Vivir en tiendas de campaña por no poder pagar el alquiler en Portugal: “Es imposible incluso trabajando, nos quedamos sin comer”

Para afrontar la crisis de vivienda, el Gobierno luso impulsó medidas como limitaciones y tasas a los pisos turísticos y un tope a la subida de nuevos contratos de alquiler

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Tiendas de campaña en Portugal. EFE
Tiendas de campaña en Portugal. EFE

Decenas de personas viven en tiendas de campaña a las afueras de Lisboa, en un campamento improvisado que reúne a familias que no pueden pagar ni siquiera un alquiler, una situación que pone de manifiesto la crisis de vivienda que atraviesa Portugal, con precios disparados, especialmente en la capital del país.

En Portugal, el precio de la vivienda casi se duplicó entre 2015 y 2022, según un estudio coordinado por el exministro luso de Economía, Carlos Tavares, y Lisboa ya está entre las ciudades europeas más caras de Europa. Entre la proliferación de pisos turísticos y la llegada de extranjeros, atraídos por visados especiales para inversores y nómadas digitales, los residentes habituales de la capital se ven cada vez más abocados a dejar la ciudad por los altos precios que piden los propietarios de viviendas.

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Un simple estudio ya supera los 1.000 euros mensuales, en un país donde el salario mínimo está en 760 euros y el medio en 1.288 brutos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) del país luso. Ana María, que tiene 50 años y llegó a Portugal procedente de Brasil hace dos décadas, es una de las personas que ha acabado viviendo acampadas en un pinar en Carcavelos, próximo a la playa del mismo nombre y a unos 20 kilómetros de Lisboa, donde cada mes llegan más personas que no pueden afrontar el pago de una casa.

La brasileña y su marido llevan un mes en la tienda. “No aguanto más”, se desahoga. El calvario empezó hace tres años con la llegada de la pandemia, cuando el hotel donde trabajaba limpiando cerró y se quedó en la calle. Primero pasaron por un albergue, luego por la casa de su suegro, de donde tuvieron que marcharse, y tras dormir un tiempo al raso consiguieron una tienda. “Vivíamos de la renta mínima, pero es muy poco, sólo 210 euros”, explica, y pese a que su marido ha encontrado trabajo, no logran tener dinero suficiente para un alquiler.

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“Piden 700, 800, 900 euros. Y no sólo eso, quieren una fianza de dos o tres meses. Es imposible incluso trabajando, nos quedamos sin comer”, lamenta. La situación que viven los acampados en el pinar de Carcavelos no es única en el país, aunque sí la que ha cobrado más notoriedad, ya que la prensa lusa también ha reflejado que este tipo de asentamientos existen en la región del Alentejo y en el norte del país.

Para afrontar la crisis de vivienda, el Gobierno socialista luso impulsó un paquete para el sector con medidas como limitaciones y tasas a los pisos turísticos y un tope a la subida de nuevos contratos de alquiler. Al plan, que todavía no ha entrado en vigor, le han llovido las críticas y hasta un veto presidencial por “irrealismo” en los resultados que espera conseguir. Este sábado hay convocada una manifestación en varias ciudades del país por el derecho a una vivienda digna promovida por el movimiento “Casa para viver”.

*Información elaborada por EFE

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