Así es Elisa Aguilar, primera presidenta del baloncesto español: “No olvidaré las pizzas de madrugada porque nos faltaban horas”

Jorge Garbajosa, su predecesor en el cargo, y Amaya Valdemoro y Anna Montañana, excompañeras de leyenda en la cancha y sobre todo amigas, desgranan la figura de la nueva líder de la FEB para ‘Infobae España’: “Es una mujer 10, como el número con el que jugaba”

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Elisa Aguilar, nueva presidenta del baloncesto español (FEB)
Elisa Aguilar, nueva presidenta del baloncesto español (FEB)

A Amaya Valdemoro nunca se le borrará la imagen del jersey morado que llevaba Elisa Aguilar el día en el que se conocieron, con 13 años, en la cafetería del Real Canoe de Madrid. Una acababa de empezar a jugar a baloncesto. La otra ya llevaba un tiempo haciéndolo, y todo el mundo hablaba de ella. La vida les llevaría a ser la mejor jugadora de la historia de la canasta española y la primera presidenta de su Federación, la FEB, respectivamente. Pero, ante todo, crearía una amistad imperecedera entre ambas.

“Cuando comenzó su carrera en la selección, en 1990, ahí estaba yo con ella. He pasado más tiempo con Elisa que con mi hermana y Elisa ha pasado más tiempo conmigo que con sus hermanos”, recalca Valdemoro a Infobae España. Se muestra todavía más risueña de lo habitual y muy orgullosa, porque el hito inaugurado este lunes por una de las personas que han marcado su trayectoria es para estarlo. “A Elisa le dije yo, hace tres años, que tenía que ser la presidenta. Internamente, seguro que ella lo había pensado. Pero que yo la veía en el cargo desde hace mucho tiempo… Lo tenía claro clarinete”, desvela. Y agrega: “En esta lucha de la igualdad, que una Federación como la de baloncesto se ponga al servicio de Elisa o que haya confiado en una mujer me parece tremendo”.

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A su conexión sempiterna se unió, desde 2000, Anna Montañana. En el primer año que pasó en Salamanca, con sus a la postre amigas, Aguilar le marcó tanto como para acabar yéndose a la misma universidad de Estados Unidos por la que pasó antes la hoy dirigente: George Washington, en la capital norteamericana. “En 2019, nos introdujeron juntas en su Salón de la Fama. Fue superbonito, porque cerramos un círculo”, recuerda la actual entrenadora del Alginet (LEB Plata, tercera categoría masculina española), en su viaje de regreso de un acto de proclamación presidencial en el que las dos leyendas no pudieron reprimir, nada más entrar, las lágrimas. Se vieron desbordadas por el cariño que profesan a la tercera en la ecuación, Aguilar.

De izquierda a derecha: Anna Montañana, Elisa Aguilar y Amaya Valdemoro (FEB)
De izquierda a derecha: Anna Montañana, Elisa Aguilar y Amaya Valdemoro (FEB)

“Cuando éramos jugadoras, ya sabíamos que íbamos a ocupar este tipo de cargos. Yo quería ser entrenadora, Amaya no quería ser ni gestora ni entrenadora, y creo que ha hecho una carrera increíble de diferentes maneras, y Elisa iba a ser gestora”, apunta Montañana. No sería hasta los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, de cuyo desfile inaugural disfrutaron especialmente Aguilar y Valdemoro, cuando la máxima responsable de la FEB hizo piña con su predecesor en el cargo: Jorge Garbajosa. A quien, recién estrenada a los mandos, ha impuesto la Insignia de Oro federativa, pillándole “totalmente de sorpresa”.

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La buena relación que mantenían mientras jugaban se intensificó a partir de 2013, cuando Elisa acababa de colgar la camiseta. “Llegué un poquito antes a la Federación y cuando se incorpora ella me piden que haga de cicerone. Que le enseñe la casa y vaya explicándole las cosas. Conectamos mucho. Hemos hecho muchos viajes juntos y vas haciendo una conexión. Fuimos ganándonos el respeto mutuo. Llega el 2016, salgo elegido presidente y tengo claro que ella es una de las personas que tiene que ser importante en la FEB por su valía personal, inteligencia deportiva y trayectoria”, echa la vista atrás el nuevo presidente de FIBA Europa. Así empezó el camino que le ha convertido, tras una década trabajando juntos, en su sucesora: “El proyecto de Elisa merece tiempo para cuajar”.

“Va a ser una presidenta increíble”

Decido ponerla al mando de Competiciones porque uno de los pilares estratégicos del tiempo en el que yo he estado en la FEB era hacerlas crecer. Como así ha sido el caso con ella dirigiendo el departamento: ha crecido la Liga Femenina, se ha creado la nueva Liga Femenina Challenge, ha habido un aumento tremendo del valor de la LEB Oro, se ha reformado la Liga EBA con su unificación…”, explica Garbajosa. “Poco a poco, ella ha ido creciendo mucho, según ha ido creciendo la FEB. Todos los directivos en general, pero ella especialmente, han ido asumiendo más funciones. En la parte del Comité Ejecutivo, las Comisiones de FIBA Europa y FIBA…”, considera también.

