¿Hay algo mejor que reconvertir un edificio histórico en un centro cultural? Existen muchos espacios que han perdido su uso primigenio y ahora son lugares de ocio y entretenimiento donde los vecinos de la zona pueden disfrutar de multitud de actividades. Gracias a ello se convierten en puntos de reunión donde se celebran conciertos, se instauran exposiciones o se realizan visitas culturales para conocer su historia. Esto normalmente se da en castillos o fortalezas, antiguos ayuntamientos o incluso prisiones, entre otros.
Estas últimas suelen ser espacios comunes, que tras su empleo como cárceles, se convierten en centros donde la cultura es la nueva habitante. Así, la prisión de Lukiškės, en Vilna, Lituania, ha pasado a ser uno de los referentes en Europa gracias a que por ella han tocado hasta 250 artistas, músicos y creadores, los cuales, incluso, han instalado sus estudios en varios de sus espacios.
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Más de 100 años de historia
Durante más de 100 años, la cárcel de Lukiškės fue conocida como la prisión más estricta de Europa del Este. Estuvo operativa desde el año 1904 hasta 2019, periodo durante el cual constituye un complejo arquitectónico sin igual ubicado en el centro de la ciudad, a un paso del Parlamento y las principales arterias de la capital. Se compone de un total de seis edificios, siendo, además, el único centro penitenciario que permitía lugares de culto ruso-ortodoxo, católico romano y judío. Muestra de ello es la iglesia de San Nicolás, que destaca con su impresionante cúpula.
Igualmente, sus muros son parte de la historia vivía de Lituana, ya que en sus celdas han dormido multitud de prisioneros de la época zarista, se han vivido fusilamientos de prisioneros de guerra, ha servido de gueto y campo de concentración de judíos durante el periodo nazi, así como ha sido destino de presos políticos contrarios al régimen soviético. Tras el cese de su actividad, las autoridades no sabían muy bien que hacer con la prisión, lo que abrió un amplio debate acerca de su nueva utilidad.
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Se decidió conservar la estructura original, manteniendo así su historia intacta y la memoria las muchas figuras políticas, sociales y literarias notables que alguna vez estuvieron confinadas en el complejo, para terminar convirtiéndolo en un centro cultural. A esto hay que sumar su imponente arquitectura, la cual ha cautivado a numerosos directores de cine. Así, series tan exitosas de Netflix como Stranger Things, o de HBO MAX, como Chernobyl han usado las instalaciones como set de rodaje.
Una nueva vida
Exposiciones, salas de coworking y estudios son algunos de los nuevos usos que se le ha dado a la Prisión 2.0 de Lukiškės, nombre por el que se la conoce actualmente. Unos 250 artistas, músicos y creadores han sido los encargados de dar una nueva vida a este espacio, llenándolo de ocio y entretenimiento gracias a todas las actividades que ofrece. A su vez, entre sus muros, los patios de la prisión se convierten en escenarios perfectos para la celebración de conciertos y festivales de música.
Este conjunto ha convertido a Lukiškės en uno de los principales reclamos turísticos de la capital lituana. De hecho, el viajero puede disfrutar de un paseo por sus tenebrosos pasillos que seguro que le ponen los pelos de punta gracias a la oferta de visitas guiadas que alberga. Estas hacen un recorrido por toda la historia del complejo, descubriendo todos sus secretos y rincones. Incluso se podrá visitar los lugares exactos del rodaje de Stranger Things y la celda ambientada en los años 80 que se utilizó.
Horario y precios
Si se desea visitar la prisión hay que tener en cuenta ciertos aspectos. Cuenta con dos modalidades de visita, un paseo diurno por 15 € y un paseo nocturno por 20 €. Para consultar los pases hay que ir su portal web (lukiskiukalejimas.lt) y elegir el horario que deseamos. Las visitas suelen ser en inglés.