Anento es una pintoresca villa zaragozana enmarcada en la comarca natural de Campo Romanos. Gracias a su trazado medieval, la arquitectura tradicional e histórica y su frondoso entorno, está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España. Sin embargo, si por algo destaca es por el Aguallueve, un monumento natural que es uno de los secretos mejor guardados de la región. Se trata de un bello manantial que gota a gota ha ido regando el entorno que rodea a la villa y que se puede visitar a través de los numerosos senderos que incluye.
A su vez, sus estrechas callejuelas permiten descubrir todos los rincones que agrupa la villa. Uno de los más destacados es la pequeña iglesia románica dedicada a San Blas, una construcción del siglo XIII que alberga en su interior un magnífico retablo gótico: la Virgen de la Misericordia y Santo Tomás Becket, obra del maestro Blasco de Grañén. Igualmente, en lo alto del tozal que domina Anento se alza el castillo medieval del siglo XIV, desde donde se pueden disfrutar de unas hermosas vistas.
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Belchite
El pueblo viejo de Belchite es uno de los mayores restos que se pueden contemplar de la Guerra Civil española. Sus muros, calles, y monumentos son el reflejo vivo del sufrimiento de una localidad que quedó asolada durante la contienda. A pesar de no ser una localidad al uso, no podía faltar en esta selección debido a su importancia histórica. La villa se puede visitar gracias a las visitas guiadas que realizan desde su portal de turismo, en donde el viajero puede conocer testimonios reales de personas que sufrieron el asedio, así como experimentar fenómenos paranormales (o eso dicen).
Biel
Este hermoso pueblo se incrusta en la comarca conocida como las Cinco Villas, una región cobijada bajo el manto de la sierra de Santo Domingo. Sus calles estrechas y sinuosas conforman un hermoso trazado. Además, alrededor del castillo-fortaleza, el casco urbano de Biel despliega un atractivo conjunto de casas populares y nobiliarias que, junto con la judería, es necesario perderse por él. En cuanto a sus monumentos, destaca la pintoresca iglesia de San Martín.
Daroca
Daroca es la capital del valle del Jiloca y fue una antigua villa fronteriza con la corona de Castilla, de ahí que cuente con un gran recinto amurallado y un imponente castillo. Justo a eso, es conocida como “la ciudad de los siete sietes” por la variedad de monumentos que en ella descansan. Uno de los más curiosos es la Mina de Daroca, la cual es una de las obras públicas más relevantes del siglo XVI en Europa. Junto a ella destacan monumentos como su recinto amurallado, con sus numerosas puertas, el castillo o la colegiata de Santa María.
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Lituénigo
Este pueblo se localiza muy cerca del Parque Natural del Moncayo y se caracteriza por contener restos de su antiguo castillo transformado en viviendas en pleno casco urbano. A su vez, los restos de la iglesia parroquial de la Purificación de la Virgen se remontan al románico y su interior alberga imágenes, retablos y cálices de gran valor. Otra parada interesante es el museo del Labrador, donde se pueden contemplar más de 200 piezas que forman parte de la vida tradicional de la zona.
Mequinenza
A orillas de tres ríos: el Ebro y sus afluentes, el Huérva y el Gallego, el pueblo de Mequinenza se alza como uno de los más pintorescos de Zaragoza. A día de hoy, el pueblo original se encuentra prácticamente inundado debido a la construcción del embalse, conocido como el Mar de Aragón. El casco urbano actual se enclava entre esta presa y la de Ribarroja, siendo un destino ideal para los amantes de la pesca. Es de visita obligada el imponente castillo, el cual vigila el pueblo. Destaca también los museos de la Minería, de la Historia y de la Prehistoria.
Sos del Rey Católico
Esta hermosa villa se caracteriza por contener uno de los conjuntos medievales más importantes de Aragón. De hecho, su casco histórico está declarado Conjunto Histórico-Artístico y no es para menos, ya que cuenta con monumentos que son una maravilla. Así, en lo más alto se alza la torre del homenaje y su castillo del siglo XII, y a los pies, la maraña de callejuelas de la judería son perfectas para perderse.
En el paseo se descubren puntos como la plaza Mayor, la lonja, la casa consistorial y grandes casas nobiliarias. De estas últimas destaca el palacio de Sada, lugar de nacimiento de Fernando El Católico. Actualmente, alberga el Centro de Interpretación dedicado a la figura del monarca y la oficina de turismo.
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Talamantes
En mitad del Parque Natural del Moncayo y a los pies de las peñas de Herrera se localiza Talamantes. Su casco urbano se caracteriza por albergar muestras de la arquitectura y tradición popular y en él se pueden contemplar monumentos como la iglesia de San Pedro. Pero la villa destaca por su impresionante entorno natural, el cual es perfecto para los amantes del senderismo.
Así, permite recorrerlo a través de numerosas rutas, como son el sendero GR-90 Tierras del Moncayo y Sistema Ibérico y el GR-260, más conocido como “Calcenada” o Vuelta al Moncayo. Asimismo, los alrededores albergan bellos parajes como la Tonda, las peñas de Herrera, Fuente Menera y Valdetreviño, además de la sima del Tubo, apta para la práctica de la espeleología.
Tarazona
Tarazona destaca sobre los demás pueblos zaragozanos por guardar uno de los conjuntos monumentales más completos e importantes a nivel histórico y patrimonial de la provincia. Su máximo exponente reside en la impresionante Catedral de Santa María de Huerta, un hermoso mosaico de estilos arquitectónicos cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. Presenta mezclas del gótico y mudéjar con toques renacentistas que la convierten en una de las mejores catedrales hispánicas del gótico.
Junto a ella se localiza la imponente fachada renacentista del Ayuntamiento, la plaza de toros octogonal (de las pocas que quedan en España) y un casco histórico con multitud de atractivos. Sus calles permiten contemplar de pintorescas casas colgadas sobre la vega del río Queiles, la iglesia de Santa María Magdalena y el convento de la Concepción, entre otros.
Uncastillo
Como su propio nombre indica, la localidad se encuentra coronada por un castillo. Como muchas de las villas contiguas, Uncastillo destaca por albergar un rico y fundamental patrimonio histórico-artístico, principalmente románico, que atesoran, reflejo de la importancia que tuvo en tiempos pasados. Así, cuenta con varias iglesias románicas: San Martín, Santa María, San Juan, San Lorenzo y San Felices. Asimismo, el paseo por el casco antiguo permite conocer los restos del castillo, así como el barrio de la judería o residencias palaciegas como la renacentista Casa Consistorial; el palacio de Martín el Humano y la Lonja.