Dominic Thiem (30 años, Austria) figura actualmente en el puesto 93 en el ranking ATP. Para aquellos que no sigan el tenis de manera habitual, el austriaco podría pasar desapercibido en el circuito, ser, simplemente, un tenista más. Pero nada más lejos de la realidad. Thiem llegó a ser uno de los mejores tenistas del mundo y ha sido uno de los pocos capaces de ganar un Grand Slam en pleno dominio del big three –Djokovic, Nadal y Federer–: en 2020 llegó a estar tercero en el ránking y levantó el US Open tras derrotar en la final a Alexander Zverev. Eran tiempos en los que incluso se llegaba a decir que si habría alguien capaz de heredar el dominio de Nadal sobre la tierra batida, ese sería Thiem, sin duda una de las grandes promesas del circuito, donde empezaba a dominar con su derecha y maravillaba con ese estético revés a una mano tan característico.
Su progresión avanzaba según lo esperado, hasta que en junio de 2021, en Mallorca y ante Mannarino su muñeca derecha le obligó a retirarse. El problema se convertiría en un calvario y, desde entonces, Thiem, que se ha visto obligado a cambiar su empuñadura, nunca ha podido ser lo que estaba destinado a ser. Más allá de su caída, hubo un motivo que le ayudó a situarse en la élite un tiempo atrás. ¿Cuál fue la clave para alcanzar el éxito hace tres años?
Thiem se lanzó al mundo profesional en 2011. Ahí comenzó su etapa en la élite, que en los años posteriores estuvo marcada de grandes logros y buenos resultados. Muchos de ellos se deben, en parte, al entrenamiento que diseñó su entonces preparador, Gunter Bresnik. Dominic tenía 19 años (2012) cuando el coach austriaco consideró que su pupilo tenía un físico demasiado débil para llegar a la cima del tenis mundial. Según cuenta José Morón, director de Punto de Break, en su cuenta de Twitter, Bresnik contactó con Sepp Resnik, un deportista austriaco que completó las pruebas más duras a las que podía someterse cualquier ser humano (ironman, ultra-maratón, ...). Tenía, por aquel entonces, 60 años. La única condición de Resnik era hacerlo a su manera.
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El bosque se volvió su gimnasio, en especial, a altas horas de la noche, para que Thiem no se despistara, según Sepp. Levantamiento de troncos de 25 kilogramos, cruzar ríos de agua congelada con peso para después con la ropa mojada realizar sentadillas, y un amplio número de ejercicios que parecían preparar al austriaco para una batalla. Sin embargo, los métodos empezaron a dar sus frutos. La primera vez que Resnik sacó a correr a Thiem 15 kilómetros en el bosque, se tuvo que parar un total de 16 veces a descansar, mientras que en la segunda semana, apenas se paró un par de ellas.
A sus 60 años, Sepp realizaba los mismos ejercicios. Su lema, cuando el tenista se quejaba, se basaba en que lo tomase como referencia: le triplicaba la edad y podía hacer lo mismo. Fue la dureza de estos entrenamientos la que consiguió transformar el físico del austriaco. Pudo estar entre el top 20 y ganar su primer y único Grand Slam. Desde la consecución del major en 2020, Dominic ni siquiera ha conseguido volver a colarse en ninguna final de ningún gran torneo, ni tampoco ha conseguido alcanzar una buena posición en el ranking ATP. Resnik, que actualmente está retirado, concedió una entrevista al medio austriaco Heute en enero de este año en la que opinó sobre esta caída del que fue su pupilo. “Los que le rodeaban no eran clase mundial. Cuando ganó en Nueva York no lo oí decir que ahora quería ser el número uno. Ahí comenzó su problema. Ha perdido el tiempo haciendo estupideces”, afirmó Sepp.
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En proceso de recuperar el éxito
Antes del declive, absolutamente condicionado por su muñeca, Thiem logró colarse en el tercer puesto del ranking ATP, aunque ya había ido fraguando su camino y logrando poco a poco buenos resultados.
En 2016, cinco años después de irrumpir en la élite, derrotó a Rafa Nadal en las semifinales del ATP 250 de Buenos Aires, consiguiendo llevarse la final, lo que fue clave para su salto al puesto 15 del ranking. Ese mismo año, llegó a las semifinales de Roland Garros, y aunque no pudo con Novak Djokovic, le sirvió para escalar hasta la séptima posición. De hecho, esa temporada terminó en el puesto número 8, por delante de Nadal.
Al año siguiente (2017), consiguió su mejor posición hasta la fecha, top 4, finalizando la temporada en la quinta posición. Las dos temporadas siguientes llegó hasta la final del Grand Slam francés, no pudiendo con el balear, ‘rey’ de la arcilla. Sí pudo vencer a Roger Federer, otra de las grandes figuras del tenis, en Indian Wells en 2019, consiguiendo así su primer título de Masters 1.000. En 2020 llegó su primer major y máximo éxito, el US Open, aunque previamente había conseguido disputar la final del Open de Australia contra Novak Djokovic.
Llamado a tomar el relevo del big three, la realidad actual de Thiem es la de un tenista que lucha por no bajar del top100 y que intenta sin éxito recuperar las sensaciones que un día le llevaron a comer en la mesa de los más grandes. Una carrera forjada en el entrenamiento extremo y a la que frenó una fatídica lesión de muñeca.