Los Javis se consagran con ‘La Mesías’, una serie con la que exploran su lado más oscuro

Pocas trayectorias tan meteóricas dentro de la historia del audiovisual español reciente como la de Javier Ambrossi y Javier Calvo. Primero se convirtieron en un fenómeno teatral gracias a La llamada para después debutar en el largometraje adaptando su propio texto, para después crear un universo icónico en Paquita Salas. ¿Su secreto? Saber conectar con las nuevas generaciones a través de un sabio manejo de las fórmulas preestablecidas para sacar de ellas todo su jugo y enlazarlo con la cultura popular actual y la generación millennial a través de un cóctel de referencias desbordante.

Con Veneno dieron un paso de gigante a la hora de abordar una narración más compleja, con saltos temporales, un reparto coral y una estructura más sólida y ambiciosa. En ese sentido, La Mesías sería una sublimación de todo eso, como si el proceso de maduración de la pareja hubiera alcanzado una especie de cénit.

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Atrás quedaron los gags, los chistes, el estilo naíf de sus primeras obras para adentrarnos en un trabajo profundamente oscuro e incómodo, casi al límite del terror (algo que ya exploraron en algunos capítulos de Veneno) que nos traslada a un espacio asfixiante en el que late por una parte el fanatismo, la locura y por otra, el desconsuelo y el sentimiento de orfandad, de absoluta indefensión de aquellos que han sido víctimas de esta espiral de agresiones psicológicas en su vida.

El trauma atravesará a los dos personajes principales, Enric (Roger Casamajor) e Irene (Macarena García). Ellos fueron supervivientes de una infancia infernal desde el momento que su madre, Montserrat (Ana Rujas) abandonó a su padre y fue dando bandazos por la vida, incapaz de saber cuidarlos. Inmersos en ese ambiente tóxico, los niños crecieron en el más absoluto desamparo, como si fueran los protagonistas de Nadie sabe, de Hirokazu Kore-eda, esa película en la que los pequeños tenían que aprender a gestionarse por sí mismos porque no había nadie que los cuidara.

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La salud mental está siempre puesta en el foco del relato. Montserrat pasará de la autodestrucción a dejarse llevar por una fe católica mal entendida, la que le ofrecerá Pep (Albert Pla), con el que tendrá múltiples hijas que vivirán encerradas para que el mundo no las pervierta con su pecado. La inocencia frente al mal, pero sobre todo, el miedo.

El primer capítulo arranca con Enric, del que todavía no sabemos nada de su vida, cuando ve en la televisión a un grupo de hermanas que cantan temas de electro pop cristiano. Se llaman Stella Maris, en clara referencia a Flors Mariae, que en 2014 mil alcanzaron una efímera popularidad a través de YouTube y que también guardaban una vida repleta de abusos y demencia. Como ocurre aquí, la matriarca de la familia (que en diferentes épocas será interpretada por Lola Dueñas y Carmen Machi), decía que Dios hablaba a través de ella y creó a su alrededor una especie de secta en la que ella sería ‘la mesías’.

Enric comenzará a investigar para buscar a sus hermanas, pero al mismo tiempo la narración irá nutriéndose de capas, viajando del pasado al presente para constatar el tamaño de las heridas. En ese sentido, Los Javis vuelven a adentrarse en la búsqueda de la identidad de sus personajes, en este caso a través de la manipulación sistemática que les ha hecho tener una noción totalmente distorsionada de la realidad.

La Mesías es una serie durísima, explícita, sin concesiones. Y está repleta de imágenes de alto impacto, así como de un torrente de ideas visuales. Además, cada uno de los aspectos de la serie está perfectamente cuidado al milímetro, desde la elección del largo casting (atención a los nuevos rostros), los perfectos secundarios, la introducción de Amaia Romero como una de las integrantes de Stella Maris o las canciones creadas por Hidrogenesse y la banda sonora de Raül Refree, así como la fotografía de Gris Jordana o el vestuario de Ana López Cobos.