A sus hermanas de cancha y, por qué no decirlo, de vida no les ha sorprendido su ascenso meteórico en la madrileña Avenida de Burgos. “Elisa es una mujer que está muy preparada. Ha estudiado, ha reestudiado, le acompañan una perseverancia y una humildad que caracterizan a los buenos líderes. Va a ser una presidenta increíble. La mayor cualidad que tiene es el liderazgo. No necesita ser el centro de atención: lidera a través del trabajo, la perseverancia y el saber estar. Tiene una inteligencia emocional muy alta y muy buenas cualidades para gestionar grupos. Un equilibrio muy importante”, destaca Montañana.

Jorge Garbajosa y Elisa Aguilar (FEB)
Jorge Garbajosa y Elisa Aguilar (FEB)

“Una de las mejores cosas que tiene es que sabe escuchar, tiene don de gentes y mano, no se equivoca en las decisiones. Es una tía pausada, con calma. No se altera fácilmente”, le sigue Valdemoro. Garbajosa da fe de ello: “Es una hormiguita, de las que hace poco ruido. Yo soy más emocional. Ella ha tenido siempre ese punto de normalidad o tranquilidad en momentos de tensión. Es una persona muy dedicada a esto, con una metodología de trabajo muy ordenada. La parte que ella trae de casa más la parte de haber entendido durante tantos años lo que exige y lo que supone ser presidenta de la FEB es una mezcla muy buena”.

El último Eurobasket masculino, “de enorme estrés anímico para todo el equipo que rodeaba a la selección” y en el que finalmente se logró el oro, ejemplifica a la perfección todo lo anterior. “Estuvimos todo el campeonato juntos. Recuerdo que cuando estaba nervioso en un partido, ella siempre me ponía la mano en la pierna. Como diciendo ‘Jorge: calma, tranquilo’. Son momentos que no tienen más que eso, pero que recuerdas con mucho cariño”, se sincera Garbajosa. No deja pasar la oportunidad de aportar otras escenas íntimas, a la par que cercanas, que guardará “para siempre”: “Alguna noche que hemos tomado una o dos cervezas porque estábamos pasándolo muy, muy mal. Pensando en qué iba a ser de la FEB y en cómo sacar esto adelante. Y alguna pizza a las dos de la mañana en la Federación porque 24 horas no eran suficientes”.

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“Es muy cercana. Una persona que siempre se preocupa mucho por los demás. La primera impresión es seria, pero después tiene mucho sentido del humor. Es irónica, utiliza muy bien las palabras. Es muy buena persona y, además, puede estar en todos los lados. Una mujer 10, como el número con el que jugaba”, reconoce Montañana. “Ella tiene mucho poder personal, es una persona con mucha aureola. Tiene que ser ella misma. En estos puestos no siempre se puede seguir con tu esencia, pero espero que pueda hacerlo, porque es lo que le va a llevar a marcar la diferencia”, añade.

“El futuro parece apasionante”

A Elisa Aguilar le llovieron los éxitos en la pista: ocho medallas como internacional (seis en la absoluta: un oro europeo, una plata continental y tres bronces continentales y uno mundial), cinco Ligas Femeninas, seis Copas de la Reina, una temporada en la WNBA y otra en la potente Liga rusa… Conseguirlos igualmente en los despachos no parece descabellado en la actualidad.

“Creo que tiene un bagaje más que suficiente para, ojalá, haber entendido el monstruito, en el mejor sentido, que es la FEB y en el que se ha convertido”, confía un Garbajosa que vislumbra la continuación de un legado inmejorable: “El camino y el crecimiento de las competiciones; el nivel de las selecciones nacionales, tanto absolutas como sobre todo de formación; las buenas relaciones con los otros actores de nuestro ecosistema; el nivel de prestigio de nuestros árbitros y entrenadores en toda Europa; la cantera; las licencias (se han recuperado los niveles prepandemia e incluso se han superado en la mayoría de las comunidades); el crecimiento económico; la fidelidad y el apoyo de los patrocinadores… Con el liderazgo de Elisa, continuando con las cosas que considere que se han hecho bien o muy bien y poniendo luego su toque en las que crea que son mejorables, el futuro parece apasionante y tiene muy buena pinta”.

A Montañana tampoco le cabe duda de que a la etapa que acaba de comenzar en la FEB le caracterizará “seguir con esa consistencia que tiene el baloncesto español”. “Cuando eres número dos del ranking mundial en chicos, número cuatro en chicas y en las categorías de formación ganas muchas medallas, no siempre se puede ir mucho más arriba. Pero, como Elisa ha dicho, hay que buscar que cada vez haya más licencias a nivel español, que se intensifique el baloncesto más si cabe, que sigamos mejorando todas las cualidades personales y profesionales con las que jugamos al baloncesto y que este sea una herramienta en la sociedad. Su presidencia va a ir por ahí y mucho, también, por la evolución. Donde haya un poder de crecimiento, atacar”, opina.

Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar se funden en un abrazo (FEB)
Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar se funden en un abrazo (FEB)

La última, como solía ocurrir en los partidos, es para Valdemoro. “El deportista de élite tiene una capacidad de trabajo tremenda. Es perfeccionista. Al final, trabaja para la excelencia. Y Elisa tiene capacidad de trabajo para dar y tomar. Le gusta, lo vive, y capacidad de trabajo no va a faltarle. Y hay algo clave: sabe hacer importante y dar su protagonismo a todo el mundo. Como buena base”, sentencia sobre la bocina. Aquella niña del jersey morado que soñaba con ser alguien en el deporte de la pelota naranja creció para convertirse nada menos que en su máxima autoridad en España.

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